Stasi: los alemanes de la RDA no quieren recordar
Cuando se cumplen 33 años de la caída del Muro, todavía hay ciudadanos, especialmente del oeste, que quieren conocer los archivos de la institución que los espió durante años. Los del este prefieren la ignorancia para evitar la dolorosa verdad
Así contó ABC la caída del muro de Berlín
En la Stasi, con los archivos de la vida de los otros

Hace ya tres años que Jakob escuchó en el colegio Ludwig-Wilhelm de Rastatt, una conferencia de Werner Krätschell. Quedó fascinado por la peripecia vital del pastor protestante, que recibió la noticia del levantamiento del Muro de Berlín durante unas vacaciones de ... verano en Suecia. En 1961 el Muro era todavía una valla, nadie podía sospechar lo que la historia tenía deparado a la capital alemana, así que, al final de las vacaciones familiares y tras una deliberación que recuerda como «dramática», su hermano Albert decidió regresar a Berlín oeste, para seguir con sus estudios, y Werner aterrizó en Berlín este, donde siguió cultivando su vocación religiosa. No volvieron a encontrarse hasta después de la caída del Muro, de la que se cumplen ahora 33 años, pero ese no fue el final de la historia.
Su rectoría había acogido a los disidentes que cada lunes, con velas en la mano, rezaban por la paz. Fue el germen de las grandes manifestaciones bajo la consigna 'Wir Sind das Volk' (Nosotros somos el pueblo) contra el régimen comunista y por este motivo estuvo durante muchos años bajo la vigilancia de la Stasi.
Cuando la Alemania reunificada abrió al público los archivos de la Stasi y pudo consultar su ficha, se encontró con informes aportados por colaboradores, amigos e incluso familiares, que le habían estado espiando en la intimidad. Sufrió una crisis personal de la que no ha podido reponerse del todo. Jakob sospechó que una historia parecida podría estar detrás de la ruptura de su propia familia, dividida dos generaciones atrás, y el motivo por el que su abuelo huyó de Berlín este tras la caída del Muro y no volvió a mantener contacto con los suyos. Apenas cumplió los 18 años, Jakob acudió a los archivos de la Stasi, que siguen recibiendo numerosas consultas.
Hace ya tres años que los archivos fueron traspasados al Archivo Federal, bajo cuya jurisdicción permanecerán para la Historia y siguen recibiendo cada mes entre 2.400 y 2.500 solicitudes de inspección personal. También hay consultas de autoridades, científicos y medios de comunicación, por lo que el Archivo Federal ha recibido en total 24.575 consultas en el año en curso. La gestión de los archivos sigue ocupando a 1.300 empleados.
Reconciliación
«Estos millones de documentos que una vez conservaron los activistas de derechos civiles de la RDA hacen una contribución decisiva a la reconciliación de la población con esa etapa de la historia, con la dictadura del SED», defiende el presidente Michael Hollmann, que apunta que los jóvenes están cada vez más interesados y subraya que, muy mayoritariamente, son consultados por ciudadanos del oeste de Alemania. «Si observa las estadísticas, el número de consultas de los ciudadanos ha disminuido constantemente en los últimos años. Sin embargo, en el 30º aniversario de la caída del Muro, volvieron a alcanzar un nivel más alto en 2019», muestra las tablas, «la mayoría provienen de la oficina central en Berlín (10.799), pero las cifras descienden si se atiende a la procedencia de los Bundesländer orientales, como Dresde (1961) y Leipzig (1940), seguidas de Erfurt (1726)».
Indagar en la tupida red de espionaje de la Alemania comunista parece ser exactamente lo que muchos exciudadanos de la RDA no quieren. Aunque, según una encuesta, más de cinco millones de personas asumen que la Stasi mantuvo abiertos expedientes sobre ellos, hasta ahora menos de dos millones han presentado una solicitud de inspección. La mayoría prefiere dejar que el pasado descanse, y dejan pasar la oportunidad de ganar claridad a cambio de no dejar que los hechos del pasado perturben el presente. Ralph Hertwig, del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, ha investigado este comportamiento.
La mayoría prefiere dejar que el pasado descanse, y dejan pasar la oportunidad de ganar claridad a cambio de no dejar que los hechos del pasado perturben el presente
«Estamos lidiando aquí con el fenómeno psicológico de la 'ignorancia deliberada', la llamada ignorancia voluntaria», dice Hertwig, director del departamento de investigación sobre Racionalidad Adaptativa. En su estudio, que acaba de publicarse en la revista 'Cognition', entrevistó a 134 personas que suponen que sus archivos existían pero no quieren leerlos. Pudieron responder sobre su motivación en un cuestionario con 15 razones alternativas. La respuesta más frecuente fue que la información ya no es relevante para sus vidas en la actualidad.
Otros motivos fueron el temor a saber que compañeros o amigos hubieran actuado como informantes, así como la carga burocrática o la preocupación por la utilidad y credibilidad de la información. Pero el miedo a perder la confianza en su círculo cercano, a las decisiones difíciles y al arrepentimiento posterior o los recuerdos dolorosos se mostraron como poderosas razones. Algunos también rechazaron la inspección porque se ven a sí mismos como ciudadanos convencidos de la RDA, o piensan que es incorrecto reducir la RDA a la Stasi. «Un encuestado que teme que familiares o amigos hayan trabajado como informantes también podría temer verse confrontado con decisiones que preferiría evitar en el presente», explica Hertwig.
Profundas conexiones
Para descubrir las más profundas conexiones que hoy en día mantienen los antiguos habitantes de la RDA con aquella dictadura, los investigadores realizaron entrevistas biográficas más profundas con 22 personas, desde maestros hasta funcionarios del SED y amas de casa. Las respuestas aclaran las causas, en parte complejas, de la ignorancia intencional.
Desde el funcionario de la Stasi que está convencido de que los servicios de Inteligencia también deben proteger a la madre que teme que el padre de su hija pueda haber sido un informante, pasando por el pastor que no quiere enfadarse con los delatores porque entiende que en la mayoría de los casos se vieron obligados a espiar a sus familiares y vecinos. Desde este último punto de vista, leer su archivo solo tendría desventajas para todos.
«Muchos alemanes orientales, quizá incluso la mayoría, no parecen compartir la opinión de que un archivo de la Stasi es un regalo para el recuerdo»
Ralph Hertwig
Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano
La mayoría reconoce que teme los efectos negativos que pueden tener aquellos hechos del pasado en su futuro. Consideran que las consecuencias que las revelaciones puedan tener en sus vidas superan los ideales de transparencia, o rendición de cuentas. «Muchos alemanes orientales, quizá incluso la mayoría, no parecen compartir la opinión de que un archivo de la Stasi es un regalo para el recuerdo», dice, «entienden que la ignorancia también puede ser una bendición».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete