Simón Peres, cien años del patriarca del Estado de Israel
La singularidad del país que ayudó a construir Peres (1923-2016), en equilibrio entre el sector laico y el más religioso de la sociedad, está hoy en grave peligro
Muere Simón Peres, último de los fundadores del Estado de Israel
El expresidente israelí Simón Peres
Simón Peres, fallecido hace casi siete años, cumpliría hoy los cien. Su figura, imprescindible para entender la peripecia política y existencial del Estado de Israel desde su creación en 1948, se agiganta por momentos ante el dilema que vive el país. Israel se encuentra ... más dividido quizá que nunca entre el sector laico, que exige que se cumplan las actuales normas de separación entre el aparato estatal y la religión, y el ultrarreligioso, que sostiene al Gobierno conservador de Netanyahu y pide más sionismo en las reglas de juego.
El medio para hacerlo: una reforma que reduce las competencias del Tribunal Supremo, de mayoría laica, en favor del poder casi omnímodo del Ejecutivo cuando este tiene mayoría parlamentaria. La singularidad del Estado de Israel, que durante muchas décadas defendió entre otros Simón Peres, está en grave peligro. Sin ella no se entiende la complejidad de un estado que en 1998 envió a Eurovisión un cantante transexual y, al mismo tiempo, vela por que no circule el transporte público los sábados por razones religiosas.
Prestigio
En materia de récords en política, será muy difícil que vuelva a surgir en Israel un gigante como Peres. Durante sus más de seis décadas en activo fue varias veces ministro de diversas carteras, en particular las de Defensa y Exteriores, dos veces viceprimer ministro, dos veces 'premier', y al final de su vida elegido presidente -cargo en gran medida ceremonial- como premio y colofón de su carrera.
Su prestigio dentro y fuera de Israel tuvo, en cambio, el contrapeso del rechazo del sector más religioso y nacionalista, lo que explica que nunca llegara a ganar unas elecciones. Peres encabezó un gobierno reemplazando a Rabin -asesinado por un ultranacionalista israelí- y otro más por un acuerdo entre partidos.
Foto de archivo donde aparecen los entonces presidentes palestino Arafat, el egipcio Mubarak, el español Aznar y el israelí SimÓn Peres, durante un foro en Mallorca
Pese a que su apellido sugiere un antepasado español sefardí, Simon Peres nació en 1923 como Szymon Perski en Wiszniew, una localidad entonces polaca que hoy pertenece a Bielorrusia. Sus padres emigraron a Palestina, entonces bajo dominio británico, en 1934. Enrolado desde la primera hora en las 'fuerzas de liberación' judías, cambió de nombre cuando Ben Gurión pidió a los activistas interesados en hacer carrera política que adoptaran apellidos más hebreos. Sus compañeros usaban con él el mote de 'peres', que en hebreo significa 'buitre', nombre que finalmente decidió adoptar.
Talento militar
La historia quiso que sus detractores en Israel le tildaran mucho después de 'paloma', en particular desde que en 1994 obtuvo el Premio Nobel de la Paz. Pero los primeros pasos de Simon Peres en la política del flamante Estado hicieron honor a su nuevo nombre. El talento militar se puso de relieve en las primeras guerras contra las naciones árabes, pero su prestigio se disparó en 1973 cuando, siendo ministro de Defensa, llevó a cabo con éxito una audaz operación de rescate de un centenar de rehenes, detenidos en un aeropuerto de Uganda por secuestradores palestinos y alemanes.
Simon Peres fortaleció, durante una larga estancia en Norteamérica, la alianza clave con Estados Unidos. Negoció en secreto la bomba atómica para Israel, y labró su famosa máxima en diplomacia, entonces más que nunca de supervivencia del nuevo ente sionista en pleno Oriente Próximo: paz con los árabes moderados, y guerra sin cuartel a los yihadistas y a los terroristas.
Como consecuencia de esa política, entonces identificada con el laborismo que lideraba Peres, negoció junto al primer ministro Rabin la paz con la OLP de Yaser Arafat, un proceso que culminó con los Acuerdos de Oslo de 1993. Un año después los tres líderes obtendrían el Premio Nobel de la Paz. «Ayer era un sueño -dijo entonces Peres-, hoy es un compromiso».
El camino hacia la convivencia entre dos Estados, uno hebreo y otro árabe, en un territorio tan pequeño, conoció su primer contratiempo serio en 1995 cuando un ultranacionalista judío asesinó a Rabin. Tanto Peres como todos los que soñaban con la paz advirtieron entonces que el enemigo también dormía dentro. La sociedad israelí comenzó a radicalizarse en dos bandos, mientras en el palestino el movimiento yihadista Hamás -que había aparecido en escena con la primera 'intifada'- se levantó igualmente contra los herederos políticos de Arafat para tratar de monopolizar la ira de la juventud árabe, desposeída de tierra y, sobre todo, de esperanza.
Paz con los árabes
El proceso de paz impulsado por Peres, convencido de que algún día los palestinos podrían llegar a ser «los amigos más cercanos», empezó a tambalearse hasta caer de bruces en el 2000, en Camp David, donde Bill Clinton fue incapaz de poner de acuerdo a Arafat y al israelí Ehud Barak.
Simon Peres vivió sus últimos años como un oráculo para unos y un incomprendido por muchos, que le consideraron un 'soñador peligroso'. Fue laborista, pero siempre fiel a su patria y a su mujer, algo que no pueden exhibir otros líderes que se presentan como conservadores y pactan con el sector ultrarreligioso. Defendió la paz con los árabes, mientras no dejó de poner los medios para defenderla armando a su paìs hasta los dientes.