Shigeru Ishiba, nuevo primer ministro de Japón tras cuatro fracasos
El veterano político, némesis de Shinzo Abe, gana las agónicas elecciones del PLD
Un príncipe, un fracasado y una mujer se disputan Japón
Shigeru Ishiba ha ganado las elecciones internas del Partido Liberal Democrático (PLD). El veterano político se convierte en el presidente de la formación y, por tanto, en el nuevo primer ministro de Japón –oficioso hasta su investidura el próximo martes en una sesión extraordinaria ... de la Dieta–. Este idealista empecinado ha acabado triunfando en su «última batalla», según él mismo había adelantado, tras cuatro tentativas fracasadas.
La victoria final ha resultado agónica. Los parlamentarios del PLD junto a la representación proporcional de los afiliados concedieron la primera vuelta a Sanae Takaishi (181 votos) y relegaron al tercer puesto al joven Shinjiro Koizumi (136), gran favorito durante las dos semanas de campaña electoral.
Ishiba (154) avanzó en segunda posición al cara a cara definitivo, aunque en apariencia sin apenas opciones al haber quedado por detrás de Takaishi tanto en apoyo popular como elitista. La ultraconservadora había arrebatado al veterano su principal sustento, las bases del partido (109 frente a 108), y apenas le habían faltado tres puntos para superar también a Koizumi en las papeletas de sus colegas (72 frente a 75) e imponerse en ambos parciales.
Japón, país todavía muy convencional en cuestiones de género, parecía entonces a unos minutos de distancia del hito que supondría el nombramiento de su primera jefa de Gobierno mujer. Una expectación histórica rodeaba a la segunda vuelta, caracterizada como un juicio al legado del más importante mandatario contemporáneo, el difunto Shinzo Abe: un duelo entre su discípula y su némesis.
Pero, de nuevo, sorpresa. Ishiba obtuvo un ajustado 215-194, apenas siete votos por encima de la mayoría simple, para llevarse la elección. El factor que ha invertido el proceso pertenece, de momento, a las crípticas interioridades de la política nipona. Múltiples voces apuntan, no obstante, a hipotéticas directrices a sus acólitos del primer ministro saliente, Fumio Kishida, poco amigo de Ishiba, aún menos de Takaishi.
Claro e insistente
El PLD coloca desde ahora su destino en manos de un veterano con un amplio bagaje. Parlamentario desde 1986, Ishiba fue ministro de Defensa de 2007 a 2008, ministro de Agricultura de 2008 a 2009, secretario general del partido de 2012 a 2014, y ministro de Revitalización Económica de 2014 a 2016. Su fama de franco e independiente, capaz de sostener en público posiciones contrarias a la línea oficial e incluso criticar a sus compañeros de filas, le granjeó animadversiones que contribuyeron a sucesivas derrotas en las primarias de 2008, 2012, 2018 y 2020.
«Debemos creer en la gente, decir la verdad con coraje y sinceridad, y trabajar juntos para hacer de Japón un lugar seguro donde todo el mundo pueda vivir con una sonrisa de nuevo», ha declarado Ishiba, visiblemente emocionado, tras conocer los resultados que postergan su jubilación.
«Ishiba es un político veterano con más de tres décadas de experiencia y varios cargos en el Gabinete, pero ha estado fuera del liderazgo durante los últimos quince años, lo que le coloca en una posición única», apuntaba a este diario Yuko Nakano, investigadora del laboratorio de ideas CSIS, antes de las elecciones. «Si es elegido presidente del PLD, sería una señal de que tanto los legisladores como los afiliados están buscando un equilibrio entre la experiencia y la necesidad de reforma».
Próxima batalla
Las bazas del flamante primer ministro contienen asimismo naturaleza electoral. El Partido Democrático Constitucional (PDC), formación de centroizquierda y principal fuerza de oposición, también eligió esta semana a su nuevo líder. En su caso, Yoshihiko Noda, primer ministro de 2011 a 2012, figura respetada y moderada. Su experiencia hubiera perjudicado al bisoño Koizumi, y su centrismo hubiera arrinconado a la radical Takaishi.
El PLD presenta así a su candidato más sólido para tratar de mantenerse al frente del país, como ha hecho a lo largo de 65 de sus casi 70 años de historia, cuando lleguen las próximas elecciones generales. Ishiba hereda la legislatura de Kishida, vigente hasta octubre del año que viene, pero todo indica que podría activar el proceso de inmediato.
«Sería una manera de aprovechar el impulso, dado que los nuevos gobiernos suelen tener índices de aprobación más altos. Además, ganar una elección nacional podría ayudar a solidificar la posición del nuevo líder», auguraba Nakano. De momento, Ishiba disfruta hoy de su ansiada victoria en la última batalla, es decir, solo hasta la siguiente.
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