El reportero español detenido hace 18 días en Libia reaparece para llamar a sus padres
Retirada táctica de las tropas de Gadafi en la sitiada ciudad de Misrata. Los rebeldes claman victoria
El reportero español Manu Brabo, encarcelado en Libia, llamó por teléfono a sus padres en la noche de ayer sábado. «Lo que más echa de menos es un cepillo de dientes», confirmó a ABC su padre, Manuel Varela, minutos después de hablar con su hijo. «Se encuentra bien y nos ha dicho, sin querer entrar en demasiados detalles, que el peor momento fue cuando fueron detenidos».
Es la primera vez que se tienen noticias directas del paradero del fotógrafo «freelance» asturiano, que lleva varios días en una prisión del régimen libio y que, según relató por teléfono, es acusado por las autoridades de hacer fotografías ilegalmente y haber entrado en el país también de manera ilegal. «Estamos más tranquilos. Ha sido una buena llamada», añadió satisfecho Varela, que se puso inmediatamente en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores para avisar de que su hijo había sido autorizado a llamarles.
El testimonio de un informador argelino situó a Brabo y a otros enviados especiales extranjeros en un centro de detención el 11 de abril. Poco más se sabía frente al silencio oficial de Trípoli, a donde el Gobierno español mandó hace dos semanas a un diplomático para tratar de agilizar la liberación, en la que también trabajan las embajadas de Turquía y Hungría.
Brabo, nacido en 1981, fue capturado por hombres leales a Muamar Gadafi en el frente oriental de la guerra civil libia el 5 de abril cuando trabajaba con otros tres reporteros, dos estadounidenses y uno sudafricano. Los dos primeros se encuentran encarcelados en Trípoli al igual que Brabo. Del sudafricano no hay noticias sobre cuál es su paradero. Otra integrante del grupo, la periodista estadounidense Claire Morgane, pudo llamar el jueves a sus padres desde una cárcel de mujeres. Dijo que se encontraba bien y que había sido separada de Brabo y del otro reportero, James Fowley, hace pocos días.
Mientras, el frente de guerra ha sufrido un importante cambio. Misrata es desde ayer una ciudad liberada. Por el momento, y a la espera de que las huestes de Gadafi vuelvan a la carga. Tras dos meses de martilleante asedio, las tropas leales a Gadafi se tuvieron que retirar de las afueras de la ciudad ante el avance rebelde en esta ciudad clave —tercera de Libia con unas 300.000 personas— por su puerto de aguas profundas estratégico para recibir mercancías. Así lo anunció la cadena de televisión «Al Yasira». El viceministro libio de Asuntos Exteriores, Khaled Kaim, afirmó que «a partir de ahora Misrata está en las manos de las tribus locales y de los habitantes de la ciudad que deberán arreglar sus problemas con los rebeldes por el diálogo o por la fuerza».
¿Será una retirada estratégica de Gadafi? Tras someter a un bombardeo sistemático a la ciudad —con misiles rusos Grad e incluso bombas de racimo de fabricación española— y poblar algunos puntos de la ciudad con francotiradores, esta retirada parece sospechosa. La ciudad de Misrata estuvo tomada por las fuerzas gadafistas desde el comienzo de la revolución, el pasado 17 de febrero, y según fuentes médicas más de mil personas, en su mayoría civiles han muerto y otras tres mil han resultado heridas. «Este es un movimiento militar de Gadafi para ganar tiempo. Sólo eso», insiste un activista rebelde que no se fía al tiempo que reclama más decisión internacional para defender Misrata.
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