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Santos arrasa en las elecciones presidenciales de Colombia

El candidato oficialista Juan Manuel Santos, ex ministro de Uribe, vence en la segunda vuelta de las elecciones de Colombia con el 69% de los votos frente al 27% de su rival, Antanas Mockus, del Partido Verde

AP

Alejandra de vengoechea

El nuevo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se preparó toda la vida para el cargo que asumirá el próximo 7 de agosto cuando le reciba el mando a su mentor político, Álvaro Uribe Vélez. Mucho antes de ser Ministro en diferentes carteras -Hacienda, Comercio Exterior y Defensa, su último cargo- Santos, se afeitó la barba de entonces con un argumento que sorprendió: ningún presidente de Colombia había tenido barba. Él lo sería, estaba seguro. Y no se equivocó. Lo será hasta el 2014 con la posibilidad de ser reelegido si le va bien.

Amante de Churchill, de Roosevelt, hombre que se aprende de memoria los discursos que hicieron historia, definido por sus amigos como “un burgués culto, refinado, exigente y competente”, el ministro estrella de Uribe triunfó sin atisbos y con amplia mayoría una hora después de haberse cerrado la urnas. Escrutadas el 97,89% de las mesas, Santos logró 8.846.262 votos, equivalente al 68,99%. El independiente Antanas Mockus, del Partido Verde, logró 3.535.709 votos, equivalente al 27,57%.

Pese a la abstención, que superó el 51% de la primera vuelta del 30 de mayo, el triunfo mostró que los colombianos quieren el mismo estilo de Uribe, un abogado atildado y disciplinado que en ocho años logró reducir las cifras de seguridad a topes increíbles: 85% menos de secuestros, 45% menos de homicidios, 8.000 rebeldes menos. Uribe, quien se retira con 75% de popularidad, apoyó siempre a Santos. Era disciplinado, ambicioso, de resultados. Los colombianos vieron cómo en 2008 Santos sacó adelante operaciones tan arriesgadas como la que recuperó su libertad Ingrid Betancourt y 15 personas más.

Aunque el segundo periodo de Uribe estuvo marcado por gruesos escándalos –como el de los “falsos positivos” como se bautizó la práctica de las FF.AA. de asesinar civiles y hacerlos pasar por rebeldes muertos en combate- el mensaje de los más de 12 millones de colombianos que votaron ayer fue claro: no importa si no hay trabajo –con el 12,2% de desempleo Colombia tiene la segunda tasa más alta de América Latina- o si hay más de la mitad del país permanece en la pobreza.

Santos, como Uribe, es un hombre práctico, que toma férreas decisiones. Los colombianos quieren seguir teniendo un presidente capaz de bombardear territorios vecinos con tal de acabar con las guerrillas, como ocurrió con el bombardeo a Ecuador donde asesinaron a un importante jefe rebelde. Santos estuvo tras esas operaciones.

Santos, quien desde la primera vuelta del 30 de mayo pasado le propuso a todos los partidos “una unidad nacional” para seguir con la “prosperidad democrática” y seguir cosechando y afianzando los resultados de Uribe, llega cómodo al poder. Cuenta con el respaldo del 86 % de los parlamentarios, 232 de los 268 diputados y senadores del Congreso. Eso, en cifras concretas, significa que en el Congreso la oposición sólo tendrá ocho senadores y cinco diputados del izquierdista Polo Democrático, más los cinco senadores y un diputado del Partido Verde de Mockus. Total: 19 congresistas le harán contrapeso a Santos.

Pocos presidentes han llegado tan plácidos al poder como Santos. No sólo porque Uribe le allanó el camino – él mismo le agradeció su triunfo pues los resultados de Uribe fueron la plataforma del éxito de Santos-, sino que tiene todo a favor. Aparte del apoyo legislativo y ejecutivo, inspira confianza a los empresarios, entiende a los militares, conoce a los medios de comunicación pues fue subdirector del diario El Tiempo, de propiedad de su familia hasta hace algunos años.

Aunque ha recibido votos de congresistas cuestionados por corruptos, Santos tiene la habilidad de convertir crisis en oportunidades. “Solo los imbéciles no rectifican”, ha dicho tras sostener que “solo los ríos no se pueden devolver”. Aunque ni siquiera apoyó la primera candidatura de Álvaro Uribe en 2002, cuatro años después ingresó al uribismo.

Toda la fe está puesta en él, un hombre a quien sin duda todo le ha salido bien. Fue, por ejemplo, representante de la Federación de Cafeteros a los 24 años, cuando todavía el café era la principal exportación del país. Fue subdirector de El Tiempo (que en esa época era de su familia) cuando ese diario ejercía una influencia que no le disputaba ni la televisión privada ni el Internet. Fue brillante Ministro tres veces. Ahora Colombia espera que sea brillante presidente.

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