Los que se quedaron
Ucrania: un año de guerra
Millones abandonaron Ucrania cuando estalló la guerra. Lyudmyla, Arkadiy, Volodymyr, Yehor y Natalia no lo hicieron. Unos quieren luchar y otros solo sobrevivir. Esta es su historia
Especial | Un año de guerra en Ucrania
Cuando el presidente ruso Vladímir Putin lanzó un ataque a gran escala contra Ucrania, la vida se paralizó para millones de personas. Lo que se disfrazaba como una «operación militar especial» escondía una guerra que ha cambiado la vida de toda una nación. Más de ocho millones de personas han abandonado su país natal. Pero otros muchos no.
Doce meses después del estallido de la primera bomba, ABC viaja hasta Ucrania para conocer las historias de aquellos que decidieron no escapar. Recorremos más de dos mil kilómetros en tren para escucharles, para ver los lugares que se convirtieron en su trinchera personal, para contar lo que vivieron a través de sus propias palabras. Cinco relatos que ayudan a construir la historia de un país durante el año que lo cambió todo. Esta es la historia de los que se quedaron.
Lyudmyla Serhiivna
«Quiero que la comida les recuerde a su hogar, como la que le hacía su madre antes de la guerra»
El olor a sopa y pan recién hecho inunda toda la sala. «La guerra da miedo, mucho miedo», lanza Lyudmyla, cocinera para los soldados en Járkov, con la voz entrecortada. Recuerda a los amigos que la guerra le ha robado por los bombardeos rusos. Donde antes había vida juvenil, hoy solo hay un rastro de escombros y pólvora.
Lyudmyla se levanta de la mesa y trae un tarro con varios kilos de ensaladilla y otro con sopa, los mismos que están preparando para llevar a los soldados de Bajmut. Nos lo ofrece para poder comer el resto del día. «Sin comida un soldado no puede luchar. Quiero que la comida les recuerde a su hogar, como la que le hacía su madre antes de la guerra», dice. A veces un plato de sopa es igual de necesario que un fusil. Esta es la historia de Lyudmyla, la cocinera de Járkov.
Arkadiy Dovzhenko
«Los rusos me han roto las costillas, lanzado granadas… Debo ser un tipo afortunado porque sigo vivo»
Arkadiy Dovzhenko era biólogo marino y se convirtió en el líder de las revueltas de Jersón durante las primeras semanas de marzo de 2022. Las lesiones tras las torturas ya no le permiten seguir en primera línea, pero ayuda a los combatientes tejiendo redes y trajes de camuflaje. Recuerda los interrogatorios con una normalidad que solo la guerra es capaz de otorgar: «Intenté escapar del territorio ocupado cinco veces. En la última ocasión, mientras cruzábamos en coche el último puesto de control ruso, un grupo de soldados decidió que si queríamos irnos no deberíamos seguir vivos. Dispararon lanzagranadas contra nosotros», dice con el gesto serio. «Tuve suerte porque mi coche iba en medio y no fue alcanzado. Por eso sigo vivo». Esta es la historia de Arkadiy, el rebelde de Jersón.
Volodymyr Kosse
«Hemos puesto el corazón en este estadio, ¿cómo iba a marcharme y dejarlo todo?»
En el estadio de fútbol de Mykolaiv hay un calendario con fechas subrayadas en color naranja. Son los partidos de la liga ucraniana que nunca se llegaron a jugar. Volodymyr Kosse, director del estadio, recorre con su dedo índice los días hasta llegar a la fecha de hoy. Suspira. Cada día de guerra es un día menos de vida. Cuando Mykolaiv se convirtió en una ciudad situada en el frente bélico, no lo dudó. El moldavo decidió quedarse y convertir ese estadio en su trinchera. «Cada uno tiene derecho de querer irse o quedarse», dice. La guerra hace algo extraño con los hombres, y él encontró su propósito en cuidar de un campo de fútbol. Esta es la historia de Volodymyr, el futbolista de Mykolaiv.
Yehor Kosorukov
«Tenemos una misión aquí y el capitán debe ser el último en abandonar»
La oficina postal de Mykolaiv se parece más a un búnker que a cualquier otra cosa. Los cuadros de las paredes han sido sustituidos por listones de madera que amortiguan el impacto y un soldado armado con un AK47 revisa pasaportes. La guerra lo cambia todo, hasta el servicio de correos. Yehor Kosorukov, el director del servicio postal de la región, explica que se encargan del pago de las pensiones y hacen llegar a los hogares productos tan básicos como aceite, papel higiénico o calcetines porque apenas quedan supermercados.
Abre la ventana para enseñarnos el lugar y la estancia se ilumina. La abre desde lejos y cuando nos asomamos nos recuerda: «Cuidado, puede haber francotiradores enfrente». Luego evita la ventana y nos explica porqué decidió quedarse al frente de la oficina de correos. Esta es la historia de Yehor, el cartero de Mykolaiv.
Natalia Masnychenko
«Entiendo que mi mente debe calmarse, pero el cuerpo no aguanta todo esto»
«Queríamos arreglar la casa para acomodarla y estábamos esperando el nacimiento de nuestra segunda nieta. Se llama Melanka, tiene 6 meses. La otra nieta tiene 3 años y se llama Sofia. La vida era maravillosa. Bucha era como un cuento de hadas...». La vida de Natalia Masnychenko, como la de otros cientos de ciudadanos de Bucha, dio un vuelco el 24 de febrero de 2022. Ese día, recuerda, «llegaron los helicópteros rusos, treinta o treinta y cinco, no recuerdo bien... Empezaron a disparar, un horror (...).«Ese día jamás lo olvidaré –recuerda a ABC–, ni tampoco el 3 de marzo, cuando asesinaron a mi marido». Esta es la historia de Natalia, la viuda de Bucha.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete