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Putin indulta a un caníbal satánico que sacrificó a cuatro adolescentes por combatir medio año en el Ejército ruso

Drogó, apuñaló, decapitó y descuartizó a sus víctimas antes de comerse sus corazones, fotografiarse con sus cadáveres y «lavarse» con su sangre. El Kremlin le ha perdonado siete años de condena

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Daily Mail
Patricia Romero

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Pertenecer a una secta satánica caníbal y sacrificar personas en nombre de Satán puede salirte gratis si eres ruso y tu país te llama a filas. Es el caso de Nikolai Ogolobyak, de 33, años, quien sólo ha cumplido 13 de los 20 años a los que fue condenado por el asesinato de cuatro adolescentes. El motivo: el presidente ruso Vladimir Putin le ha indultado por haber combatido en los batallones 'Tormenta Z' para convictos del Ejército de Rusia durante medio año en la guerra de Ucrania.

Ogolobyak tenía que haber permanecido en prisión hasta el año 2030. Sin embargo, ahora es un hombre libre gracias al Kremlin. Regresó del frente el pasado 2 de noviembre y la única secuela que le ha quedado de la guerra es una «grave herida», según declaró el padre del ya exconvicto a '76.ru', de la que «se está recuperando en estos momentos».

«El Diablo les protegerá porque les hemos practicado muchos sacrificios», declaró en su día Ogolobyak a la Policía tras ser detenido. El ruso fue sentenciado en 2010 por participar, junto con otras seis personas, en el asesinato de cuatro jóvenes de entre 15 y 16 años. Las víctimas, que respondían a los nombres de Anya Gorokhova, Olga Pukhova, Varya Kuzmina y Andrei Sorokin, fueron sacrificadas en dos rituales separados.

Los siete asesinos, miembros de la misma secta caníbal, drogaron y apuñalaron a sus víctimas 666 veces, mientras recitaban un texto satánico, antes de descuartizarlas en un bosqueda de la región rusa de Yaroslavl. Acto seguido, encendieron una hoguera en una cabaña, donde concinaron y se comieron los cuerpos, en especial su lengua y su corazón. No contentos, se fotografiaron con los cadáveres ensangrientados de los jóvenes.

Se «lavaron» con la sangre

Anya y Olga, dos de las víctimas, habían conocido a sus asesinos en el instituto. Fueron engañaladas para ir a casa de Ogolobyak, donde se encontraban el resto de miembros de la secta. Las drogaron a base de alcohol y las llevaron al bosque. Una vez allí, los siete asesinos se organizaron en forma de pentagrama invertido, un símbolo muy común del satanismo, y encendieron una hoguera en el centro. Acto seguido, uno de ellos las decapitó y comenzaron a sacarse fotografías con las cabezas cortadas con sus móviles. También usaron la sangre de las chicas para que la novia de otro de los miembros se pudiera «lavar» con ella antes de arrojarlos a un pozo. Al día siguiente, volvieron a repetir el mismo rito. Esta vez con las otras dos víctimas, una joven pareja de novios: Varya y Andrei.

Apodado el «guerrero» por los fiscales del juicio, Ogolobyak fue el único que recibió condena al ser único miembro del grupo mayor mayor de edad en el momento en que se desarrollaron los hechos, el 28 de junio 2008. Trece años más tarde, Putin le ha puesto en libertad.

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