ENCUENTRO EN EL GRAN PALACIO DEL PUEBLO EN PEKÍN
EE.UU. reafirma ante China su oposición a la independencia de Taiwán
«Sostenemos la política de 'una sola China'», afirma Blinken tras una cita con Xi Jinping presidida por la distensión
Pero Washington no consentirá el cambio por la fuerza del 'statu quo' en la isla, a la que ayudará si es atacada
Blinken en China, por José M. de Areilza

La diplomacia es un juego de matices y todo eso, mucho juego y muchos matices, es lo que se ha visto durante la visita a Pekín del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken. Había que remontarse cinco atrás para un viaje similar, el ... de su predecesor Mike Pompeo en 2018, y Blinken llegaba el domingo por la mañana a China en el peor momento entre las dos mayores potencias del mundo. Tras dos días intensos, se marchó este lunes por la noche con las relaciones bilaterales estabilizadas después de reunirse con el ministro de Exteriores, Qin Gang, su jefe diplomático, Wang Yi, y hasta con el presidente Xi Jinping.
Todo un honor que no estaba previsto en su agenda y que fue anunciado solo una hora antes de celebrarse el encuentro. Como jefe de Estado, Xi Jinping no estaba obligado por el protocolo a recibir al responsable de la diplomacia de Estados Unidos por sus distintos rangos, pero el detalle revela la importancia que el régimen chino concede a su visita y a los lazos con la Casa Blanca.
«En términos de los objetivos que nos fijamos para el viaje, establecer canales de comunicación, tratar asuntos de interés y explorar la cooperación en lugares donde tenemos intereses comunes, creo que lo hemos hecho todo durante esta visita», se congratuló Blinken ante la Prensa tras entrevistarse con Xi Jinping y Wang Yi.

Para lograr este éxito después de años de sucesivas crisis, que empezaron con las disputas comerciales de Trump y han derivado en una 'Nueva Guerra Fría', Blinken tuvo que decir públicamente que «no apoyamos la independencia de Taiwán», la isla reclamada por Pekín. Después de que el presidente Biden prometiera el año pasado que EE.UU. defendería a Taiwán en caso de un ataque de China, este era el mensaje que el régimen del Partido Comunista quería oír en boca de Blinken.
Tanto en un discurso como en otro, Washington insiste en que no ha cambiado su política sobre Taiwán, que se basa en una calculada 'ambigüedad estratégica' que se remonta al cambio de sus relaciones diplomáticas por China en 1979. «Seguimos comprometidos con nuestra política de 'una sola China' y el Acta de Relaciones con Taiwán», aseguró Blinken refiriéndose al difícil equilibrio entre reconocer la reclamación de Pekín sobre la isla y el apoyo político y militar a su Gobierno regulado por ley. «No apoyamos la independencia de Taiwán y hemos dejado claro que nos oponemos a cualquier cambio unilateral del 'statu quo' por cualquier parte», precisó el secretario de Estado, quien mostró su honda preocupación por «las provocaciones que China viene llevando a cabo desde 2016».
«Hace falta elegir entre el diálogo o la confrontación y entre la cooperación o el conflicto»
Wang Yi
Jefe diplomático del Ministerio de Exteriores de China
Con el peligroso precedente de la invasión rusa de Ucrania, en el mundo cada vez inquieta más la reclamación del autoritario régimen de Pekín sobre la isla de Taiwán, que es independiente 'de facto' y cuenta con su propio Gobierno elegido democráticamente. Además, como recordó Blinken, un conflicto en el estrecho de Formosa desataría «una crisis económica que afectaría a todo el planeta porque el 50 por ciento del tráfico de contenedores de mercancías pasa por allí cada día y el 70 por ciento de los semiconductores se fabrican en la isla».
Pero las autoridades chinas han vuelto a dejar claro durante la visita del secretario de Estado que «Taiwán ha sido siempre el núcleo de nuestros intereses vitales y es donde yace el futuro de la nación china y la misión histórica y pertinaz del Partido Comunista», como le dijo el diplomático jefe, Wang Yi. En su condición de director de la Oficina de la Comisión Central para Asuntos Extranjeros del Partido Comunista, un cargo que está por encima del ministro de Exteriores, aseguró que «en la cuestión de Taiwán no hay espacio para las concesiones o compromisos» y «EE.UU. debe atenerse al principio de 'una sola China' y oponerse a la independencia» de la isla.
Levantar las sanciones
Además de aludir sin citarlas a las restricciones de Washington sobre las exportaciones de semiconductores a China, Wang demandó a la Casa Blanca que «deje de jugar a la llamada amenaza de China, levante las sanciones ilegales unilaterales, deje de contener nuestros avances científicos y tecnológicos y no interfiera en asuntos internos». A tenor del comunicado oficial chino, Wang Yi señaló que la visita de Blinken llega en «un momento crítico de las relaciones entre China y EE.UU., y hace falta elegir entre el diálogo o la confrontación y entre la cooperación o el conflicto». De esta manera, Pekín pretende «evitar la espiral cuesta abajo de las relaciones, traerlas al desarrollo sano y correcto y explorar conjuntamente el camino recto para que China y EE.UU. se lleven bien en la nueva era», dijo Wang aludiendo al término con que la propaganda ha bautizado el mandato de Xi Jinping.
Para ello, pidió a EE.UU. que «reflexione sobre sí mismo y trabaje con China para gestionar juntos las diferencias y evitar sorpresas estratégicas». A su juicio, «la tarea más urgente para estabilizar las relaciones bilaterales es actuar sobre el entendimiento común entre los dos presidentes con acciones reales». Con ese propósito, instó a Washington a «no proyectar sobre China la asunción de que un país fuerte está destinado a buscar la hegemonía y a no malinterpretar a China con el camino seguido por los poderes occidentales tradicionales». A su juicio, la causa de este deterioro de sus relaciones «es la percepción equivocada de EE.UU. con China, que le ha llevado a guiar mal sus políticas».
Relaciones en su punto más bajo
Tanto en boca de Wang Yi como del ministro Qin Gang, Blinken tuvo que aguantar el rapapolvo de que las relaciones bilaterales están «en su punto más bajo» por el apoyo de Washington a Taiwán. Con dichas quejas debidamente aireadas por los comunicados oficiales chinos, y el estadounidense sin citar ni uno solo de los asuntos tratados hasta el final de la visita, parece que ese fue el precio a pagar para reunirse con Xi Jinping y reabrir así la comunicación al más alto nivel.
Tal y como recoge la declaración oficial del encuentro difundida por Pekín, Xi describió las conversaciones de Qin Gang y Wang Yi con Blinken como «sinceras y en profundidad». «La parte china ha dejado clara su posición y ambos hemos acordado seguir el entendimiento mutuo que el presidente Joe Biden y yo alcanzamos en Bali», se congratuló Xi refiriéndose a su encuentro de noviembre durante la cumbre del G-20 celebrada en Bali.
Además de anunciar que «ambas partes han hecho progresos y alcanzado acuerdos en algunos asuntos concretos», el presidente chino advirtió de que «las interacciones de Estado a Estado deben basarse siempre en el respeto mutuo y la sinceridad». En este sentido, confió en que la visita de Blinken contribuya a hacer «contribuciones positivas para estabilizar las relaciones entre China y EE.UU.».
Jugando muy diplomáticamente a los matices con su calculada 'ambigüedad estratégica', Blinken le dijo a Xi Jinping lo que quería oír sobre Taiwán para consumo interno de China: que no apoya la independencia de una isla que ya es independiente 'de facto'. En la rueda de prensa posterior a su encuentro, Blinken volvió a alertar sobre la violación de derechos humanos en China y a abogar por reducir los riesgos sin desacoplarse, pero eso ya no lo recogerán los medios del régimen.
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