La presidenta electa de México intentó demorar, sin éxito, la reforma judicial de López Obrador

La aprobación de esta modificación constitucional ha tensionado la economía, elevado el tipo de cambio y motivado el rechazo del empresariado y de los principales socios comerciales de México (Estados Unidos y Canadá). En paralelo ha mostrado la faceta más autoritaria del Gobierno López Obrador: la reforma se aprobó entre disturbios callejeros, gracias a la ausencia de un senador opositor demorado por autoridades policiales y con otro senador opositor que fue presionado desde el Gobierno por los expedientes judiciales en los que su padre es investigado por supuesta corrupción y finalmente votó con Morena.

Según pudo conocer ABC de fuentes del entorno de Sheinbaum, la reforma judicial, en su letra original, era rechazada por la próxima mandataria, a pesar de que esta en público había cerrado filas con López Obrador.

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Por lo bajo, Sheinbaum intentó hace diez días que senadores y diputados morenistas demoraran la aprobación de la reforma para esperar a que ella tome el poder y poder matizar ciertos puntos que generan nerviosismo en el empresariado y en los socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Pero López Obrador la convocó a una reunión a solas y allí se decidió ir a fondo con la reforma.

En paralelo, el presidente ha designado más de 30 personas en el gobierno que viene. En junio le dijo a Sheinbaum que serían solo cinco, pero ha avanzado sobre decenas de posiciones con el argumento de que había que reconocer a las personas que habían trabajado en su gobierno.

Según comentan a ABC desde el equipo de transición, la dinámica fue similar en diversos casos: Sheinbaum se reunía con López Obrador, este le preguntaba a quien iba a designar en tal o cual posición, Sheinbaum decía que estaba estudiando una terna de nombres y ante esa oportunidad de duda el presidente instalaba a su candidato. Así, por ejemplo, le designó a la próxima secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, que viene de ser secretaria de Seguridad con López Obrador.

Por esta dinámica, en las últimas semanas Sheinbaum ha evitado reunirse con el presidente para ver temas de su gabinete y ha realizado ciertas designaciones de modo más personal, como son los casos del próximo director de la petrolera estatal Pemex o el próximo secretario de la Defensa.

Al gobierno se agrega el control partidario. López Obrador ha designado como próxima titular de Morena a su actual secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, y pretende ubicar como su segundo a su propio hijo, Andrés López Beltrán, señalado en diversos escándalos de supuesta corrupción.

El control del partido es crucial porque allí se aprueban las candidaturas para alcaldías, gubernaturas y poderes legislativos locales y federales. Todas decisiones que ahora tendrán que contar con el visto bueno del hijo del presidente.

Sheinbaum no ha podido siquiera elegir plenamente su lugar de residencia. No quería vivir en Palacio Nacional y había seleccionado una residencia propiedad del Gobierno en el sur de la Ciudad de México. Pero, una vez más, AMLO se impuso y vivirá frente al Zócalo.

Estos movimientos han cristalizado en el ámbito político la teoría de que, al menos durante el primer año de gobierno, Sheinbaum seguirá fuertemente condicionada por López Obrador y con márgenes de autonomía relativamente escasos.

El tratamiento de la reforma judicial ha reforzado esa idea porque Sheinbaum, en ningún momento, al menos en público, demostró tener una voz propia, una opinión sobre el debate: en todo momento se mostró coordinada con el presidente y varios de sus futuros funcionarios colaboraron en la estrategia de Palacio Nacional.

«Con la elección de jueces, magistrados y ministros se fortalecerá la impartición de justicia en nuestro país», escribió la próxima mandataria en sus redes sociales una vez aprobada la reforma. «El régimen de corrupción y privilegios se queda cada día más en el pasado y se construye una verdadera democracia y un verdadero estado de derecho», agregó.