El pragmatismo de China se impone a Occidente en la conquista de África

Rebajando sensiblemente las partidas de reuniones anteriores, Xi Jinping se comprometió a destinarles durante los tres próximos años 360.000 millones de yuanes (46.000 millones de euros) para financiar un plan de diez puntos que ayude a la modernización de África y a crear un millón de puestos de trabajo.

Para ello, el régimen de Pekín tiene previstas 30 obras de interconectividad y 1.000 «pequeños hermosos proyectos», como los llama Xi Jinping, dentro de sus 'Nuevas Rutas de la Seda' ('Una Franja, Una Ruta' según la terminología de la propaganda). De ellos, 210.000 millones de yuanes (26.700 millones de euros) serán para préstamos y 80.000 millones de yuanes (10.170 millones de euros) para ayudas al desarrollo.

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Jaime Santirso | Corresponsal en Pekín

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Además de anunciar 20 proyectos de digitalización, Xi animó a las empresas chinas a invertir en África 70.000 millones de yuanes (8.900 millones de euros).

Para fomentar el comercio y el desarrollo, el presidente chino prometió la apertura de su mercado a los productos de los 33 países más pobres de África. Pero, al contrario que hace tres años en la cumbre celebrada en Senegal, en la que participó por vídeoconferencia, Xi Jinping no reiteró esta vez su promesa de comprarle a África hasta 300.000 millones de dólares (270.000 millones de euros).

«China está preparada para profundizar la cooperación con África en agricultura, infraestructuras, comercio e inversión», declaró Xi el jueves en el discurso inaugural de Focac.

«Con este foro, China puede mostrar su buena relación con los países africanos y lograr su apoyo en sus iniciativas globales, por ejemplo con Sudáfrica pidiendo más representación del Sur Global en el Consejo de Seguridad de la ONU para darle más peso en la escena internacional«, valora Mario Esteban, analista del Real Instituto Elcano y catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, donde dirige el Centro de Estudios de Asia Oriental. Por ese motivo, «hay poca controversia en lo político y beneficia a su narrativa sobre el desarrollo del Sur Global, reforzando su cooperación práctica con África en un contexto internacional más hostil» para China por sus diferencias con Estados Unidos y la Unión Europea.

Pero eso no ha podido evitar los gravísimos problemas de endeudamiento que han sufrido algunos países africanos por los créditos de Pekín, que financia proyectos multimillonarios a cambio de materias primas, recursos naturales y obras de infraestructuras que son construidas por empresas chinas. Así ha ocurrido en Zambia, Ghana y Etiopía, que han suspendido los pagos de su deuda soberana en los cuatro últimos años. También en Yibuti, donde China ha construido su primera base militar en el extranjero en un punto estratégico del Cuerno de África, y en Kenia, donde han estallado disturbios mortales contra los impuestos para pagar su astronómica deuda pública, que asciende a 72.000 millones de euros, un 70 por ciento de su PIB. En este último país, la financiación de Pekín es crucial para terminar su ferrocarril a Uganda, construido por empresas chinas y detenido desde 2019 por falta de fondos. En noviembre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó de que 13 países africanos sufrían un serio riesgo de endeudamiento, que ya estaba provocando problemas en siete de ellos.

«La trampa de la deuda es un asunto complejo porque no afecta a todos los países por igual ni se debe por completo a China», matiza Mario Esteban. Para evitar tales riesgos, Xi Jinping prefiere invertir ahora en esos «pequeños hermosos proyectos» y en planes de energías limpias, como los 30 anunciados en este foro, en lugar de en grandes infraestructuras. «China ha flexibilizado razonablemente bien sus condiciones de pago y no se ha enemistado con estos países, ya que ha visto que no tiene sentido hacer un uso no racional de sus recursos que genera un endeudamiento contraproducente», explica Esteban.

En este sentido, el analista de Elcano asegura que «China sabe manejar las crisis, como ocurrió con Etiopía u otros países donde hay golpes de Estado, porque esos cambios políticos internos no generan un cambio geoestratégico exterior y Pekín sigue su relación con quien toma el poder. Es distinto a lo que hace Occidente porque China es más pragmática«.

Como bien señala Esteban, «la diferencia con Occidente está en las normas y estándares, que a veces son menos estrictos y eso puede dar lugar a proyectos que generan problemas medioambientales o sociales». Occidente, que acusa al autoritario régimen de Pekín de no respetar los derechos humanos y fomentar la corrupción en algunos países de África, lanzó hace dos años un plan de infraestructuras del G-7 cifrado en 600.000 millones de dólares (540.000 millones de euros) para competir con las 'Nuevas Rutas de la Seda'. Pero China sigue congregando a todos los países africanos y ganando influencia en ellos gracias no solo a su lluvia de millones, sino también a foros magnificentes como este de Pekín que capta a sus élites.

Con este fin, construirá en África 25 centros de investigación e invitará a mil políticos y funcionarios a China para aprender sobre «la gobernanza moderna», según informa la agencia estatal de noticias Xinhua. Además, destinará mil millones de yuanes (128 millones de euros) a ayuda militar y formará a 6.000 soldados y mil policías, invitando a medio millar de jóvenes oficiales a China. De igual modo, destinará 2.000 millones de yuanes (250 millones de euros) a energías renovables y ayuda alimentaria de emergencia y enviará a 2.000 médicos y 500 expertos agrícolas a África. Todo con tal de liderar el Sur Global para imponerse a Occidente.