El potencial uso por Ucrania de sistemas misilísticos superiores dispara la tensión
Las tropas rusas conservan la iniciativa en los sectores de Kupiansk, Chasiv Yar, Prokovsk, Kurajovo y Vuhledar
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Tropas rusas contratacan para destruir o expulsar a las ucranianas de la bolsa que éstas lograron tras su incursión, el 6 de agosto pasado, en el óblast ruso de Kursk. Los mayores esfuerzos se localizan en la zona de Snagost, así como en la ... de Sheptukhovka, en dirección a Malaya Loknya. Simultáneamente, se desarrollan ataques aéreos contra la infraestructura y redes de distribución energéticas de Ucrania en el óblast de Sumy, para negar o entorpecer el apoyo logístico a sus tropas en aquella bolsa. Eso está produciendo un desgaste de tropas y reservas ucranianas, sin que ello aporte beneficios más allá de su valor como activo en una potencial negociación de cese de hostilidades.
En el umbral de la raspútitsa –mar de lodo provocado por las lluvias otoñales–las tropas rusas conservan la iniciativa en los sectores de Kupiansk, Chasiv Yar, Prokovsk, Kurajovo y Vuhledar.
Tal escenario operativo, favorable a Moscú, produce una crítica ecuación: al mismo ritmo con el que las tropas rusas van capturando objetivos en el Donbass, se va incrementando la exigencia de Kiev de nuevas capacidades militares, para atacar objetivos en profundidad en el territorio ruso.
La demanda de sistemas misilísticos superiores, así como de la correspondiente autorización para usarlos, fue acuciantemente formulada por Zelenski durante la ministerial de donantes, en Ramstein, el 6 de septiembre. Asimismo, constituyó un punto relevante –«el punto principal de discusión» (Biden 'dixit')–, de la agenda de la reunión entre el presidente norteamericano y el primer ministro británico, Keir Starmer, celebrada en la Casa Blanca, el 13 de septiembre. Todavía no ha habido decisión, demorando ésta a la Asamblea General de la ONU de finales de septiembre.
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Complejidad
El asunto es extremadamente complejo y eleva la tensión internacional en base a cuatro postulados. El primero es que, debido a la gran implicación de la OTAN en el conflicto ruso-ucraniano, una derrota «descontrolada» de Ucrania, sería percibida como un gran fracaso de la Alianza, lo que dañaría fuertemente su credibilidad. El segundo postulado radica en que los sistemas requeridos por Zelenski son de extraordinaria complejidad incluyendo el guiado, la designación de objetivos y la gestión satelital; su operación requeriría especialistas que, lógicamente, tendrían que pertenecer a los ejércitos de los países donantes. Razón principal por la que, a pesar de que Alemania sea el segundo país, tras EE.UU., en la entrega de armamentos a Ucrania, el canciller Scholz se haya opuesto a la transferencia de los fabulosos misiles de crucero Taurus.
El tercer postulado estriba en el hartazgo del Kremlin por el fracaso de sus sucesivos avisos (líneas rojas) para impedir la escalada armamentista, que viene patrocinando las capacidades bélicas ucranianas; tales fueron, entre otras: bombas de racimo; carros de combate; misiles de 100 km de alcance; o cazabombarderos F-16. Ocasiones que, en una suerte de jolgorio de órdagos, movieron a Putin a anunciar, antes de la referida reunión británico-norteamericana –perdón por la repetición–, que, si Ucrania utilizase misiles de largo alcance para atacar territorio ruso, la naturaleza del conflicto mutaría y ello equivaldría a «una declaración de guerra» de la OTAN. El líder ruso daba así entrada a la posibilidad del empleo de las capacidades nucleares.
El tercer postulado estriba en el hartazgo del Kremlin por el fracaso de sus sucesivos avisos (líneas rojas) para impedir la escalada armamentista
Una delicadísima cuestión burlesca y públicamente comentada por el poco diplomático y sarcástico ministro de asuntos exteriores británico, David Lammy. El cuarto postulado se asienta sobre el lamentable momento político internacional. Con EE.UU. sumido en la incertidumbre electoral y la posibilidad de regreso de Trump (tras sufrir un segundo atentado frustrado), y el consiguiente vuelco de la Administración norteamericana. Con un bisoño Gobierno británico empeñado en alcanzar los permanentes objetivos anticomunitarios de su país. Y con los dos grandes motores de la UE, Alemania y Francia, sufriendo liderazgos débiles y clases políticas desastrosas.
A este respecto, el reciente Informe Draghi certificando «una lenta agonía económica de Europa», alerta sobre colosales problemas europeos, entre otros, de: eficiencia, productividad, crecimiento, descarbonización y emigración (puestos de trabajo). Tan infausta conjunción de postulados dispara una tensión internacional que, me temo, Zelenski difícilmente podrá atajar con un nuevo plan que pretende presentar en una segunda conferencia de paz en Suiza, en noviembre, con Putin a la mesa. No veo que éste se preste a bailar esa pachanga.
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