Mueren cuatro policías turcos a manos de guerrilleros del PKK

El asesinato de cuatro policías turcos, tiroteados ayer en Dörtyol, en la provincia de Hatay, que ha sido atribuido a la guerrilla kurda del PKK, es la gota que ha colmado el vaso del equilibrio intercomunitario en Turquía. Desde que esta organización anunciase el pasado junio el fin del alto el fuego unilateral que mantenía desde hace año y medio, los ataques y atentados han sido casi diarios. Turquía ha perdido a más miembros de las fuerzas de seguridad en este conflicto en lo que va de año que el ejército británico en Afganistán . El goteo de cadáveres es constante, y con cada ataúd envuelto en la bandera turca crece la cólera nacional.

Tras conocerse la noticia del ataque, grupos de exaltados apedrearon y prendieron fuego a la sede local del partido kurdo BDP y a los negocios de una docena de ciudadanos de origen kurdo. El día anterior, una pelea en un café en la ciudad de Inegöl, cerca de Estambul, ya había derivado en un enfrentamiento de corte étnico que se saldó con medio centenar de detenidos y numerosos heridos.

El plan de paz del gobierno de Recep Tayyip Erdogán parece ahora completamente fracasado. Muchos kurdos acusan al estado de centrarse en el desarrollo económico sin ofrecer ningún avance en el terreno de los derechos culturales . «La iniciativa kurda despertó muchas esperanzas, pero luego se ha demostrado que el paquete de medidas no era suficiente. Mientras, el ejército y la guerrilla continúan con sus acciones», explica un periodista local en Hakkari que pide el anonimato.

«No somos separatistas, pero queremos que se respete nuestra identidad», asegura Abdulá Kiliç, teniente de alcalde de esa ciudad. «Somos ciudadanos del mismo país, y si Alá me hubiera hecho nacer en Estambul sería turco, pero nací aquí y soy kurdo », dice.