La perversión de Ortega: forzar la salida de emigrantes y sostenerse con sus remesas
El hecho de que las remesas que llegan a Nicaragua se hayan doblado en los dos últimos años se debe a la gran salida de personas del país
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El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, habla durante una marcha denominada 'Caminamos por la paz, con fe y esperanza' en honor al beato salvadoreño Monseñor Oscar Arnulfo Romero
La estampida de emigrantes provocada por la represión de los Ortega ha convertido a Nicaragua en el país de América con mayor peso de las remesas familiares en la economía nacional. El Fondo Monetario Internacional precisa que el crecimiento económico del 3% que este ... año habrá obtenido Nicaragua se debe en gran medida a esos envíos remitidos desde el exterior por los emigrantes, que en 2023 pueden haber alcanzado un volumen cercano a un tercio del PIB.
Un último estudio de 'Diálogo Interamericano' sitúa la cifra en el 30%, superando con ello a otros países centroamericanos donde tradicionalmente el peso de las remesas era mayor, como Honduras y El Salvador, cuyo volumen en 2023 se prevé equivalente al 28% y al 24,5% del PIB, respectivamente. Se trata de un récord solo claramente superado en el mundo por Tayikistán y Tonga, según los registros del Banco Mundial.
El hecho de que las remesas que llegan a Nicaragua se hayan doblado en los dos últimos años se debe a la gran salida de personas del país, en un proceso acelerado desde la fuerte represión de las protestas sociales de 2018 y acentuado aún más después con un sinfín de medidas totalitarias adoptadas por parte del presidente Daniel Ortega y de su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.
Con anterioridad, la emigración económica a Costa Rica era la salida natural que tenían los nicaragüenses para mejorar sus perspectivas personales y familiares, pero se trataba de un proceso de ida y vuelta, dada la vecindad entre ambos países, que por su menor volumen no incidía tanto en la economía nacional (en la primera década de este siglo las remesas no llegaban al equivalente del 10% del PIB anual).
La represión de los Ortega ha multiplicado la salida del país, ahora especialmente en dirección a Estados Unidos, en cuya frontera con México las autoridades estadounidenses han detenido entre 2020 y 2023 a 300.000 nicaragüenses queriendo entrar ilegalmente.
Si en 2019 el 19% de la población decía querer marcharse, hacia finales de 2021 se alcanzó el 56%. En 2019 abandonaron Nicaragua 100.000 personas; en 2020 la cifra bajó debido a las dificultades de movilidad por la pandemia, pero en 2021 volvió a subir, alcanzando los 161.269 emigrantes; en 2022 hubo un récord de 350.000. Se calcula que esta cifra descienda este año a la mitad, si bien el volumen de las remesas seguirá en ascenso: de los 3.225 millones de dólares que los nicaragüenses en el exterior remitieron a sus familiares en 2022 se pasará a los casi 5.000 millones de 2023, de acuerdo con el especialista Manuel Orozco, de Diálogo Interamericano. Ese dinero llega a un millón de hogares.
Mientras la economía marcha y los Ortega pueden evitar protestas sociales que se derivarían de un importante descenso de ingresos (al tiempo que la familia presidencial, con sus hijos haciendo negocios en diversos sectores, se enriquece), el régimen sigue descendiendo en el pozo del totalitarismo.
Murillo procedió a comienzos de noviembre a una gran purga en el poder judicial, con el despido de más de 900 funcionarios de Justicia, entre ellos la presidenta de la Corte Suprema, cuyas funciones, en última instancia, se ha adjudicado la propia vicepresidenta. Además de la creciente persecución de la práctica religiosa, que va más allá de los injustos procesos contra obispos y sacerdotes, así como de la expulsión de órdenes y organizaciones y la confiscación de sus bienes, el régimen se ha mostrado especialmente intolerante sobre cualquier evento popular que no pueda controlar el Frente Sandinista. Así, ha encarcelado a los responsables del certamen Miss Nicaragua después de que la ganadora, Sheyniss Palacios, se coronara en noviembre como Miss Universo. Las celebraciones callejeras y patrióticas por el triunfo de Palacios, que en 2018 participó en las marchas contra el Gobierno, provocaron grandes celos en Murillo.