Los países del Sahel echan a EE.UU. y llaman a los rusos, que ofrecen sus servicios a cambio de explotaciones mineras
La compañía de mercenarios Wagner, en una nueva versión creada por Putin, ya opera en la región
El golpe de Estado en Níger evidencia el creciente poder de Rusia en África ante la desidia de Occidente
Estados Unidos retirará sus tropas de Níger y Chad, después de más de una década de presencia en la región del Sahel africano para luchar contra el yihadismo, por exigencia de los gobiernos militares que se han ido haciendo progresivamente con el poder. Aunque ... no es oficial, el vacío que dejen tanto los norteamericanos como los franceses -que fueron los primeros en ser expulsados- será cubierto por los militares rusos, más interesados en la explotación de recursos mineros que en la persecución de las milicias de Estado Islámico y Al Qaida.
La noticia, adelantada por el 'New York Times', no es una sorpresa. En julio del año pasado, cuando los militares golpistas dieron el golpe en Níger, anunciaron la expulsión de las tropas de la ex metrópoli gala, y dieron a entender que harían lo mismo con el resto de las europeas y norteamericanas. Otros dos países del cinturón subsahariano, Malí y Burkina Fasso, habían seguido el mismo camino.
Con un poco de retraso, se confirma ahora el acuerdo con Washington para la salida de los mil militares norteamericanos que tienen bases en Níger, y el centenar del Chad. Como informó Associated Press, a principios de este año llegaron a Níger los primeros monitores rusos, encargados de sustituir a los norteamericanos en el manejo del armamento, que también procederá de Moscú. Es de prever que cuando se consume la salida de las tropas de EE.UU. llegarán más contingentes rusos, como ya lo han hecho en Malí y Burkina.
Un informe elaborado con documentos internos rusos, al que tuvo acceso en su día la BBC, reveló que la compañía de mercenarios Wagner -antes cercana al Kremlin y ahora plenamente controlada por Putin- ha puesto en marcha una vasta estrategia para ofrecer sus servicios en el África occidental. El informe lleva la firma del Royal United Service Institute (Rusi), el 'think tank' de asuntos de Defensa más veterano del Reino Unido.
Según esta fuente, la nueva empresa rusa de mercenarios se denomina 'Cuerpo Expedicionario' y, manteniendo toda la infraestructura y medios del antiguo Grupo Wagner, ha sido puesta ahora bajo el control de la Inteligencia militar del Estado. Tras el asesinato del líder de la Wagner, Yevgeny Prigozhin, que en junio de 2023 tuvo la osadía de encabezar un golpe de Estado contra Putin, el nuevo director es el general Andrei Averianov, jefe de un departamento de la Inteligencia militar al que se acusa de estar detrás del intento de envenenamiento en Londres del agente doble Sergei Skripal.
Una vez puesto por Putin al frente de la Wagner 2.0 después del verano, Averianov llevó a cabo una amplia gira por África para renovar contratos de 'seguridad' con gobiernos y ofrecer nuevos incentivos. Según la BBC, el viaje -en el que estuvo acompañado por el viceministro ruso de Defensa- le llevó a Libia, Centroáfrica -donde la Wagner está más establecida- y los tres países del Sahel que han experimentado golpes militares recientes: Mali, Burkina Fasso y Níger.
En todos ellos, la oferta de Averianov fue similar: máxima seguridad para los nuevos líderes políticos, a cambio de acceso a la explotación de minas, en particular las de oro y uranio. Una propuesta difícil de rechazar en los tres casos citados. Los militares que ahora mandan han llegado al poder gracias a golpes de palacio contra los presidentes a los que decían proteger, por lo que es de sospechar que se sentirán más tranquilos poniendo su seguridad en manos de mercenarios rusos.
Ellos serán los encargados de impedir que otros militares locales quieran seguir su mismo camino, en el clásico «quítate tú que me pongo yo». La primera víctima de este giro en el Sahel es Francia, la antigua metrópoli, que no solo se ve desplazada en el terreno político sino también en el económico. Las 56 centrales nucleares francesas, que nutren los dos tercios del consumo energético del país, tienen que buscar otros mercados de uranio a mayor precio.
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