Noruega es criticada por sus vecinos por beneficiarse de la guerra en Ucrania

La mayor compañía de gas de Noruega, Equinor, segunda en la industria en Europa después de la rusa Gazprom, triplicó su beneficio neto en el segundo trimestre hasta el equivalente a 6.700 millones de euros. Sus accionistas esperan una fuerte distribución de dividendos y la participación estatal en la empresa es del 67%. La ayuda noruega al Ejército ucraniano, sin embargo, no se encuentra precisamente a la cabeza de los esfuerzos europeos. Según el Instituto de Kiel para la Economía Mundial, Noruega ha dado hasta ahora 3.180 millones de euros en ayuda militar y financiera, mientras que Suecia entregó 5.180 millones y Dinamarca alcanzó los 7.460 millones. Sólo el pasado mes de diciembre, y presionada por la OTAN, Noruega ha destinado una partida de 2.000 millones de euros que irá llegando progresivamente a Kiev en los próximos meses, si es que la guerra no ha terminado antes, como ha vaticinado Donald Trump.

Recientemente, además, Noruega ha comenzado a retirar sus ayudas a los refugiados ucranianos. Para la ministra noruega de Justicia, Emilie Enger Mehl, la voluntad de los noruegos de ayudar a los refugiados de Ucrania ha llegado a su límite. «Este Gobierno ahora está restringiendo la posibilidad de un estatus de protección para las personas de Ucrania porque nuestras comunidades están sufriendo la inmigración y hasta ahora hemos acogido a un número desproporcionado de refugiados», ha explicado la política del Partido del Centro Campesino, que gobierna con los socialdemócratas.

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El Gobierno noruego ha decidido clasificar partes del oeste de Ucrania como zonas seguras, desde las que los refugiados en Noruega ya no reciben un estatus de protección automático, sino que deben solicitar asilo individualmente. Los ucranianos procedentes del oeste del país están siendo deportados y el dinero de ayuda a la subsistencia de los refugiados ucranianos que sí pueden quedarse también se están recortando drásticamente. Esta parece ser la gota que ha colmado el vaso de la paciencia nórdica. Los vecinos de Noruega han roto el silencio y comienzan a escucharse voces muy críticas con el primer ministro noruego, el laborista Jonas Gahr Støre.

Ya antes del verano, el polaco Mateusz Morawiecki había reprochado a Noruega «los beneficios excesivos y gigantescos» como productor de gas y a causa la guerra de Ucrania: «no son correctos». «Deberían compartir esto con aquellos que han sido más golpeados por la guerra, con Ucrania», insistió Morawiecki. El resto de los países nórdicos habían evitado hasta ahora señalar con el dedo acusador la política energética especulativa de su vecino y socio en la OTAN, pero el trato a los refugiados ucranianos ha derribado el tabú.

La eurodiputada danesa Christel Schaldemose ha lanzado el dardo: los noruegos deberían hacer lo «decente» y enviar, si no todo, al menos una gran parte de los ingresos adicionales que genera el suministro de gas a países como Alemania a Ucrania. «¿Cómo demonios pueden nuestros hermanos y hermanas noruegos mirarse a los ojos?», se preguntaba recientemente el editor en jefe de 'Politiken' en el editorial del 15 de enero.

Noruega no es miembro de la UE, pero una delegación del Parlamento noruego visitará Bruselas a principios de febrero y la diputada danesa Kira Marie Peter-Hansen espera aprovechar esa oportunidad para hacer preguntas críticas al respecto, según ha informado 'Frankfurter Allgemeine'. Pero nada indica que el Gobierno noruego esté dispuesto a admitir crítica alguna. «Europa no tiene mejor amigo que Noruega porque somos capaces de abastecer de gas a Europa», ha zanjado el ministro de Finanzas de Oslo, Trygve Slagsvold Vedum, que ha hecho fluir los beneficios hacia el fondo de pensiones estatal y que opina por su parte que «Dinamarca debería más bien darnos las gracias«.

El Gobierno noruego se enfrenta también a duras críticas internas, debido a que suministrar energía a otros países europeos supone a menudo dejar en situación crítica el suministro en su propio territorio.

Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados critica por su parte con indignación: «Noruega está inundada por todos los miles de millones de petróleo y gas a raíz de la guerra de Ucrania. El precio del petróleo está por las nubes, tenemos incluso más ingresos de los que ya tenemos y, sin embargo, tomamos cuatro mil millones de coronas (400 millones de euros) del presupuesto de ayuda al desarrollo para acoger a los refugiados ucranianos».