Técnicas de combate para los «resucitados de San José»
Comienza el revestimiento parcial del tramo del hueco por el que empezarán a salir este miércoles los 33 mineros chilenos atrapados a 624 metros

Con el tiempo a favor, los 33 mineros sepultados en vida continúan una rígida disciplina de trabajo en el fondo de la mina San José. Además de colaborar en su propio rescate, retirando escombros o, como hicieron la víspera, dinamitando parte de la boca del túnel que les devolverá a la superficie, siguen un riguroso plan de ejercicios para mantenerse en forma. Como parte del mismo se incluye un sistema de adiestramiento similar al de los pilotos de combate denominado L1, caminatas a paso ligero por las galerías en forma de serpentina, saltos con cuerdas —como en los entrenamientos de boxeadores— y una dieta severa que les ha hecho perder una media de seis kilos a cada uno.
Las condiciones de los tres ascensores o «cápsulas» y su recorrido —unos seiscientos metros al centro de la tierra—, obliga a los 33 hombres más vigilados de Chile a mantener «un régimen líquido cuarenta y ocho horas» antes de adentrarse en la jaula que les devolverá a la libertad, según informo el ministro de Salud, Jaime Mañalich.
Entre las actividades que vienen realizando figuran los denominados «ejercicios antigravedad» o L1, como a los que se someten los pilotos para estimular el bombeo de sangre. «Estar demasiado tiempo de pie e inmóvil puede provocar una lipotimia mientras están ascendiendo», observa Franco Utili especialista en urgencias del equipo de rescate de la Mina.
«Los ejercicios no sólo mejoran su capacidad física sino que también les ayuda a distraerse. Además, al liberar endorfinas —la hormona de la felicidad— se sienten más contentos». Las explicaciones del doctor Jean Christophe Romagnoli, traumatólogo deportivo desplazado al campamento La Esperanza, apuntan a «dejarlos en óptimas condiciones». Para lograrlo ha seguido un sistema de preparación en tres fases progresivas ya que los mineros pueden sufrir, entre otros contratiempos, ataques de ansiedad, desmayos o calambres ya que las medidas de la cápsula son estrechas.
El martillo y la cruz
Hay tres modelos diferentes de cápsulas. Las tres se han bautizado Fénix en homenaje al ave mitológico que resurge de sus cenizas. Todas van seguidas de su correspondiente número. La Fénix 1 es cilíndrica y de ella existen multitud de fotografías. Tiene un diámetro de algo más de 53 centímetros, suficiente para albergar a los mineros ya que el más corpulento mide de hombro a hombro 50 centímetros. Esta es la que se barajaba desde el principio para el mecanismo de rescate. Aunque algunas fuentes advirtieron que en las últimas pruebas se habían detectado fallos, el ministro de Minas afirmó que ésa será finalmente la cápsula que se utilice, junto a la Fénix 2.
La Fénix 3 es «más parecida a un sarcófago», según descripción del coordinador del equipo de psicólogos, Alberto Iturra. Algunos expertos piensan que reúne las mejores condiciones «porque evita un roce excesivo con las paredes del conducto y las zonas que no se encamisarán» en alusión al revestimiento, pero el ministro Golborne la descartó ayer.
Además, confirmó que de los más de 600 metros que mide el túnel únicamente se «encamisarán 96». Así que hay un tramo muy largo del camino que será en roca viva. El titular de Salud dio además nuevas detalles del «orden del descenso. Se seguirá por razones técnicas y de salud. Todos están sanos pero han sido sometidos a pruebas de esfuerzo que han superado con sobresaliente». Para ilustrar el ambiente en la mina contó que los hombres se disputaban ir en el último puesto. «Yo soy el último, no compadre, yo, decía otro... Eso demuestra su ánimo, solidaridad y compañerismo admirable».
Mientras se extendía por los alrededores de la mina San José una sensación de alivio, las calles de Santiago y de muchas ciudades del país se llenaban ayer del sonido de claxons y banderas nacionales. Después de muchas semanas de angustia, vigilias y oración, —el Campamento La Esperanza se convirtió al final en un santuario— los chilenos acarician ya el milagro: resucitar a «los 33» de San José.
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