Argentina
Mariano Cúneo Libarona, ministro de Justicia argentino: «Encontramos gente viviendo en los edificios del Ministerio»
El primer miembro del gabinete de Milei que visita España, conversa con ABC sobre su intención de modernizar todo el sistema judicial
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Mariano Cúneo Libarona (Buenos Aires, 62 años) nunca estuvo afiliado a ningún partido ni se involucró de forma alguna en política, pero Javier Milei lo convenció de dejar su vida de abogado para asumir el Ministerio de Justicia de Argentina y reformarlo todo.
Esta ... semana, Cúneo se encuentra en Madrid, siendo el primer ministro del gabinete mileísta en visitar España. Pero su agenda es más académica que diplomática. «Me invitaron para dar conferencias en distintos centros. Tengo vínculos con algunas universidades y profesores, y tengo amigos que viven aquí, así que acepté; un viaje de tres días», comenta a ABC desde el Consulado argentino en Madrid. «También me he reunido con el Consejo General del Poder Judicial y estuve en el Tribunal Supremo y poco más».
—Se iba a reunir con Félix Bolaños, pero se canceló el encuentro.
—Es por los líos que están teniendo ustedes estos días. Le dije que se concentrara en eso.
—¿Cuál es la meta que se ha propuesto como ministro de Justicia?
—Modernizar todo el sistema de justicia para tener un régimen que sea efectivo y rápido. Argentina tiene el mismo mal que ustedes; la prolongación de los procesos. Yo quiero ir al sistema acusatorio, que es el sistema anglosajón, y mi máxima meta es establecer el juicio por jurados. Y todo eso complementado por un código penal moderno.
—¿Cómo funciona el sistema actual?
—Es inquisitivo, que viene de España, con un juez de instrucción todopoderoso. Para que te hagas una idea, hoy podrías poner al fiscal y al juez de un lado y al acusado en el otro extremo. Con este nuevo diseño, cambia totalmente, el juez funcionaría como un tercero imparcial. En Argentina, este tipo de sistema solo es utilizado en las provincias de Salta y Jujuy. Allí sólo lo más importante llega a juicio: las causas de narcotráfico, de trata de personas, contrabando; el resto, el sistema lo va seleccionando y va quedando en el camino con soluciones alternativas. Es mucho más rápido y eficiente. Un juicio no te dura más de dos años. Entonces mi meta es: Código Procesal Federal, Código Penal y revolucionar el sistema judicial argentino, ponerlo en primera línea.
—En promedio, ¿cuánto tarda un juicio?
—Ahora un juicio podría tardar 20 años. En promedio, tienes entre 12 y 15.
—¿Encuentra algún tipo de traba para aprobar la reforma?
—Tengo venia legislativa. Ya logré la aprobación del Congreso y calculo que en unos meses se hará efectivo. Por limitaciones de la estructura necesaria, voy a implementarlo de manera escalonada, primero en algunas provincias. Si logro el éxito que tuvimos en Salta y Jujuy, contagio y avanzo; a fin de 2025, espero tener a todo el país sometido al nuevo ordenamiento jurídico. Todo eso cuesta dinero, pero no puedo pedirle plata al Tesoro porque no hay. Me las estoy arreglando para ahorrar plata. Para que los ingresos sean mayores que los egresos, necesito ingenio y pensar mucho. ¿Y sabes dónde tengo el ojo puesto? En los decomisos. En Mendoza tengo 38 departamentos de una banda narco para rematar.
—¿Qué fue lo más sorprendente que encontró al encender la luz del ministerio? ¿Qué se escondía bajo la alfombra?
—Bajo la alfombra había más de 7.000 empleados que no sabía dónde estaban ni quiénes eran. Entonces me dediqué a revisar edificio por edificio a ver qué hacían. Me encontré, por ejemplo, una dependencia de cuatro pisos donde habían registrado 75 empleados y trabajando encontré siete que no iban. También encontramos gente viviendo en algunos edificios del Ministerio. En uno de ellos, que servía como depósito, encontramos papeles y papeles, y, en un entrepiso, a un señor en ojotas (chanclas) y 'musculosa' (camiseta), mirando televisión mientras freía una milanesa. En otro inmueble, encontramos a un hombre y una mujer que iban cubiertos con una toalla, recién bañados. Nos dijeron que vivían lejos y que se habían quedado a dormir. Pero tenían grandes bolsas de basura y colchones; si vienen por un día no traen tanta ropa, estaban ahí instalados. Encontramos edificios con peligro ígneo o de derrumbamiento, todo roto o abandonado.
—¿Cómo está llevando a cabo la reducción del Estado?
—Cortamos asesores, contratos y designados en el último año. Dos semanas antes de irse [el gobierno anterior], me nombraron un montón de empleados. Algunos se jubilaron, otros hicieron un retiro voluntario y muchos desaparecieron, producto del control. Era gente que no venía. Tengo más de 500 personas con licencia médica.
—¿Hasta dónde planea reducir esa cifra de 7.000 empleados?
—No lo sé, varía todos los días porque tengo un montón de organismos. Algunos van desapareciendo y otros se reducen. Creo que recién a fin de año vamos a tener todo ordenado. Me refiero a saber bien cómo funciona todo, porque, para que te hagas la idea, tengo más de 40 locales en el interior del país politizados absolutamente, aunque hay algunos buenos. Y se desnaturalizó la función; era todo nombrar gente política, gente afín, nombrar lo que se denominan 'punteros', políticos que van a buscar votos, bases políticas en el interior. Y yo quiero un Ministerio de Justicia que cumpla su función.
—¿Cómo se arregla en un mandato, décadas de un sistema corroído?
—Yo creo que con el sacrificio y esfuerzo que estamos haciendo, estando sábados, domingo, todos los días trabajando y con un excelente equipo de gobernadores, vamos avanzando.
—Sobre los casos de Cristina Kirchner y Alberto Fernández...
—No me corresponde a mí, Poder Ejecutivo, interferir en el Poder Judicial, decía Montesquieu. Que los jueces trabajen libremente, a diferencia de los últimos 50 años. Que decidan ellos. Yo no puedo meter preso a nadie. A mí la gente me para en la calle y me dice: «Eh, mete presa a Cristina, mete preso al otro», pero yo no puedo meter preso a nadie. Si lo hago, voy preso yo, porque esa no es mi función. Eso de ir a ver a los jueces y pedirle cosas... Yo no estoy en eso. División de poderes, me dijo Milei.
—Ha dicho que la Justicia no se comunica bien con la sociedad y su intención es transmitir eficientemente sus ideas y las de Milei, ¿qué hay detrás de ese pulso mediático?
—La sociedad no le cree a la Justicia. Y es injusto porque el 95% de los jueces son buenísimos, y ese 5% que tuvieron escándalos de corrupción contagian una opinión social que no se corresponde con el 95 restante. El sacrificio que hacen los jueces es enorme. En el juicio oral y por jurados que propongo, que al ciudadano que le toque hacer de jurado sea escéptico. Porque he hablado con muchos que después de ver la labor del fiscal, del tribunal, del defensor, y salen sintiéndose parte de lo que fue el juicio. Valorando y cambiando su opinión ante la Justicia, por eso para mí es importantísima la participación de la ciudadanía.
—Quiere reducir la edad mínima punible a 14 años.
—Nuestra ley es de 1980. Pero el joven de 14 de ese año no es el mismo que el de 2024. Hubo una evolución enorme. Hoy hay un montón de crímenes que cometen los jóvenes que antes se comportaban de otra forma. La pobreza, la falta de educación, conducía a los jóvenes al delito. En consecuencia, yo lo que propongo es establecer a partir de los 14 la situación penal, pero junto con un sistema educativo. Porque el problema es que ese chico, si no recibe una resocialización adecuada, trabajo, educación, contención o amor, el día de mañana va a ser lo peor del mundo, y hoy los institutos de menores son lugares que no dan ese servicio.
—Siempre alejado de la política, ¿cómo lo convencieron de ingresar?
—Me insistieron mucho, mucho. Y yo no tenía la idea de ocupar una función pública, pero creo que me convenció Milei. Y decidí involucrarme por el bien del país, porque a mi edad es mi última oportunidad de hacerlo. Milei me dijo: «Yo me voy a dedicar a la economía y a reducir el Estado. A ti, con libertad, te confío la Justicia. Tengo tres pedidos: primero, división de poderes e independencia judicial». A mí me pareció espectacular. «Segundo, hay muchas vacantes que habitan la idoneidad, ni amigos ni políticos. Todos los que están aquí te van a pedir cargos. Idoneidad. Y tercero, una justicia con prestigio serio». Además, para mí, que llevo muchos años de docente, de pregonar en las universidades, ver la esperanza que genera Javier fue un empujón tremendo. Diste en la tecla, yo no soy político, nunca estuve afiliado a ningún partido y nunca seguí una línea política, pero soy argentino y quiero ser parte de un proceso transformador y de cambio al país. Y voy a dejar la vida en esta faena. Creo que es la última oportunidad; tocamos fondo y hay que hacer un esfuerzo enorme. El equipo de gabinete es extraordinario, todos pensamos igual y vamos por la gloria.
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