Premio Sájarov 2023
Mahsa Amini, mártir por la libertad de las mujeres iraníes
La joven murió tras recibir una paliza de la Policía de la Moral por no llevar bien puesto el velo. Su caso desató una oleada de protestas sin precedentes
El Parlamento Europeo concede el premio Sájarov a la iraní Mahsa Amini, muerta bajo custodia policial
El espíritu de Mahsa Amini sigue vivo en Irán un año después de su muerte a manos de la Policía de la Moral

Un país es su historia, y la de Irán, de una riqueza extraordinaria, se ilumina con las ráfagas de luz que se resisten a la noche de los Ayatolás. La concesión del premio Sájarov, el galardón europeo dotado con 50.000 euros y dedicado a ... la libertad de conciencia y los derechos humanos, a Mahsa Amini, la joven de 22 años que murió tras recibir una paliza de la Policía de la Moral, es también un reconocimiento a los jóvenes iraníes. Animados, quizás, por los recuerdos de sus padres, por la memoria de un tiempo represivo pero laico bajo el puño de hierro de Reza Pahlevi, son ahora el mayor freno al rigor de los integristas.
La tragedia de Amini empezó y acabó como la de otras tantas chicas iraníes. Procedente del Kurdistán, la joven, de viaje en Teherán con unos familiares, fue detenida el 13 de septiembre de 2022 por la Policía de la Moral -cuyo nombre oficial en farsi es 'Gasht-e-Ershad', algo así como 'patrullas de orientación'- por no llevar bien puesto el velo islámico, obligatorio para las mujeres tras la Revolución de 1979. Tres días más tarde, murió en el hospital. Lo que sucedió entre medias prendió las calles de Irán como un incendio: según las informaciones negadas luego por el régimen, Amini recibió una paliza en el furgón policial, donde le golpearon la cabeza con una porra y le sometieron a otras torturas. Al final, perdió el conocimiento en el centro de reeducación Vozara, donde pretendían enmendar una conducta que, a diferencia de la exhibida por sus captores, no suponía una violación de los derechos humanos.
Quería ir a la universidad
En un extensísimo reportaje, el diario alemán 'Der Spiegel' entrevistó a los familiares de la joven residentes en Noruega. Contaban que Amini -a la que llamaban Jina, su nombre en kurdo, y no Mahsa, su equivalente en farsi, el nombre que figuraba en el pasaporte- era una chica tímida, inquieta e inteligente, que regentaba una tienda en Saqqez, su ciudad natal, llamada Best Boutique, en la que vendía camisetas de colores, pantalones vaqueros o velos islámicos. Procedente de una familia de clase media -la tienda, de unos 20 metros cuadrados, se había abierto gacias a la ayuda de su padre, un agente de seguros jubilado-, Amini se había hecho con una pequeña biblioteca, pues deseaba entrar en la universidad y estudiar Biología. Sueños e inquietudes, como cualquier joven de su edad en cualquier lugar del mundo, que se frustraron de manera repentina y trágicamente.
La oleada de protestas que desató el caso -bajo el descriptivo eslogan 'Mujer, Vida, Libertad'- supuso uno de los mayores desafíos a los que ha tenido que enfrentarse el régimen iraní en los últimos años. La represión fue equivalente a la amenaza. Como denuncia Amnistía Internacional, cientos de jóvenes murieron en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, otros sufrieron graves heridas y muchos padecieron torturas. Algunos de los detenidos fueron ejecutados -las dictaduras creen que el terror es disuasorio-, ahorcados en grúas, donde la República Islámica cuelga también a los homosexuales y a algunos disidentes políticos.
Rebeldía de fondo
Pero, en el país, la libertad se encuentra en estratos profundos. En su 'Irán. Una historia de Zoroastro hasta hoy' (2010), el fallecido historiador Michael Axworthy repasaba las múltiples influencias de una tierra que gobernaron grandes imperios -el aqueménida, el parto, el sasánida- y que estuvo durante siglos sometido a sucesivas oleadas invasoras -de árabes, turcos y mongoles-, con una fuerte identidad propia y un sustrato cultural particular. La poesía, por ejemplo, es una expresión de todos esos rasgos. Como explica Axworthy, «el gran tema de la poesía persa es el amor», en un sentido hedonista y melancólico que cuestiona el rigorismo asfixiante que el régimen impone a sus ciudadanos. Esa rebeldía es la que exhiben los jóvenes iraníes, la que explica que la novela gráfica 'Persépolis' (2000), un éxito súper ventas dibujado por Marjane Satrapi, haga gala de un sentido del humor irreverente, y que el director Jafar Panahi, perseguido por la dictadura, rodara una película como 'Tres caras' (2018), en la que rinde un homenaje conmovedor a las actrices -y, en el fondo, a las mujeres- de su país.
La oleada de protestas que desató el caso -bajo el descriptivo eslogan 'Mujer, Vida, Libertad'- supuso uno de los mayores desafíos a los que ha tenido que enfrentarse el régimen iraní en los últimos años
El premio Sájarov es un nuevo impulso para los sueños de libertad de los iraníes, que se une, en este año, al Nobel de Paz que reconoció la labor de Narges Mohammadi, una activista encarcelada por defender los derechos de sus conciudadanos. En Irán, las jóvenes generaciones se unen bajo el rostro de una chica que no debió morir.
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