Libia, un estado fallido donde el caos político y la guerra agravan el drama
A diferencia de la realidad de los regímenes democráticos, no existe en las autoridades de esos países ninguna presión por dar cuenta de su labor a los ciudadanos
La ciudad libia de Derna teme que haya 20.000 muertos bajo las aguas
![Así quedó Derna, la región más afectada por las inundaciones](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2023/09/14/libia-Ri4LBj53hmzmO6APL3urQFN-1200x840@abc.jpg)
Una calamidad de proporciones épicas. Así ha definido la ONU el desastre causado en Libia por el paso de la tormenta 'Daniel'. Un drama humano y material que podría haber sido en gran parte evitado si hubieran funcionado con normalidad los servicios de alerta y ... emergencias, inexistentes en la región más afectada –Derna– y en general en todo el país desde la caída del tirano Gadafi en 2011 y el estallido de la guerra civil.
Hasta ese año, Libia era uno de los países más prósperos del continente africano. La disidencia, y en general la libertad de expresión, acarreaban en general la tortura y la muerte. Pero los libios disfrutaban de un alto nivel de vida, simbolizado en la educación y la sanidad gratuitas, gracias a los enormes réditos del petróleo.
Gadafi cayó, meses después del estallido en Túnez de la mal llamada Primavera Árabe, tras un levantamiento armado propiciado por la OTAN. Tres años después, en 2014, el caos y desencuentro entre diversas milicias habían creado dos grandes bandos que hoy se reparten el Estado fallido. La región occidental, con capital en Trípoli, está en manos de una serie de grupos islamistas, entre los que destaca el de los Hermanos Musulmanes, que cuenta con el respaldo de la ONU, el tibio de EE.UU. y de la mayor parte de Europa, y el apoyo sobre todo de Turquía.
La región oriental, donde se han cebado las inundaciones, tiene su sede en la metrópoli portuaria de Tobruk, y cuenta con un gobierno paralelo que dirige en la sombra un militar, el mariscal Haftar. Sus aliados son Rusia, Egipto, Francia (que respecto a Libia tiene su propia agenda, distinta de la UE) y dos estados del Golfo, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. El régimen de Qatar, como suele ser norma, apoya al sector rival libio para distinguirse de los saudíes.
La guerra civil en el antiguo feudo de Gadafi compendia un batiburrillo de intereses. La pugna entre el Gobierno de Trípoli y los rebeldes de Haftar tiene cierta base ideológica –un pulso entre un futuro islamista y otro más laico, aunque autoritario–, pero es ante todo una lucha por el poder.
El embotellamiento de gobiernos extranjeros que se ha producido en el conflicto es, por otra parte, significativo. Libia representa para muchos una plataforma geoestratégica clave en el Mediterráneo. Por su riqueza petrolera. Por su actual dimensión de pista de salida para todos los desheredados de África que ansían llegar sin papeles a Europa. Y por su condición de laboratorio de yihadismo, después del fracaso en Irak y en Siria.
![Equipos de rescate llegan a Libia para intentar buscar supervivientes](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2023/09/14/derna-U34138705364aMi-624x350@abc.jpg)
Las pésimas infraestructuras de la ciudad de Derna son el resultado de diez años de abandono y de falta de inversiones, producto de la guerra. La lentitud de la reacción por parte de los gobiernos enfrentados de Trípoli y Tobruck (por razones logísticas la capital se ha trasladado a Sirte) son también achacables al conflicto, en una circunstancia límite que exige mucha coordinación.
En la tragedia libia existe también un elemento de incuria y desdén hacia la ayuda internacional, que en cierto modo la asemejan al terremoto en Marruecos, y explican la tardanza en pedir socorro. A diferencia de la realidad de los regímenes democráticos, no existe en las autoridades de esos países ninguna presión por dar cuenta de su labor a los ciudadanos.
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