Trump cierra su defensa: «Toda campaña electoral en este país es una conspiración»
La suerte del magnate estará ya este miércoles en manos de doce ciudadanos neoyorquinos que forman el jurado
El 'juicio del siglo', desde dentro: el lugar donde Trump no es el rey
![Trump saluda a los periodistas durante una pausa del juicio](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/05/28/Trump-RBkVqktEJNK66Op8KbMJakM-1200x840@diario_abc.jpg)
La suerte de Donald Trump, y sus incalculables efectos políticos en la primera potencia mundial, estará ya hoy en manos de doce ciudadanos neoyorquinos. El jurado que decidirá el veredicto sobre el expresidente de EE.UU. comenzará su deliberación, con toda la ... atención del país puesta en los juzgados de lo penal del sur de Manhattan.
Los miembros del jurado escucharon ayer por última vez a las partes, en una jornada decisiva para el futuro de Trump, que se juega concurrir a las elecciones de noviembre como convicto de la comisión de delitos y con la posibilidad de que se le imponga una pena de cárcel. Fue la sesión dedicada a los alegatos finales -primero la defensa, después la acusación-, una versión destilada de los hechos, su interpretación de los testimonios y sus narrativas por las que Trump debe -o no- ser declarado culpable.
«El presidente Trump es inocente, no cometió ningún crimen. La fiscalía no ha probado su imputación con suficiencia, punto», arrancó el líder de la defensa de Trump, Todd Blanche, en su turno. «Esto fue una conspiración y un encubrimiento», cerró Joshua Steinglass, el fiscal que actuó en nombre de la acusación. La tensión era máxima en el juzgado, algo que se notaba en las inmediaciones desde el punto de la mañana.
Faltaban horas para que saliera el sol por Brooklyn, con la ciudad tomada por un silencio extraño, y ya había decenas de personas haciendo cola para conseguir uno de los codiciados lugares para el público y para la prensa en la sala del juicio y en una sala anexa con vídeo por circuito cerrado. Son los únicos lugares desde los que seguir en directo un juicio histórico, pero que no se retransmite por televisión.
Para las cinco de la mañana, ya había cientos de personas congregadas. «Es el día que más gente ha venido con diferencia», comentaba un policía a este periódico. Muchos de ellos, ‘esperadores’ profesionales, que hacen cola contratados por grandes medios de comunicación locales o que esperan vender su puesto por cientos de dólares. Como decía alguien en la fila: «Es el mejor show al que se puede asistir en la ciudad».
El gran protagonista del show, el propio Trump, se paró delante de la prensa, como cada día, para pegar a todos: al juicio, al juez, a los fiscales, a su rival y actual presidente, Joe Biden. «Es un día negro para EE.UU.», proclamó antes de defender, una vez más, que es víctima de una persecución política. «La interferencia electoral es perseguir al oponente político de Joe Biden, porque él mismo no puede hacerlo».
![Trump en la mesa del acusado con sus abogados Todd Blanche y Emil Bove](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/05/28/trumpy-U18745020220OoQ-760x427@diario_abc.jpg)
Era una referencia a una parte central de la acusación -cuestionable para algunas, laberíntica sin duda- que enfrenta. A Trump se le imputan 34 cargos por falsificación de documentos públicos para ocultar el pago a una actriz porno con el que se compró su silencio poco antes de las presidenciales de 2016 sobre una supuesta relación extramatrimonial con el multimillonario neoyorquino, dentro de una trama delictiva -según la fiscalía- para afectar el resultado de las elecciones. Esa trama, que buscaba acallar testimonios perjudiciales para las opciones de Trump en las urnas, es una «interferencia electoral», según la fiscalía.
Blanche, sin embargo, trató de convencer a los jurados de que eso no fue una campaña delictiva. «Es una campaña, es una elección, no es un crimen», dijo. De lo contrario, «toda campaña electoral en este país es una conspiración».
Buena parte del relato de la acusación se basa en el testimonio de Michael Cohen, el otro gran protagonista. El muñidor de asuntos de turbios de Trump, su perro de presa en la Trump Organization, fue quien pagó para callar a Stormy Daniels -la actriz porno- y a quien el multimillonario neoyorquino reembolsó el dinero, 130.000 dólares.
Como era de esperar, Blanche buscó atacar la credibilidad de Cohen -que ha reconocido haber mentido bajo juramento- de manera despiadada. Le llamó «mentiroso» de todas las maneras posibles.
En esencia, la defensa buscó deteriorar la narrativa de que Trump estuvo detrás de la trama. Al contrario, Cohen actuó con independencia y ahora acusa al expresidente por venganza y por interés económico.
«Si os centráis en las pruebas, debería ser un veredicto rápido y fácil»
Todd Blanche
Abogado de Trump
«Esto no es un referéndum sobre vuestra opinión sobre el presidente Trump, sobre lo que votasteis en 2016 o lo que votaréis en 2024», dijo Blanche al jurado. «Si os centráis en las pruebas, debería ser un veredicto rápido y fácil».
Tras el alegato de la defensa y tras un breve descanso para almorzar, fue el turno de la acusación. Steinglass montó un relato en las antípodas, basado en tres elementos: la existencia de la falsificación de documentos financieros, su uso como parte de una conspiración y la implicación de Trump en todo ello.
Si Blanche trató de manchar la credibilidad de Cohen, Steinglass salió con esponja y jabón para limpiarla. Pidió al jurado que se apartara del ruido creado por la defensa y se centrara en los elementos de la prueba, más allá del caracter del muñidor de Trump o de la sordidez del relato de Daniels, que dio detalles escabrosos sobre su encuentro sexual con Trump.
En un momento de gran efectismo, Steinglass recreó una llamada entre Cohen en la que participaron Trump y su guardaespaldas. Según la defensa, esa llamada no tuvo el contenido que testificó Cohen, es decir, organizar el pago a Daniels. Duró 96 segundos y se habló también de otro asunto, por lo que no había tiempo, «Cohen mintió», dijo Blanche. Pero Steinglass teatralizó una llamada en la que simulaba una llamada similar, con un contador. Terminada, se la mostró al jurado: 49 segundos.
Cuando Steinglass acabó, ya estaba todo dicho. Solo queda que el juez dé hoy las instrucciones al jurado sobre la deliberación, una cuestión de gran importancia. Y que hablen, por fin, los doce ciudadanos.
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