Kirill, el patriarca ortodoxo informante del KGB
Documentos de la Policía suiza desclasificados prueban que trabajó para la Inteligencia rusa en la Guerra Fría. Hoy Kirill considera la presidencia de Putin como «un milagro de Dios»
La Iglesia ortodoxa rusa en la guerra
![Kirill, actual cabeza de la Iglesia Ortodoxa rusa](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2023/02/13/Kirill-RKK9J5n5g71UOQUFRh4SxuN-1200x840@abc.jpg)
Su verdadero nombre es Vladímir Gundiayev y hoy es conocido como Kirill, el patriarca de la Iglexia Ortodoxa, pero en los años 70, en plena Guerra Fría, trabajó como informante del KGB, el servicio ruso de inteligencia exterior. Así lo confirma la ficha ... de la Policía suiza que, recién desclasificada, han publicado los diarios 'Le Matin Dimanche' en lengua francesa y 'Sonntagszeitung' en lengua alemana. «Monseñor Kirill pertenece al KGB», afirma el documento, un informe guardado en los archivos federales suizos. A principios de los 70, Gundiayev representaba oficialmente al Patriarcado de Moscú ante el Consejo Ecuménico de las Iglesias y por ello vivía en Ginebra, aunque su verdadera misión era informar a la Inteligencia bajo con el nombre en clave de 'Mijailov' y cumplir con la consigna de influir en esa organización para que denunciase a Estados Unidos y sus aliados, por su carácter belicista, al tiempo que moderase las críticas hacia la falta de libertad religiosa en la Unión Soviética.
Nunca lo ha negado
Esta ficha policial confirma que las autoridades suizas conocían su vínculo con la Inteligencia rusa, del que constan numerosas pruebas. En un documento interno del KGB fechado el 15 de abril de 1989, consta que el entonces presidente de la agencia, Vladimir Kryuchkov, acreditó al informante ante funcionarios del Partido Comunista. «Las primeras referencias datan de febrero de 1972, cuando era un joven sacerdote de 25 años», describe los inicios de la relación. «Su primera mención en los archivos del KGB surgen a partir de un viaje realizado a Oceanía y su misión era participar en organizaciones religiosas internacionales, incluyendo el Consejo Mundial de Iglesias, y en la Conferencia de Iglesias Europeas, para proveer información a la Unión Soviética».
Lo cierto es que Kirill nunca ha negado taxativamente su relación con el KGB y en 1992, en una asamblea de estudiantes celebrada en la Universidad Estatal de Moscú, cuando ya había caído el Muro de Berlín y la actividad de Inteligencia soviética era juzgada con ojo crítico por los estudiantes, defendió que sus encuentros y trabajos para el KGB habían sido «moralmente neutrales» y presentó su actividad como informante como un «hecho patriótico».
En 2000, cuando Putin fue elegido presidente de Rusia, la Iglesia Ortodoxa estaba dirigida por otro exinformante del KGB, Alexis II, jerarca también muy cercano al Kremlin y que consiguió el Acta de Comunión Canónica, por la que se reunificó la Iglesia Ortodoxa rusa y volvieron a su jurisdicción eclesial todos los fieles expatriados, muy críticos con la Unión Soviética y que anteriormente habían sido considerados traidores por la jerarquía ortodoxa. Kirill, por cierto, ha agradecido a Dios la presidencia de Putin como «un milagro de Dios» y se ha alienado sistemáticamente con el Kremlin en las invasiones de Crimea y Ucrania. Considera, de hecho, que «el conflicto en Ucrania tiene un fundamento religioso inequívoco».
En la actualidad, el representante de la iglesia Ortodoxa en Ginebra es curiosamente un sobrino de Kirill, Mijail Gundiaev, que rechaza las acusaciones, garantiza que «no afectó a la sinceridad de su compromiso con el trabajo ecuménico» y asegura que «mi tío no era un agente, pese a que estuviese sometido al control del KGB». La embajada de Rusia en Berna ha calificado la publicación de los datos del documento policial como un «acto de rusofobia».
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