MONNET & CO.
La gran distracción
Ivan Krastev recuerda que la mejor estrategia hacia Trump es no comportarse como una víctima
Angela Merkel en el banquillo

Una de las mejores síntesis que he escuchado en los últimos días sobre qué supone el retorno de Donald Trump al poder es «disrupción y distracción». Lo primero no es nada original: sabemos que el presidente que jura pasado mañana su cargo aspira a ... cambiar rápidamente las reglas del juego, tanto de la democracia como del orden internacional. Se trata de saltar por encima de consensos, pactos e instituciones, con el argumento de que las elites estadounidenses (y las globales) son corruptas. No es posible la reforma y solo queda la ruptura con lo establecido. Para los europeos el regreso de este anciano disruptor es una pésima noticia, porque ni la Unión ni sus Estados se encuentran preparados y cohesionados ante lo que se avecina. Trump es un triple shock para la defensa, la economía y la democracia de nuestro continente.
Pero sus gestos, declaraciones y políticas son también una gran distracción. Retira a su país de la lucha global contra la emergencia climática, ignora la importancia de establecer normas claras en el desarrollo de la Inteligencia Artificial y aspira a seguir manteniendo la hegemonía de la superpotencia sin proveer de estabilidad al mundo. Las alianzas comerciales y defensivas se ponen en entredicho y se niega su premisa fundamental, al unir fuerzas y negociar de buena fe todos pueden salir ganando. La combinación trumpista de aislacionismo e imperialismo (inmobiliario, véase las operaciones en marcha con Groenlandia, Panamá y, por qué no, Canadá) hace mucho más difícil la cooperación entre países para enfrentar problemas comunes. Es cierto que el poder blando de Estados Unidos en esta versión de «bárbaros occidentales» atrae en no pocos lugares del mundo, los regidos por dictadores y aprendices de hombres fuertes. La tarea de las democracias en los próximos cuatro años es sobrevivir, adaptarse y jugar bien sus bazas. Ivan Krastev ha recordado hace poco que la mejor estrategia hacia Trump es no comportarse como una víctima y no tener prisa por complacerlo u oponerse a sus planes. Es la hora de impulsar la libertad y la prosperidad con mejores políticas y menos guiones televisivos.
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