Xi Jinping ordena reforzar la seguridad y levantar una «Gran Muralla de acero»
En la clausura de la Asamblea Nacional de China, el presidente Xi aboga por reforzar la seguridad y el nuevo primer ministro, Li Qiang, rechaza el desacoplamiento con EE.UU.
Xi Jinping culmina su giro autoritario perpetuándose como presidente de China
![Una pantalla situada en una calle de Pekín muestra el discurso del presidente chino, Xi Jinping](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2023/03/13/china-presidente-RZ2bDkBZgLX7BdBQe1ChuIN-1200x840@abc.jpg)
Como si siguieran la fórmula del 'poli malo, poli bueno', el presidente de China, Xi Jinping, y su nuevo primer ministro, Li Qiang, lanzaron este lunes mensajes contradictorios, pero complementarios, en la clausura de la Asamblea Nacional Popular, reunión anual del Parlamento orgánico ... del régimen. Primero, ante los casi 3.000 diputados congregados en el Gran Palacio del Pueblo, Xi ordenaba reforzar la seguridad nacional y modernizar el Ejército para levantar una «Gran Muralla de acero», una referencia que recuerda al infame telón que dividió a Europa durante la Guerra Fría. Luego, en su estreno ante los medios como primer ministro, Li Qiang rechazó el desacoplamiento con Estados Unidos e invitó a hacer negocios.
No es la primera vez que el régimen de Pekín sigue esta estrategia bipolar, pues lo mismo hizo Xi Jinping en la Asamblea Nacional de 2018, cuando reformó la Constitución para perpetuarse como presidente en esta que acaba de concluir. Mientras él reafirmaba la hegemonía del Partido Comunista, su entonces primer ministro Li Keqiang, quien acaba de abandonar el cargo, prometía seguir abriendo la economía para silenciar las críticas de Occidente con el cebo de su gigantesco mercado. Cinco años después, la historia se repite.
Al igual que entonces, Xi cerró este lunes la reunión del Parlamento con un mensaje claro y contundente en el que marcó el rumbo para el futuro. «Tenemos que coordinar mejor el desarrollo y la seguridad. La seguridad es la base del desarrollo y la estabilidad es el requisito de la prosperidad», ordenó en su alocución, interrumpida en varias ocasiones por los aplausos de los diputados. Además de destacar la necesidad de «mejorar y fortalecer el sistema de seguridad nacional», insistió en «la modernización del Ejército para garantizar la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de desarrollo de la Gran Muralla de acero».
Deseos de «reunificación»
En su discurso también se refirió a Taiwán, la isla independiente 'de facto' pero reclamada por Pekín, que es uno de los puntos calientes del planeta. «Alcanzaremos la completa reunificación de la madre patria. Esa es la aspiración común del pueblo chino y uno de los objetivos del rejuvenecimiento nacional, la solución del Partido al asunto de Taiwán en la nueva era», se propuso aludiendo al término con que la propaganda denomina a su mandato. Por ese motivo, se opuso a la independencia de la isla y a cualquier injerencia extranjera en clara referencia a EE.UU., aliado de Taiwán.
Para calmar los temores que está generando en Occidente esta postura más asertiva de Pekín, Xi recordó que «el desarrollo de China beneficia al mundo y no se puede obtener sin él». Ordenando un «desarrollo de alta calidad», apostó por continuar con la apertura internacional del gigante asiático a pesar de la creciente hostilidad con EE.UU. y de las voces que reclaman un desacoplamiento de las democracias occidentales con autocracias como la china y la rusa.
Justo después, su nuevo primer ministro, Li Qiang, retomó solo la parte amable de su discurso en su estreno ante los medios. En su primera rueda de prensa tras su designación, quiso transmitir al mundo un mensaje conciliador para calmar las crecientes tensiones que sacuden al planeta desde la pandemia y la guerra de Ucrania. Tras ser nombrado número dos del régimen en el XX Congreso del Partido Comunista celebrado en octubre, era su primera intervención como primer ministro después de haber reemplazado en la Asamblea a Li Keqiang, quien se ha retirado tras diez años en el cargo. Como es habitual en estos actos, todas las preguntas habían sido seleccionadas y pactadas de antemano para que las autoridades chinas puedan lanzar sus mensajes evitando los temas más espinosos, como Xinjiang, los derechos humanos y el origen del Covid.
Haciendo frente a la hostilidad cada vez mayor con EE.UU., Li Qiang rechazó el desacoplamiento con Occidente. «Sé que algunos en EE.UU. están lanzando la idea del desacoplamiento con China y a veces se ha convertido en un tema candente en los medios, pero me pregunto cuánta gente puede beneficiarse de este tipo de bombo publicitario», se cuestionó antes de recordar el récord que sus relaciones comerciales marcaron el año pasado: 760.000 millones de dólares (708.000 millones de euros). Pero evitó detallar que el déficit comercial de EE.UU. con China alcanzó los 383.000 millones de dólares (357.000 millones de euros) y tampoco hizo mención a la guerra tecnológica y de los microchips.
Xi cerró este lunes la reunión del Parlamento con un mensaje claro y contundente en el que marcó el rumbo para el futuro
En vez de sacar a relucir tales diferencias, recordó «el consenso en políticas y acciones concretas alcanzado por los presidentes Xi Jinping y Biden durante la cumbre de noviembre (en el G-20)». Basándose en su experiencia como secretario del Partido Comunista en Shanghái, una ciudad con 70.000 empresas extranjeras, contó que se había reunido con muchos ejecutivos de multinacionales y todos le habían dicho que eran «optimistas con el futuro de China».
Para reforzar su mensaje de esperanza, recordó que «China recibió el año pasado 189.000 millones de dólares (176.000 millones de euros) de inversión extranjera, lo que supone un récord y son 50.000 millones de dólares (46.000 millones de euros) más que antes de la pandemia». Para que el dinero siga llegando, prometió que «la apertura es la política básica de China».
Reactivar la economía
Nacido en la provincia industrial de Zhejiang cerca de Wenzhou, una de las ciudades con más espíritu emprendedor, el nuevo primer ministro también quiso lanzar un mensaje de confianza al sector privado porque su principal misión será reactivar la economía. Después de tres años muy duros por la pandemia y las restricciones de la política de Covid 0, que han arruinado a millones de negocios y mermado el crecimiento a las cifras más bajas en medio siglo, Li Qiang prometió todo su apoyo. Aunque reconoció que «el objetivo de crecer este año alrededor del 5 por ciento no será una tarea fácil porque las previsiones para la economía global no son optimistas y pueden surgir factores imprevistos», confió en alcanzar un «desarrollo de alta calidad».
Pero no hizo autocrítica sobre el Covid 0, que alabó como «la mejor forma de ganar tiempo y salvar vidas hasta una transición suave gracias a las vacunas y las medicinas». Aunque se congratuló de que «la normalidad se había recuperado en solo dos meses», obvió aclarar el número de fallecidos y contagiados que dejó la ola de Covid tras la desastrosa apertura de China, provocada por las históricas protestas que sacudieron al régimen a finales de noviembre. Con todos los periodistas cubriéndose el rostro con mascarillas tras haber pasado una noche de cuarentena en un hotel, y solo Li Qiang y sus viceprimeros ministros sin ellas, declaró «la victoria sobre la pandemia» y dibujó un futuro lleno de optimismo.
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