El ala izquierdista de los demócratas presiona a Biden para que negocie con Putin una salida a la guerra
La presión de estos diputados progresistas y la oposición republicana a enviar más armamento complican la relación de Washington con Kiev
Biden y los demócratas, abocados a perder el control del Congreso de Estados Unidos
Hace dos semanas, Alexandria Ocasio-Cortez, la cara más visible del ala izquierdista del partido demócrata, tuvo que soportar el bochorno de que varios activistas le acusaran de «mentirosa» y de votar a favor de «empezar una guerra nuclear» por su apoyo ... como diputada de la Cámara de Representantes al envío de armamento a Ucrania. Fue en su propia casa, en el Bronx de Nueva York, en campaña para las elecciones legislativas del próximo 8 de noviembre.
El episodio era la punta del iceberg de las tensiones dentro de los demócratas sobre qué camino seguir en el apoyo a Kiev frente a la agresión de Rusia y que esta semana han explotado en el peor momento, cuando los estadounidenses están a punto de acudir a las urnas.
Ocurrió el pasado lunes, cuando el llamado 'grupo legislativo progresista' de los demócratas del Congreso envió una carta al presidente de EE.UU., Joe Biden, en la que le exigían un cambio de rumbo radical en la política mantenida hasta ahora sobre la agresión rusa en Ucrania: establecer conversaciones directas con Vladímir Putin.
La misiva iba firmada por una treintena de diputados, incluidos los del llamado 'Squad' -'escuadrón', el mote se lo puso Donald Trump-, el grupo de legisladores izquierdistas que llegaron al Congreso en las legislativas de 2018 -la propia Ocasio Cortez, Ilhan Omar, Rashida Tlaib, Ayanna Pressley- y encabezada por Pramila Jayapal, la líder del grupo progresista.
«Le urgimos a que acople al apoyo militar y económico que EE.UU. da a Ucrania un impulso diplomático proactivo, redoblando los esfuerzos para conseguir un marco realista para el alto el fuego», decía el texto. Entre los incentivos que la Administración Biden debe ofrecer a Putin, los legisladores incluían la rebaja de sanciones y la «posibilidad para un nuevo acuerdo de seguridad en Europa aceptable para todas las partes». Es decir, una puerta abierta a limitar el ámbito de la OTAN en Europa del Este, una prioridad para Putin y algo a lo que el Gobierno de Ucrania, liderado por Volodímir Zelenski, se opone.
La carta fue una bomba que sorprendió a muchos con el paso cambiado. También a algunos de sus firmantes. Al parecer, el texto se había redactado en julio y Jayapal tomó la decisión de enviarlo ahora sin consultar a los diputados implicados. Muchos de ellos mostraron de forma privada su malestar con Jayapal, mientras que otros compañeros de partido lo airearon de forma abierta. El senador Chris Murphy aseguró que «sentarse demasiado pronto con Putin es un peligro moral y estratégico». El diputado Rubén Gallego, que es miembro del grupo progresista pero que no firmó la carta, defendió que «los ucranianos deben tener en su mano la determinación de su destino».
Los diputados progresistas incluyen la rebaja de sanciones entre los incentivos que Washington debe ofrecer a líder ruso
De forma anónima, uno de los líderes demócratas en la Cámara Baja aseguró a 'Politico' que «Putin hubiera firmado esa carta».
El problema para los demócratas es que la misiva llegaba además pocos días después de que el republicano Kevin McCarthy, que apunta a presidir la Cámara de Representantes tras las próximas elecciones, asegurara que, con su partido en el poder en el Congreso, Kiev ya no dispondría de un «cheque en blanco» para envío de armamento.
De alguna manera, la carta de los progresistas se alejaba de la postura de Biden y se acercaba más a la de los republicanos. Los demócratas trataron de cortar la polémica en seco. Un día después del envío de la misiva, Jayapal anunciaba que se retractaban de lo escrito y que ella asumía responsabilidad por el resbalón. Defendió que la redacción del texto se estaba 'mezclando' con la postura de los republicanos y que «nada puede estar más lejos de la verdad».
Pero lo cierto es que, a tan pocos días de las elecciones, el episodio muestra las divisiones entre los demócratas -que emergen de forma periódica, pero que tratan de minimizar para poder impulsar la agenda de Biden- y siembra dudas entre sus votantes sobre el frente unido de apoyo a Ucrania que han mantenido hasta ahora. Esa es una mala noticia para los demócratas, que es muy probable que pierdan su mayoría en la Cámara de Representantes y cada vez tienen más posibilidades de despedirse también de su mayoría exigua en el Senado.
Solo el 11% de los votantes demócratas considera que EE.UU. apoya demasiado a Ucrania, frente al 31% de los republicanos, según un sondeo de Pew.
La idea de una salida negociada a la guerra es algo que aceptan todas las partes, incluidos Biden y el propio Zelenski. El gran desacuerdo está en el momento en el que se hace, en plena contraofensiva ucraniana y con el fondo de las amenazas de Putin sobre uso de armas nucleares, y en sacar a Kiev de la decisión.
«Ninguna de las partes está en la situación de sentarse y negociar», dijo John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y antes del Pentágono. Y, mientras tanto, EE.UU. se centrará en apoyar a Ucrania para que tenga más fuerza en la mesa de negociación y dejará en manos de Zelenski determinar cuándo, qué y en qué condiciones se negocia.
Las grietas en el ala izquierdista de EE.UU. sobre el apoyo a Ucrania es algo que ya se ha visto en nuestro país -la oposición de Podemos, el socio de gobierno de Pedro Sánchez, en el envío de armamento por parte de España- y que se une a las turbulencias en Europa sobre cómo compaginar la crisis energética y económica provocada con la guerra con un apoyo decidido a Ucrania.
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