La investigación del accidente aéreo en EE.UU. apunta a un fallo de altitud del helicóptero
El rescate de cuerpos está siendo muy complicado para unos servicios de emergencia exhaustos
Un solo controlador hacía el trabajo de dos en el momento del choque
Las primeras investigaciones del accidente aéreo de Washington del miércoles, con 67 muertos, apuntan a una confluencia de problemas que provocó el choque del helicóptero militar Black Hawk con el avión de pasajeros. Por un lado, el helicóptero, según dijo el presidente Donald Trump, ... volaba a una altura excesiva, unos 110 metros, mientras debía estar sobre los 60. Por otro, la torre de control no tenía el personal suficiente, y debería haberse dividido la supervisión de helicópteros y aviones, algo que no se hizo aquella noche. La investigación apenas ha comenzado, y cualquier conclusión ahora es preliminar.
La zona del accidente seguía fuertemente restringida la tarde de ayer, cercada completamente por vallas cubiertas de carteles de color rojo. En Gravely Point, que es el parque junto al río Potomac en el margen opuesto al del Aeropuerto Nacional Reagan, decenas de vehículos de emergencia permanecían aparcados junto a carpas, de donde salían uniformados. Era una morgue móvil. Un pequeño bote que se suele usar para turismo flotaba cerca, ofreciendo a los buzos un poco de descanso después de horas largas de búsqueda sin pausa en el barro y el hielo.
El aeropuerto retomó sus operaciones, aunque no por completo. Dos pistas permanecían cerradas y, solo este viernes, se cancelaron 100 vuelos. Las colas eran largas, al igual que las caras de mucho. Junto a los ventanales, en el punto donde se ve el fuselaje, una montaña de hierro negro, se agolpaban curiosos con maletas de mano, tomando fotos.
Cierre a helicópteros
La Administración Federal de Aviación, que depende del gobierno federal, cerró el corredor de baja altitud que utilizaba el helicóptero en el momento del accidente, que suele ser muy transitado y en el pasado ha estado a punto de provocar accidentes de este tipo. Se trata de una ruta especializada reservada para helicópteros de las fuerzas de seguridad, servicios médicos, militares y del gobierno, como el Marine One, que usa el presidente.
El diario 'The New York Times' publicó ayer mismo que el helicóptero podría haber estado fuera de su plan de vuelo, a mayor altitud de la permitida y al menos medio kilómetro desviado de su curso. «¿Estaba el Black Hawk demasiado alto? ¿Iba en la ruta prevista? Ahora mismo, no lo sabemos con certeza», declaró el secretario de Defensa, Pete Hegseth, tras esas revelaciones.
Para responder a esas preguntas del jefe del Pentágono, deberían conocerse los contenidos de la caja negra del helicóptero, que aún no ha sido recuperada. En cambio, los dos registradores de vuelo del avión ya fueron encontrados y están siendo analizados, informó el aeropuerto de Reagan J. Todd Inman, miembro de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte. Los investigadores también buscan determinar si la tripulación del helicóptero usaba gafas de visión nocturna, algo que aun no está claro.
Como acostumbra, Trump ha ido comentando sobre las pesquisas que se han ido desarrollando, tanto en redes sociales como en diversas comparecencias ante los medios. Sin esperar a que haya detalles claros, ha apuntado a errores de los pilotos del helicóptero y a cuotas y políticas de diversidad en la contratación de controladores aéreos.
Ante las críticas de los demócratas, su portavoz las redobló ayer. Karoline Leavitt, en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, declaró: «Cuando vuelas en un avión con tus seres queridos, ¿rezas para que el avión aterrice sin problemas o para que el piloto tenga un determinado color de piel? Creo que todos sabemos la respuesta a esa pregunta».
Tras dos días de búsqueda, aun quedaban algunos cuerpos por rescatar en las aguas del Potomac. Las aguas son lodosas, y el fuselaje ha sido difícil de recuperar. Ayer llovió, y aun queda hielo en las márgenes del río, tras una ola de frío polar la semana pasada.
Poco a poco, de forma costosa, se ha ido dando nombre a aquellos cuyos restos han sido identificados. Entre las 64 personas a bordo del avión, las víctimas incluyen amigos que se despedían tras un viaje de caza, profesionales del derecho y al menos seis patinadores profesionales.
Por ejemplo, el patinador chileno Franco Aparicio y su padre, Luciano, estaban a bordo. Franco era miembro del Washington Figure Skating Club y voluntario en la Junta Juvenil de la organización. Entre los demás fallecidos, estaban el jugador de hockey Peter Livingston, su esposa Donna y sus hijas Everly, de 14 años, y Alydia, de 11, que murieron tras regresar del Campeonato Nacional de Patinaje Artístico en Wichita. También falleció Olivia Ter, de 12 años, y el patinador Spencer Lane, de 16, junto a su madre, Christine Lane.
Una muestra de lo duro que está siendo el proceso de recuperación de cuerpos es que aunque hay 67 muertos y se han rescatado restos de más de 40 personas sólo se han podido emitir una veintena de certificados de defunción a las familias, que esperan ansiosas en una sala aislada en el aeropuerto. El motivo es que el choque en pleno vuelo fue tan violento, y la explosión tan intensa, que muchos restos están irreconocibles, más después de caer a un río tan enfangado.
La identificación de restos resulta aún más compleja debido a la amplitud de la zona afectada. Desde la orilla donde se encuentra el aeropuerto hasta la desembocadura del río Anacostia hay más de un kilómetro de distancia. En ese tramo del Potomac se encuentra la isla de Hains Point, una zona donde las fuertes corrientes dificultan aún más las tareas de recuperación.
El jefe de bomberos de Washington, John Donnelly Sr., afirmó en rueda de prensa que será necesario retirar el fuselaje del avión para recuperar todos los cuerpos del agua, señalando que la mayoría de las operaciones de ayer se centraron en el helicóptero Black Hawk, que seguía hundido boca abajo, en un punto inaccesible.
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