CLAVES DE LATINOAMÉRICA
Integración suramericana, nuevo intento
Los países del subcontinente aún tienen que demostrar que son capaces de estrechar relaciones al margen de sus ciclos políticos
Lula asegura que hay prejuicios contra Venezuela y que el autoritarismo es un relato creado
El escepticismo es la actitud recomendable a la hora de acoger las proclamas de unidad de los países latinoamericanos, incluso de los que forman parte del ámbito algo más reducido –y en principio más compacto– de Suramérica. La reunión con el resto de sus colegas ... organizada este martes en Brasilia por el presidente Lula da Silva marca un nuevo intento de avanzar hacia una mayor integración regional. Ya en su anterior presidencia, Lula impulsó la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), pero esta amparó demasiado los excesos del chavismo y se desintegró cuando terminó aquel «ciclo bolivariano». Cualquier nuevo proceso de convergencia se enfrenta a la prueba de sobrevivir cuando se producen giros ideológicos de los gobiernos.
La geografía suramericana no contribuye a la interacción de países en realidad muy próximos culturalmente, pues cordilleras, selvas, desiertos y pantanales separan a los respectivos pueblos. Eso explica las escasas guerras registradas en la historia, pero también las pocas sinergias en materia de infraestructura y otros posibles proyectos comunes. A esto se añade un elemento hoy más decisivo; si bien los avances tecnológicos están permitiendo superar barreras físicas, persiste una importante barrera mental: la congénita resistencia de los dirigentes nacionales a ceder poder a entes supranacionales.
En la Unión Europea se asume que Bruselas dicte normas de obligado cumplimiento para todos los estados miembros; algo así es impensable en Latinoamérica, donde una nota característica de vital importancia es el sentido patrimonialista del poder que tiene el mandatario, lo que directamente perjudica la consolidación de instituciones (si apenas las hay nacionalmente, ¿cómo se van a generar a nivel regional?).
Algunos avances, no obstante, pueden producirse. Y es cierto que la constitución de Unasur en 2011 ayudó a dar tímidos pasos en la buena dirección, constituyéndose foros para la conversación sectorial de los países suramericanos, como los relativos a infraestructura y defensa. Pero la politización de la organización terminó por minar la confianza mutua; la defensa que Unasur hacía de la represión aplicada por Nicolás Maduro en Venezuela llevó a la marcha de varios países cuando la derecha comenzó a ganar terreno en la región, y países como Colombia, Chile y Argentina crearon ProSur, a su vez de corta duración, pues luego las tornas volvieron a girar ideológicamente.
La ausencia de Brasil de los asuntos suramericanos durante la presidencia de Bolsonaro hizo que en este terreno no se dieran pasos decisivos: ni ProSur se sostuvo, ni revivió Unasur. Con la nueva implicación de Lula, el proyecto puede resurgir. No obstante, si bien la implicación de Brasil –el mayor país de la región, sin el cual cualquier iniciativa conjunta nace coja– es condición necesaria, no se trata de una condición suficiente. La superación del frentismo ideológico es fundamental, y en esto no es seguro que los países hayan aprendido la lección.
La invitación a Maduro a participar de la cumbre de Brasilia puede entenderse como la evidencia de que se tropieza en la misma piedra. No tanto por el hecho de que Venezuela esté en la puesta en marcha de una organización regional (en realidad, que participen todos simplifica las cosas, pues los mandatarios latinoamericanos se quedan más tranquilos si no hay exclusiones, porque así se cubren la espalda: hagan lo que hagan en sus países, tampoco ellos serán nunca excluidos) como por la manera con que Lula invitó al dictador venezolano. Pretender que la represión del régimen y su manifiesta falta de democracia es solo una cuestión de «narrativa» y de «prejuicios» de los países occidentales, como ha dicho Lula en una visita a Caracas, es una muestra de que no se va a construir nada sobre bases sólidas, sino sobre el compadreo.
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