La India no quiere que la guerra de Ucrania eclipse su cumbre del G-20
El país asiático justifica la ausencia de Zelenski porque «este foro es de desarrollo, no para mantener la paz»
El G-7 se propone combatir la «coerción económica» de China
Preparativos en Nueva Delhi para la cumbre del G-20
Para la India, la cumbre del G–20 que se celebrará en septiembre en Nueva Delhi no es solo la primera que organiza de este foro, sino su mayor evento internacional. A diferencia de sus compañeros en los BRICS, la India no puede presumir ... todavía en su palmarés de unos Juegos Olímpicos o unos Mundiales de fútbol como Rusia, Brasil, China y Sudáfrica. A falta de tan vistosos escaparates, quiere lucirse ante el resto del planeta como la superpotencia emergente que ya se ha convertido en la quinta economía global, superando a China como el país más poblado y es, además, la mayor democracia de la Tierra.
Con ese objetivo, su caótica capital, Nueva Delhi, se ha engalanado para la ocasión reformando y embelleciendo la zona administrativa de edificios oficiales, embajadas y hoteles por la que se moverán los dirigentes del G–20. Desde la puerta de la India hasta el palacio presidencial, junto al que se ha construido el nuevo Parlamento, sus colapsadas rotondas y kilométricos bulevares de césped han sido remozados con flores y lucen un verde esplendoroso bajo la masiva vigilancia del Ejército. Una imagen muy distinta a las polvorientas obras por doquier que tenían levantada toda esta zona el verano pasado.
Una nueva diplomacia
Además de mostrar tal progreso, la India aspira a desplegar su propia diplomacia internacional, independiente de la creciente polarización entre las democracias de Occidente y autocracias como Rusia o China y recogiendo la voz de las otras potencias emergentes englobadas en el llamado Sur Global. Para ello, ha consultado a 125 países con el fin de conocer sus opiniones y demandas y llevarlas luego al G–20.
Pero, como ocurrió el año pasado en Bali (Indonesia), esta nueva cumbre volverá a estar marcada por la guerra de Ucrania. Sin visos de solución, dicho conflicto pone en un brete a la India por sus estrechas relaciones militares y energéticas con Rusia y su alianza defensiva del QUAD con EE.UU., Australia y Japón en el Indopacífico para hacer frente a China.
Intentando mantener su propia postura diplomática y un equilibrio entre ambas partes, la India no ha invitado a Ucrania a la cumbre del G–20 en Nueva Delhi, como sí hizo el año pasado Indonesia. Gracias a dicha invitación, su presidente, Volodímir Zelenski, pudo hablar por videoconferencia ante su plenario, incluyendo al ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quien abandonó la cumbre antes de la cena de gala y de que se difundiera una declaración conjunta muy crítica con Putin y la invasión rusa. Para que eso no vuelva a ocurrir, Ucrania no figura entre la lista de las nueve naciones invitadas, que son España, Holanda, Nigeria, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Singapur, Bangladés y las Islas Mauricio.
«Esto es el G–20, no el Consejo de Seguridad de la ONU. Su misión no es mantener la paz y seguridad internacionales, ya que se trata de una organización enfocada en el crecimiento y desarrollo global», justificó ayer el ministro de Exteriores indio, Subrahmanyam Jaishankar, ante una veintena de medios internacionales invitados a Nueva Delhi, entre ellos ABC. Sus palabras resumen el espíritu con el que la India afronta la cumbre, como han manifestado sus organizadores y recogía este martes la tribuna de opinión publicada en ABC por Pankaj Saran, exembajador en Moscú y coordinador de NatStrat, instituto de geoestrategia y seguridad.
El foco, en el Sur Global
«El objetivo del G–20 debe centrarse en el desarrollo global y ese es el motivo de nuestra decisión», explicó Jaishankar. Sin embargo, citó una larga lista de problemas que afectan al Sur Global, como la inseguridad alimentaria y energética, la inflación, la deuda y la falta de fertilizantes, relacionados con la guerra.
Tampoco pudo confirmar si el presidente ruso, Vladímir Putin, asistirá a la cumbre de Delhi. «Todos los miembros del G–20 están invitados, pero no me corresponde a mí decir si vendrá o no», señaló el titular de Exteriores indio.
«Queremos ayudar en el conflicto, pero no hay una ventana para que se lleve a cabo una iniciativa amplia. El acuerdo sobre el corredor del grano no está todavía cerrado y se sigue negociando, igual que los fertilizantes, pero no hay una ventana global sino sobre aspectos concretos», analizó Jaishankar. En otro encuentro celebrado el lunes con los periodistas internacionales, más contundente incluso se mostró el sherpa Amitabh Kant, uno de los negociadores de la India que prepara la declaración conjunta de la cumbre.
«Hay problemas más importantes que la guerra de Ucrania y el G–20 debe centrarse en ellos», sentenció Kant. Además del cambio climático, destacó que «un tercio del mundo está en inflación y ralentización y 75 países se enfrentan a crisis de deuda«, pero también reconoció que »mucha gente ha caído en la pobreza y perdido el trabajo por la guerra de Ucrania«.
Con esta declaración de intenciones, la India deja clara sus prioridades para la cumbre e intenta liderar la voz del Sur Global. Como ya se vio en la cumbre del G–7 en Hiroshima, los intereses de países en vías de desarrollo no coinciden con los de las democracias más avanzadas, entre los que figura la guerra de Ucrania.
En dicho encuentro, y a diferencia del presidente Lula de Brasil, el primer ministro indio, Narendra Modi, charló amistosamente con Zelenski, lo que había generado expectativas de que fuera invitado a Delhi. Pero las autoridades indias han dejado claro que el presidente ucraniano no intervendrá ni en videconferencia, como hizo en Bali. La cuestión es saber cómo afectará su ausencia al comunicado final de la cumbre y a las reuniones bilaterales que tengan lugar. Una de las más esperadas es la que seguramente tendrán el presidente de EE.UU., Joe Biden, con su homólogo chino, Xi Jinping, quien también se verá con Modi. Mientras tanto, Nueva Delhi se sigue engalanando para el G–20.
Rusia ya vende más petróleo que antes gracias a China e India
En el primer trimestre del año pasado, cuando invadió Ucrania a finales de febrero, Rusia exportaba 3,35 millones de barriles diarios de petróleo. A pesar de las sanciones de EE.UU. y la Unión Europea, que antes compraba dos tercios de su producción, las exportaciones rusas de crudo alcanzaron este primer trimestre los 3,5 millones de barriles diarios gracias a las compras de China y la India.
Así lo recoge la consultora Kpler, que cifra sus importaciones totales en 1,5 millones de barriles diarios y el 90 por ciento del petróleo ruso. India, que antes solo dependía de Rusia para el 1 por ciento de sus importaciones de crudo, ha pasado al 51 por ciento gracias a sus bajos precios. Luego vende parte del mismo a Occidente.