Hoheneck, la cárcel de los horrores de la Alemania comunista
Hasta el derrocamiento del régimen, pasaron por la prisión unas 24.000 mujeres, 8.000 de ellas por motivos políticos y arbitrarios
El 83% de los ciudadanos de la ex Alemania comunista cree que la reunificación «no ha terminado»
El gran saqueo comunista de Alemania aún está por resolver
![La prisión de Hoheneck, una de las más temibles de la RDA](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/07/11/hoheneck-stollberg-RJzmORnEbyCqTIeFt7wUUtJ-1200x840@diario_abc.jpg)
«Llevaba sólo diez minutos en la celda cuando recibí, sin apenas enterarme, el primer puñetazo en la cara, y escuché el crujido de la mandíbula», relata Ute Bonstedt, que hoy tiene 58 años. Cuando cumplió los 18, presentó una solicitud ante las ... autoridades de la RDA, la Alemania comunista, para viajar fuera del país. La respuesta fue negativa y fue condenada a 18 meses de prisión por hacer pintadas callejeras de protesta. Fue acusada de «denigración pública de la RDA» e ingresó en el peor lugar imaginable para las mujeres de aquel país, hoy desaparecido: Hoheneck. Las presas políticas eran allí mezcladas con criminales condenadas por los peores delitos y la dirección del centro no sólo permitía, sino que también alentaba, que estas últimas las tratasen con desprecio y brutalidad.
«De las 24 presas con las que compartí celda, yo fui la única presa política», dice Ute, que celebra que el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, visite este jueves las lúgubres instalaciones en las que se inaugura un memorial. «Cuando hoy veo a jóvenes que defienden el comunismo me pregunto si saberlo que realmente pasaba en la RDA y siento escalofríos», se estremece al pensarlo. «Es necesario recordar».
Hasta el derrocamiento del régimen comunista, pasaron por Hoheneck unas 24.000 mujeres, 8.000 de ellas por motivos políticos y arbitrarios. Steinmeier ha depositado una ofrenda floral ante la lápida en memoria de las víctimas de la dictadura y la persecución y ha recorrido la prisión, mientras testigos contemporáneos le hablaban en primera persona de aquellos horrores: hacinamiento, violaciones, palizas y todo tipo de acosos. Los brutales castigos incluían el encarcelamiento durante semanas en una celda oscura y aislada. Los bebés nacidos en prisión fueron separados de sus madres pocas semanas después de nacer y distribuidos en hogares infantiles de la RDA como «hijos del gobierno estatal».
«Alemania reconoce hoy el destino de aquellas mujeres inocentes, que fueron aquí encarceladas solamente porque querían vivir libres y autodeterminadas y que, en el mejor de los casos, sigue hoy luchando con las secuelas de aquella extrema crueldad», ha dicho el presidente Steinmeier en su discurso.
Paisaje de atrocidades
A lo largo de la visita, varios momentos históricos destacan en el paisaje generalizado de atrocidades. En 1950, los tribunales militares soviéticos transfirieron a Hoheneck a 1.119 mujeres de los campos especiales nº 4 Bautzen y nº 7 Sachsenhausen. Junto a ellas, unos 30 bebés y niños pequeños. La prisión estaba diseñada para un máximo de 600 presas y el aire se volvió a partir de entonces irrespirable. En los años 70, década de la que se conservan registros, la ocupación media fue de 1.600 mujeres. Para una de ellas, Konstanze Helber, ha sido un desafío mental volver a la prisión. «No podíamos dormir, vigilábamos porque en cualquier momento nos quitaban a los niños», recuerda, «vivíamos bajo constantes amenazas y nunca se nos permitía recibir visitas». Hoheneck es, en su opinión, un monumento «para las muchas mujeres que han sufrido aquí, que aunque sobrevivieron están desesperadas porque han sido destrozadas».
Steinmeier ha hecho un llamamiento a las empresas que importaban en aquellos años productos fabricados en la RDA a la República Federal de Alemania, en cuya elaboración participaban las presas como trabajo forzado, a aportar fondos a la investigación y buscar un intercambio directo con las supervivientes. «La apertura del Memorial de Hoheneck es un paso importante para garantizar que las historias y el sufrimiento de las mujeres encarceladas aquí no sean olvidados», ha añadido la ministra regional de Cultura de Sajonia, Barbara Klepsch, «este monumento no solo pretende conmemorar el pasado, sino también servir como recordatorio y lugar de aprendizaje para las generaciones futuras».
En 1950, los tribunales militares soviéticos transfirieron a Hoheneck a 1.119 mujeres de los campos especiales nº 4 Bautzen y nº 7 Sachsenhausen
La doctora Renate Werwigk-Schneider fue encarcelada en Hoheneck en 1967, después de su intento de salir del país. «Treinta mujeres en una habitación, un baño, muy pocas camas, frío, sin mantas para todas, comida miserable e infestada de cucarachas, prohibición de contacto, trabajo forzado», resume sus recuerdos. Relata que tenían que confeccionar a diario ropa de cama para los grandes almacenes occidentales a destajo. «Yo era pediatra, no se me daba muy bien coser, y me golpeaban en los dedos para hacérmelo más difícil». Renate atendía partos en las celdas y las primeras semanas de los bebés, antes de que les fuesen sustraídos a sus madres.
Uno de aquellos niños, Ulrich Schacht, hoy escritor y periodista, nació en Hoheneck en 1951. Su madre fue encarcelada allí porque había tratado de persuadir a su padre, un soldado ruso, para que huyera. En su libro 'Vereister Sommer', describe cómo su madre fue arrestada, las circunstancias del encarcelamiento y la influencia que tuvieron sobre él. «Quien tiene contacto vital con el comunismo y sus métodos se convierte en un firme defensor de la libertad fundamental, que incluye la libertad de investigar y de comunicar», concluye. «Y el hecho de que lo que sucedió en esta prisión siga siendo desconocido para muchos jóvenes es un problema que debemos solucionar».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete