Daniel Ortega contra Humberto Ortega: la historia detrás del último golpe familiar de la dictadura nicaragüense
El excomandante hizo unas declaraciones en una entrevista con el medio Infobae en la que descartaba a la vicepresidenta y esposa del presidente sandinista como sucesora
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![A la izquierd, Daniel Ortega, a la derecha, su hemano Humberto Ortega](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/05/24/humbertoortega-RYhpV0SqqVDuYLrV7rTCheJ-1200x840@diario_abc.jpeg)
Los vínculos de sangre no son suficientes para evitar el peso de la dictadura nicaragüense. De ello es testigo Humberto Ortega Saavedra (77 años), el hermano del dictador de Nicaragua, Daniel Ortega. Ni su apellido ha servido para escapar de la mano dura que gobierna ... a la nación centroamericana. El pasado lunes, un contingente policial cercó la casa del también exjefe del Ejército de Nicaragua y los oficiales irrumpieron en su vivienda, ubicada en Carretera a Masaya —a unos 40 minutos del centro de Managua—, a continuación despojaron al exmilitar de sus aparatos electrónicos, dejándolo incomunicado. Humberto Ortega fue conducido a un interrogatorio policial en la sede de la Policía Nacional. Los oficiales dijeron a los medios que el hermano del dictador permanece en arresto domiciliario y debe comunicar cualquier movimiento que quiera realizar.
La causa de la embestida del dictador contra su propio hermano tiene nombre y apellido: Rosario Murillo. El exjefe del Ejército se atrevió a criticar la línea de sucesión que prepara su hermano mayor para cuando se retire del poder. Ortega Saavedra dijo al medio argentino Infobae que Nicaragua «no tiene sucesores adecuados» para sustituir a su hermano. «Tras su muerte, debe haber elecciones», matizó. Tal afirmación, según fuentes internas, molestó a la esposa del dictador, cuñada del exmilitar y vicepresidenta del país, Rosario Murillo.
Regreso a la democracia
En la entrevista, el exmilitar insistió en la celebración de elecciones en 2026. «Siendo pragmático, como debe ser un político, se debe dar chance a una apertura política que lleve a una solución real (…) el actual conflicto mundial hace más urgente tal proceso de búsqueda de acuerdo para ya y para el año electoral 2026».
Si bien las declaraciones en favor del retorno de la democracia al país y la definición de que Nicaragua «debería ser una república», pudieron ser objeto de molestias en el régimen, lo que realmente enfureció a la pareja presidencial fue la nula credibilidad de Ortega Saavedra en Murillo como heredera del poder. «Ni Rosario Murillo. Nadie. Sin Daniel no hay nadie, porque, con todo y todo, Daniel es el único líder histórico que aún conserva los créditos de esa lucha. Sin Daniel veo muy difícil que haya unos dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular, y más difícil en la familia; hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni Somoza pudo establecer a su hijo», subrayó en la entrevista con el medio argentino.
Estas declaraciones han provocado que el exmilitar haya sido aislado en su casa. Humberto Ortega es ahora prisionero en su propia vivienda, donde la policía ha instalado una unidad de atención médica especializada para cuidar de su delicado estado de salud.
La mujer con más poder
Hoy por hoy, Murillo es la mujer con más poder de Nicaragua. Es la vicepresidenta. Es «la eternamente leal» y la «copresidenta» —en palabras de su esposo—. Es quien controla ahora a la Policía y al Poder Judicial. Ella lo es todo, excepto la presidenta del país. Pero quisiera serlo y todos estos años se ha estado preparando para serlo, cuando la situación lo permita.
«(Murillo es) una psicópata obsesiva que viene trabajando desde hace diecisiete años en constituirse en el relevo de Daniel Ortega, que ha pasado a controlar la CSJ y la Policía, y viene proyectando a su hijo Laureano en la línea sucesoria dinástica», explica la excomandante sandinista Mónica Baltodano —desnacionalizada por el régimen— en un artículo de opinión publicado en el diario de oposición 'El Confidencial', dirigido por Carlos Fernando Chamorro (hijo de la expresidenta Violeta Chamorro), que se vio obligado a exiliarse a Costa Rica. «Este planteamiento es mortífero», asegura. Sin embargo, en el programa de televisión 'Esta Noche', el expreso político y ex precandidato presidencial -deportado a EE.UU. por Ortega-, Juan Sebastián Chamorro, señaló que la decisión de encarcelar a Humberto Ortega no solo fue de Murillo. «Ese argumento de que la mala es ella, no me lo trago. Creo que ellos toman las decisiones en conjunto y que Daniel Ortega es el que siempre tiene la última palabra».
Disputas familiares
Pero los vuelcos en la relación entre ambos hermanos no son nuevos. Integraron la guerrilla contra el régimen de Anastasio Somoza (1967-1979) siendo apenas dos adolescentes y llegaron a convertirse en líderes sandinistas. En los años 80, dirigieron el régimen triunfante en Nicaragua, cada uno encabezando los dos bastiones del poder; la presidencia y el ejército. Una década después, en los 90, comenzaron los roces. Humberto Ortega siguió encabezando el ejército pero bajo una seguidilla de gobiernos que Daniel Ortega nunca apoyó y que, de hecho, protagonizó una oposición brusca en contra de ellos. De hecho, años más tarde, Daniel Ortega llamó a su hermano «traidor» e «instrumento de Estados Unidos» por sus posturas y declaraciones, algunas veces en favor de la potencia norteamericana como posible solucionador de la crisis en el país y negociador de la paz entre el oficialismo y la oposición.
A la tensión entre ambos hermanos hay que añadirle que la relación entre Humberto Ortega y Murillo nunca fue buena. El exmilitar ha minimizado en varias oportunidades la figura de su cuñada, usualmente criticando la acumulación de poder que la vicepresidenta ha ido ganando con el paso de los años y el fortalecimiento de la dictadura, y sembrando dudas sobre el liderazgo de la vicepresidenta en un eventual proceso de transición.
El exmilitar ha minimizado en varias oportunidades la figura de su cuñada, usualmente criticando la acumulación de poder de la vicepresidenta
Pero una cosa parece ser cierta: ambos hermanos están de acuerdo con el poder ilimitado y la figura dictatorial como la mejor vía para gobernar a la Nicaragua de hoy. Pero discrepan en una cosa vital: la sucesión de Daniel. Para el dictador, la silla debe ser ocupada por su esposa o por su hijo predilecto, Laureno Ortega Murillo, quien ocupa diversos cargos en el gobierno y maneja las relaciones diplomáticas con los aliados más relevantes para el país, como China, Rusia y los países árabes.
Para su hermano Humberto, simplemente no hay nadie digno para suceder al dictador. Ni siquiera él. No propone hacer lo que los hermanos Castro en Cuba —Raúl sucedió en el poder a su hermano Fidel—, pero no porque no lo quiera, sino porque sabe que su frágil estado de salud no se lo permitiría. «No quiero morirme», ha dicho públicamente, pero sabe bien que nadie escapa de la dictadura perfecta de la muerte. Ni los Ortega.
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