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Los que guardan la fila y los (políticos) que se la saltan

En la muerte de isabel II

Al velatorio de Isabel II ya se han sumado decenas de miles de personas, cuya espera ha sido más llevadera de lo esperado, pese a las quejas de ciertas actitudes poco solidarias

Cuatro días y medio de duelo a orillas del Támesis

El último paseo de la Reina de Inglaterra por Londres

Última hora de la muerte de Isabel II, en directo

Reparto de pulseras para la fila Ángeles rodenas
Isabel Gutiérrez Rico

Isabel Gutiérrez Rico

Enviada especial a Londres

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«Hay dos tipos de gente en el Reino Unido ahora mismo: uno, la gente que está en la fila; dos, la gente que contempla la fila con fascinación». Esta es la reflexión de una tuitera que se suma a otros tantos memes y frases ingeniosas que, una semana después del fallecimiento de Isabel II, nos valen para tomar la temperatura al estado del humor británico. De hecho, confirmamos que la tuitera no exagera: la fila ciudadana para contemplar el ataúd con los restos mortales de la Reina se ha ganado una entidad propia más de un día después de ponerse en movimiento. Hoy es la columna vertebral con escoliosis de Londres por la que discurre todo el mundo, para mirar o ser mirado.

Hay quien describe la fila como la mayor 'performance' artística de la reciente historia británica: «Es arte. Es poesía (...). No puedes abandonar la fila. No puedes meterte en la fila más abajo. No puedes reservar plazas en la fila. Hay pulseras para la fila...», escribe un tal Jimmy a un amigo, en una maravillosa misiva que circula de móvil en móvil. Pero esta fila adolece de igualitarismo.

Privilegios

Ayer nos desayunábamos con una información del diario 'The Times', en la que se tildaba a políticos y altos funcionarios -en concreto, se señalaba el nombre de Michael Ellis, procurador general del Reino Unido- de 'salta-filas': no sólo abusan de sus privilegios para ahorrarse horas de espera y kilómetros de recorrido, sino que cuelan a familiares y allegados. Mientras, decenas de miles de ciudadanos aguardan día y noche, a veces bajo la lluvia, para entrar en Westminster Hall. 'The Times' cifraba en 650 los miembros del Parlamento y 700 los recomendados de sus señorías que podrían acabar colándose. Poco faltó para tildarles de 'casta de gorrones'.

Un grupo de Beefeaters sale del velatorio para ir a almorzar a. rodenas

Fin de semana de récord

Ayer fue la antesala de un fin de semana en el que la afluencia de visitantes a Londres promete batir todas las marcas: consumo en hoteles y restaurantes, viajes en transporte público, ramos de flores en parques y monumentos... Sin embargo, a mediodía la situación resultaba bastante más relajada que los pronósticos de los medios británicos y el propio Gobierno: hasta el cierre de esta edición, las esperas de 20 o 30 horas no son más que un augurio.

De hecho, muchos de los que salían de Westminster Hall por la plaza del Parlamento reconocían que su experiencia en la fila no había resultado tan dura como esperaban: tardaron una media de entre 6 y 8 horas para recorrer los casi 8 kilómetros desde el comienzo de la misma, en el Puente de Londres. Así nos lo contaba Dulce, turista de Paraguay, quien ni en sus mejores sueños imaginó lo que se iba a encontrar en su periplo por el Reino Unido: «Impresionante -dice-. Estar aquí y ver esto es un privilegio. Yo me puse a la cola con mis amigas a eso de las siete y media de la mañana y, salvo los primeros instantes de parón, empezó a circular a toda velocidad... o al menos así me lo parecía a mí». De hecho, en un tramo, entre el Puente de Waterloo y el de Londres, vimos que quienes formaban la fila se veían obligados a echar alguna carrera para no perder a quienes les precedían. La misma impresión que Dulce tiene una mujer de mediana edad llamada Nelly, del norte de Londres, quien apenas puede articular palabra cuando se le pregunta por sus sentimientos ante los restos mortales de Isabel II. «Ha sido un honor», resume emocionada.

Operación Golden Orb

Y mientras unos entran y otros salen de las Casas del Parlamento en un incesante flujo humano, y con miembros del 'Religious team' ('Equipo religioso') ofreciendo su consuelo a quien lo necesita, voluntarios, policías, militares y operarios levantan barreras, revisan semáforos, quitan bolardos y pivotes, recolocan mobiliario urbano y dirigen a las multitudes que hormiguean bajo la imponente estatua de Winston Churchill. Precisamente el de Churchill fue el último funeral de Estado en el Reino Unido, en 1965. No hay, desde entonces, ningún precedente de la ceremonia que tendrá lugar el lunes 19 de septiembre y a la que se sumarán, más allá de miembros de la sociedad británica, hasta 500 dirigentes de todo el planeta. El periodo de luto por la Reina Isabel II se extenderá hasta siete días después del funeral: el 26 de septiembre. Después, el nuevo reto organizativo será la coronación del Rey Carlos III, cuyo nombre clave será 'operación Golden Orb'.

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