Alerta en Afganistán ante la posible quema de coranes en Estados Unidos
Petraeus advierte del peligro que conlleva para la misión afgana la quema del Corán en una iglesia de EEUU
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Una pequeña iglesia evangélica de Florida anuncia su intención de quemar el Corán para conmemorar los atentados del 11S y el máximo responsable de las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán se ve obligado a reaccionar y advertir de los peligros que esta acción puede causar a sus hombres sobre el terreno y «en otras partes del mundo».
Aunque la quema no se ha producido de momento, el simple anunció llevó a un grupo de quinientos manifestantes a las calles de Kabul el lunes y al grito de «muerte a Estados Unidos» protestaron por los planes pirómanos que el pastor Terry Jones y su iglesia Dove World. Los gritos estuvieron acompañados de la quema de banderas americanas y de un muñeco que representaba al pastor evangélico. Dos días antes la embajada estadounidense en Yakarta también fue escenario escenario de protestas.
La chispa de las protesta saltó en Indonesia, prendió en Afganistán, y amenaza con extenderse a otros países. En esta guerra asimétrica que Estados Unidos libra desde el 11S este tipo de anuncios ayudan a encender focos de violencia a lo largo del mundo islámico. Ejemplos del año 2005 como los rumores sobre la quema de coranes en la prisión de Guantánamo, según una noticia publicada por la revista Newsweek que resultó falsa, o la aparición de las caricaturas del Profeta en un periódico danés hicieron que el general David Petraeus se apresurara a censurar el anuncio del pastor de la iglesia Dove World.
El mismo camino siguieron la Casa Blanca y la Embajada americana en Kabul, que condenaron de forma tajante las intenciones del pastor Terry Jones y las calificaron como «un intento deliberado de ofender a miembros de un determinado grupo religioso y étnico». En la ciudad de Herat, al oeste de Afganistán, el consulado americano extendió una invitación a los responsables de los medios de comunicación importantes de la provincia para celebrar con ellos la cena de Iftar, que rompe el ayuno del día, y transmitirles su pesar por las intenciones de la lejana iglesia evangélica.
«Es precisamente el tipo de acción que buscan los talibanes y puede poner en peligro a las tropas y a todo el esfuerzo que aquí se desarrolla», aseguró Petraeus, que en estos momentos comanda a 150.000 soldados en suelo afgano y trata de frenar el avance militar de los talibanes. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, siguió los pasos de Petraeus y declaró que la quema de coranes «viola los principios y valores» que su organización trata de defender.
Final del ramadán
En un país como Afganistán la rumorología se extiende con rapidez, especialmente cuando se trata de asuntos que afectan a las fuerzas extranjeras a las que los ciudadanos de a pie perciben como extraterrestres que apenas salen de sus bases. Los rumores se convierten en noticia en pocos segundos y quedan grabados en la lista negra que los afganos de a pie construyen desde hace diez años. Los informes sobre la muerte de civiles a manos de la OTAN colaboran a generar un estado de animadversión hacia lo que algunos religiosos no dudan en calificar «ejércitos de infieles» en las oraciones de cada viernes.
Poco importan las estadísticas que apuntan a los grupos insurgentes como los principales causantes de bajas entre la población civil. El último estudio presentado por naciones Unidas informe hace referencia a los primeros seis meses del presente año y eleva a 1271 el número de civiles muertos y 1997 el de heridos, un 31 por ciento más respecto a los seis primeros meses de 2009. Los que ven la botella medio llena defienden que el 72 por ciento de esos muertos han sido víctimas de acciones de la insurgencia, según la ONU.
Pese a las imágenes del grupo de manifestantes a las puertas de una mezquita de Kabul protestando por los rumores sobre la quema del Corán, la inmensa mayoría de afganos, como los ciudadanos del resto de países musulmanes, está ocupada en los preparativos para el fin del ramadán. Los mercados están llenos de compradores que ultiman los detalles para el Eid Al Iftr, las compras se realizan en unos bazares repletos de propaganda electoral ya que los afganos están llamados a las urnas el próximo día 18 para elegir por segunda vez en su historia a su Wolesi Jirga (parlamento).
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