Una droga llamada captagón: el 'coraje químico' con el que Assad convirtió Siria en un narcoestado
Según estimaciones oficiales, el tráfico de este estupefaciente generaba 10.000 millones de dólares al año y la dictadura familiar ganaba tres veces más que los cárteles mexicanos
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Con un país en ruinas, ciudades devastadas y más de seis millones de refugiados, la dictadura de Bashar al Assad encontró en la droga una fuente segura de ingresos que sostuvo a la élite gobernante en su apogeo mientras más de una cuarta parte ... de la población subsistía en la miseria más absoluta. Conocida como «la cocaína de los pobres», el captagón —cuyo nombre técnico es fenetilina— ha consolidado a Siria como un auténtico narcoestado en los últimos años del régimen.
Estados Unidos, que ha impuesto sanciones específicas contra la familia Assad, ha denunciado en varias ocasiones esta economía ilícita, al igual que los opositores armados que, tras tomar zonas estratégicas como Damasco, revelaron la magnitud del negocio. Se estima que el 90% de las divisas extranjeras que ingresaron en Siria en estos años provienen del tráfico del captagón, que sostuvo la economía de un régimen aislado y asfixiado por las sanciones desde el inicio de la revuelta en 2011.
Tan exitosa fue la dictadura inundando a sus vecinos con esta droga barata que Israel halló pastillas de captagón entre los enseres y vehículos de los terroristas palestinos de Hamás que atacaron desde la Franja de Gaza el 7 de octubre de 2023. Siria ha sido para el captagón lo que Colombia para la cocaína o México para el fentanilo. El gobierno del Reino Unido afirmó que el 80% del captagón mundial se produce en Siria y que representó un «salvavidas financiero» para el régimen de Al Assad, con un valor «aproximadamente tres veces superior al comercio combinado de los cárteles mexicanos». Jordania, por su parte, interceptó 65 millones de pastillas de captagón solo en 2022, todas procedentes de Siria.
Las cifras son ciertamente impactantes: el comercio ilegal de esta droga está valorado en más de 10.000 millones de dólares anuales, una cifra que supera con creces el PIB oficial del país, que ronda los 9.000 millones. La mayor parte de estos ingresos acaba en las arcas de la familia Assad, ahora dispersa pero aún con acceso a fortunas escondidas en paraísos fiscales y cuentas ocultas.
La importancia del captagón es tal que Maher al Assad, hermano del dictador y comandante de la 4ª División del Ejército, asumía personalmente su producción y tráfico. Esta unidad de operaciones especiales, clave para la supervivencia del régimen, gestionaba laboratorios clandestinos y rutas de exportación hacia mercados como Libia, Jordania, Arabia Saudí y Turquía. Maher, un aliado fundamental de Irán, contaba además con el apoyo de la milicia libanesa Hizbolá para distribuir la droga, consolidando una red de tráfico de dimensiones transnacionales.
Las autoridades saudíes, que consideran el abuso del captagón una crisis de salud nacional, han interceptado cargamentos millonarios procedentes de Siria. Las pastillas han sido halladas ocultas hasta en mercancías como placas de hierro o latas de tomate y solían enviarse a través del puerto libanés. No solo llega a Oriente Próximo. En julio de 2020, las autoridades italianas se incautaron de un cargamento de 14 toneladas de captagón en el puerto de Salerno, enviado por Samer Kamal al Assad, un empresario sirio primo del dictador. Samer, al frente de un entramado de compañías, gestiona una de las numerosas fábricas de captagón situadas en la zona de Latakia, controlada por Maher.

La ruta
del narcotráfico sirio
Principales mercados o países de tránsito
Sospecha de mercados o países de tránsito
Rutas terrestres
Rutas marítimas
Rutas aéreas
Europa
Turquía
Siria
Irak
Libia
Egipto
E.A.U.
Arabia
Saudí
Omán
Sudán
Fuente: COAR / ABC

La ruta del narcotráfico sirio
Principales mercados o países de tránsito
Sospecha de mercados o países de tránsito
Rutas terrestres
Europa
Rutas marítimas
Turquía
Rutas aéreas
Siria
Irak
Líbano
Jordania
Kuwait
Libia
Egipto
Catar
E.A.U.
Arabia
Saudí
Omán
Sudán
Fuente: COAR / ABC
El captagón tuvo un origen médico en Alemania en la década de los 60, cuando se usaba para tratar trastornos como la narcolepsia, pero fue prohibido globalmente en 1986 debido a su potencial adictivo y a sus graves efectos secundarios: psicosis, delirios paranoides, convulsiones e infartos de miocardio. La producción ilegal, que comenzó en Bulgaria, se trasladó a Siria y el Líbano tras el estallido de la guerra civil en 2011, convirtiendo a la región en el epicentro del narcotráfico en Oriente Próximo.
La droga no solo financia al régimen, sino que ha encontrado utilidad en el campo de batalla. De forma llamativa, el régimen sirio contribuyó a mejorar la resistencia de quienes lo combatían. El captagón, apodado 'coraje químico', es consumido por combatientes en todo el mundo debido a sus efectos estimulantes. Aumenta la energía, la alerta y la sensación de invulnerabilidad, al tiempo que suprime el cansancio y la percepción del dolor, lo que resulta crucial en situaciones de combate prolongado.
Grupos terroristas como el Estado Islámico permitieron su uso entre sus combatientes en Siria e Irak para maximizar su rendimiento, a diferencia de Al Qaida, que lo prohíbe al considerarlo contrario a la ley islámica. Aun así, los yihadistas no son los únicos consumidores del captagón. En países como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, la droga ha ganado popularidad en las clases media y alta, donde se utiliza como sustancia recreativa por su capacidad de generar euforia y resistencia. Su bajo coste, en comparación con otras drogas como la cocaína, ha contribuido a su expansión en fiestas y eventos sociales.
Una droga muy barata
Su precio, ante la inundación del mercado por parte de la dictadura, llegó a ser irrisorio. En 2019, en el Líbano, una pastilla se vendía entre 1 y 2 euros. Para 2021, en Siria, las pastillas de peor calidad y más adulteradas se comercializaban por menos de un euro. Las pastillas buenas cuestan hasta 14 euros y se envían a Arabia Saudí.
En ese país y en Jordania, el captagón es empleado como lo que se conoce como «estimulante académico». Estudiantes universitarios lo consumen para mejorar su concentración durante exámenes, mientras que trabajadores en condiciones extremas —como los inmigrantes en la región del Golfo— recurren a él para soportar largas jornadas laborales, el hambre y la fatiga.
Estados Unidos ha implementado las medidas más agresivas para combatir la producción y el tráfico de captagón. En diciembre de 2022, el presidente Joe Biden promulgó la llamada Ley Captagón, que instruye al gobierno estadounidense a desarrollar una estrategia integral para desmantelar las redes de contrabando de esta sustancia. Además, en marzo de 2024, el Departamento del Tesoro impuso sanciones a once personas metidas en transferencias financieras ilícitas y tráfico de drogas en apoyo al gobierno sirio, incluidos el dictador y su hermano Maher.
Al dictador, ya aislado, no le incomodó demasiado esta nueva ronda de sanciones, pues su único ingreso sostenible y confiable seguía siendo la droga.
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