La dictadura cubana organiza protestas contra el 'bloqueo', mientras la mitad del país está sin electricidad

Mientras desfilaban junto Díaz-Canel, Raúl Castro y la cúpula dictatorial, en Camagüey, una de las provincias más grandes de la Isla y con alrededor de 300.000 habitantes, se contaban 35 horas sin servicio eléctrico.

«Eso era en la ciudad de Camagüey, pero en los pueblos de zonas rurales las personas llevan más de 48 horas sin corriente», declaró a ABC el periodista independiente José Luis Tan Estrada, residente en esa provincia.

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Los cortes continuos y extensos de electricidad son parte de la rutina diaria en la Cuba, debido a la falta de combustible y a averías en las termoeléctricas. Entre el 18 de octubre y principios de noviembre tuvieron lugar tres colapsos energéticos que dejaron casi a la totalidad del país a oscuras entre tres y cinco días. Este viernes, la Unión Eléctrica (UNE) anunció que, por tercer día consecutivo, los apagones abarcarían de manera simultánea poco más del 48% del territorio nacional en el horario pico (tarde-noche).

Pese a ello, y a la grave crisis económica que se refleja también en la falta de insumos médicos y alimentos, fundamentalmente en la capital el régimen realizó un gran despliegue de recursos para la transportación y movilización de las personas, incluso personal de seguridad para paralizar el transporte y garantizar la «tranquilidad» en medio de un escenario proclive a las protestas.

En la jornada previa a la marcha, ABC corroboró con varias fuentes que se suspendieron las actividades laborales, incluyendo las del sistema de salud, y los trabajadores de las entidades estatales fueron chantajeados para que asistieran a la movilización, sus jefes los amenazaron con sanciones laborales si se ausentaban; los estudiantes recibieron amenazas similares.

«A mí no me interesa nada de eso, es perder el tiempo y más con tantas carencias, pero dependo de mi trabajo para subsistir», confesó a ABC una trabajadora estatal bajo condición de anonimato por temor a represalias.

Este viernes, además, tuvo lugar la última reunión del cuarto período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en la que Díaz-Canel reconoció que 2024 ha sido «uno de los años más difíciles» para la isla, con «enormes esfuerzos e insuficientes resultados». Sin embargo, en su discurso de apertura del desfile, como suele suceder, culpó al supuesto bloqueo norteamericano de las carencias en la Isla.

En la inauguración de la marcha «combatiente», el gobernante pidió seguir resistiendo con «rebeldía» e «intransigencia». Con el usual tono beligerante asumido para referirse a Estados Unidos, aseguró que el embargo es una «guerra» contra el país y consideró que con la marcha se «demuestra» «cuán elevado sigue estando el honor de la patria», así como el respaldo popular al gobierno.

Según Díaz-Canel, la administración Biden no ha hecho nada por alejarse de la política del «bloqueo» y «no existe ninguna justificación» para que Estados Unidos mantenga a Cuba en en listado de países patrocinadores del terrorismo.

«Sí hay bloqueo, sí se ha recrudecido el bloqueo, sí existe guerra económica, sí nos desprecian y sí nos intoxican con odio en las redes sociales. En respuesta a esa política hostil, convocamos al heroico pueblo cubano a una marcha combatiente,» manifestó.

De igual forma, recordó que el régimen estaba abierto al diálogo con el gobierno estadounidense.

«Pero si EE.UU. persiste en su empeño de quebrantar nuestra soberanía e independencia, nuestro socialismo, solo encontrarán rebeldía e intransigencia. A cada administración que lo ha intentado le ha sobrevivido la revolución cubana y así seguirá siendo. Esta será una marcha muy antiimperialista, contra el imperialismo norteamericano y su pretensión de imponerse en Cuba por la fuerza», concluyó.

La pasada semana, el Buró de Contraterrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos mantuvo a Cuba como país patrocinador del terrorismo. El informe argumenta que la isla sigue albergando a varios prófugos de la justicia estadounidenses buscados por cargos relacionados con la violencia política, muchos de los cuales llevan décadas residiendo en Cuba; señala además que el país caribeño tiene un largo historial «de proporcionar asesoramiento, refugio seguro, comunicaciones, entrenamiento y apoyo financiero a grupos guerrilleros y terroristas individuales», razón por la cual fue propuesta su inclusión inicialmente en 1982.

Asimismo, alegar que Cuba rechazó la petición de Colombia de extraditar a diez líderes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que vivían en La Habana después de que ese grupo se atribuyera la autoría del atentado de 2019 contra una academia de policía de Bogotá en el que murieron 22 personas y otras 87 resultaron heridas.

La aparición de Cuba en el listado de países patrocinadores del terrorismo supone una serie de sanciones, entre las que destacan la prohibición de la exportación y venta de armas; controles sobre las exportaciones de productos de doble uso, que exigen una notificación al Congreso con 30 días de antelación para los bienes o servicios que puedan mejorar significativamente la capacidad militar del país terrorista o su capacidad para apoyar el terrorismo. Se imponen igualmente restricciones a la ayuda exterior estadounidense, más requisitos para la tramitación de visados y otras de diferentes tipos.

Con la movilización este 20 de diciembre, y ante una crisis económica que se agrava cada día, el régimen cubano manifiesta profunda preocupación ante la adimistración de Donald Trump, que llegará a la Casa Blanca el próximo 20 de enero y que promete mano dura contra las dictaduras del hemisferio.