Un Daesh debilitado en Oriente Próximo ha resurgido en EE.UU.

El presidente electo, Donald Trump, atribuyó —para muchos de manera apresurada— el ataque en Nueva Orleans a la supuesta permisividad migratoria de la administración de Joe Biden, bajo la cual, según sus declaraciones, cerca de 10 millones de personas indocumentadas han ingresado a Estados Unidos. Sin embargo, rápidamente se confirmó que el autor del ataque, Shamsud Bin Jabbar, de 42 años, eliminado por la policía, era en realidad un ciudadano nacido en Texas. A pesar de ello, en los últimos meses, el Departamento de Seguridad Nacional ha informado de haber frustrado ataques similares o incluso más graves, algunos de ellos planeados por inmigrantes, subrayando las crecientes tensiones en torno a la seguridad nacional y las políticas migratorias.

En junio, ocho hombres de nacionalidad tayika, sospechosos de vínculos con el mismo Daesh, fueron arrestados en Nueva York, Filadelfia y Los Ángeles por agentes de inmigración tras ser identificados por el FBI en una investigación sobre amenazas terroristas relacionadas con Asia Central. Los detenidos cruzaron la frontera sur de EE.UU., algunos usando el sistema CBP One implementado durante la Administración Biden para solicitar asilo.

El Gobierno federal ha identificado a más de 400 inmigrantes que ingresaron a Estados Unidos en los últimos tres años mediante una red de contrabando humano vinculada a Daesh. De ellos, más de 150 han sido arrestados, aunque más de 50 permanecen sin localizar, según el Departamento de Seguridad Nacional.

Si bien existen numerosos ejemplos de inmigrantes vinculados a Daesh detenidos antes de cometer ataques, también se han registrado múltiples casos de ciudadanos y residentes estadounidenses inspirados por ideologías yihadistas que planificaban atentados. Es el caso de Jabbar, el asesino de Nueva Orleans, que hasta había sido soldado de EE.UU. en Afganistán.

Otro de los casos más recientes es el de Marvin Aneer Jalo, un adolescente de 17 años arrestado en octubre de 2024 en Peoria, Arizona, acusado de planear un ataque terrorista inspirado por Daesh contra el desfile del orgullo gay en Phoenix. Según las autoridades, Jalo tenía la intención de usar un dron cargado con explosivos y enfrenta cargos como adulto por terrorismo y conspiración para cometer terrorismo.

La investigación reveló un patrón común en este tipo de casos: Jalo había estado en contacto con extremistas a través de foros de internet desde 2023 y había adquirido químicos para fabricar explosivos en Amazon. La rápida intervención de las fuerzas de seguridad evitó que el ataque se concretara, permitiendo que el desfile se desarrollara sin incidentes.

En otras ocasiones, el FBI ha desmantelado redes de financiación y apoyo logístico a los yihadistas. Este mismo mes de diciembre, Mohammed Azharuddin Chhipa, de 35 años y residente en Virginia, fue condenado por haber defraudado más de 185.000 dólares a través de redes sociales, transfiriendo los fondos a criptomonedas que luego enviaba a Turquía para ser utilizados por Daesh en Siria. Estos fondos financiaron la fuga de miembros del grupo de campos de detención, ataques terroristas y apoyo a combatientes de Daesh.

La prueba del magnetismo que suele seguir teniendo el Estado Islámico para estadounidenses musulmanes son casos como el de Syed Aman, residente de Nueva York, de 28 años, que fue arrestado en el aeropuerto de JFK mientras intentaba abordar un vuelo a Qatar con la intención de viajar a Siria para unirse al grupo. Según los fiscales federales, Aman expresó apoyo a Daesh en redes sociales, envió dinero a alguien que creía afiliado al grupo y planeó su viaje para unirse a territorios controlados por él.

Aman expresó el deseo de matar estadounidenses, ensalzó la yihad y el llamado martirio, y llevaba un bolígrafo de acero para autodefensa contra las fuerzas del orden. Sus planes fueron frustrados tras una investigación de un mes del FBI que incluyó una fuente confidencial.