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Críticas a la política de Covid 0 en China por el accidente mortal de un autobús de la cuarentena

Fallecen 27 personas al volcar un autobús que los trasladaba de madrugada desde el brote en la ciudad de Guiyang hasta un campo de aislamiento a 250 kilómetros

Los autobuses de la cuarentena en China son conducidos por chóferes con trajes y gafas o viseras de protección, lo que dificulta su visión Pablo m. Díez
Pablo M. Díez

Pablo M. Díez

Corresponsal en Pekín

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Eran las 2:40 de la madrugada del domingo cuando un autobús con 47 personas a bordo volcó en una autopista de la provincia de Guizhou, al suroeste de China, mientras llevaba a sus ocupantes a un centro de cuarentena del Covid-19. En el accidente murieron 27 personas, lo que está generando numerosas críticas a la política de Covid 0 porque las víctimas eran trasladadas desde el brote que ha obligado a confinar la capital provincial, Guiyang, a un campo de aislamiento en una zona montañosa a 250 kilómetros de distancia. Para colmo de males, el autobús contravenía las normas de circulación en China, que prohíben el transporte de pasajeros de larga distancia entre las dos y las cinco de la madrugada. Además, y como suele ser habitual en estos casos, su chófer iba pertrechado con un traje especial de protección y gafas, lo que sin duda dificultaba la conducción.

A la espera de conocer las causas, el siniestro ha levantado una corriente de indignación en las redes sociales que las autoridades están intentando atajar con la censura de los comentarios más negativos. «Todos nosotros vamos en ese autobús», se solidarizaba un comentario muy popular en WeChat mientras otros internautas destacaban la cruel ironía de que «el Covid no ha matado a estas personas, sino su camino a la cuarentena». «¿Qué garantías tienes de que una noche no estarás tú en un autobús como ese?», se quejaba un usuario en Weibo, donde el accidente se convirtió rápidamente en uno de los temas más comentados el domingo hasta que, por la tarde, desapareció de las 50 etiquetas más populares. «Esta es la mayor tragedia provocada por las medidas anticientíficas de control del Covid», sentenciaba otro comentario.

Tal y como confirmó la Prensa oficial, el autobús transportaba a «afectados por los controles del brote de Covid-19» en Guiyang, ciudad de seis millones de habitantes que lleva cerrada desde principios de mes y cuyo confinamiento está generando un aluvión de críticas por la falta de comida. Frente a los 154 casos positivos del viernes, la provincia de Guizhou informó de que el sábado había 712, el 70 por ciento de todos los registrados en China, pero la inmensa mayoría asintomáticos según las autoridades. Argumentando que la ciudad de Guiyang se ha quedado sin sitio para aislar a los casos positivos y sus contactos, el Gobierno local está trasladando a más de 10.000 personas a otros lugares. A tenor de algunos comentarios en internet que luego fueron censurados, las víctimas del accidente ni siquiera eran enfermos contagiados, sino contactos de positivos o sospechosos de haber estado expuestos al virus, según recoge el periódico «South China Morning Post». Tal y como se ha visto en otros confinamientos, edificios enteros son desalojados y sus vecinos aislados en campos de la cuarentena si se descubre un solo caso.

Unidas a la fatiga por las restricciones aún vigentes dos años y medio después del estallido de la pandemia en Wuhan, dichas medidas tan drásticas están haciendo perder la paciencia a buena parte de la sociedad china. Mientras el resto del mundo recupera la normalidad, en China se siguen imponiendo confinamientos de ciudades enteras que están provocando numerosas protestas por la falta de comida y las malas condiciones de los campos de aislamiento, como ocurrió en Shanghái en primavera y sucede actualmente en la región musulmana de Xinjiang y el Tíbet.

A pesar del enorme impacto económico y social que tiene la política de Covid 0, China insiste en ella como la única herramienta para que el coronavirus no circule libremente e impedir así que se dispare la mortalidad. Frente a la sangría que la pandemia ha desatado en el resto del mundo, su control es uno de los argumentos políticos que esgrime el presidente Xi Jinping y no se esperan cambios. A mediados de octubre se celebra el XX Congreso del Partido Comunista, en el que Xi romperá la tradición de retirarse después de dos mandatos de cinco años, y lo último que quiere el régimen es que se le descontrole el Covid.

Pero, mientras tanto, tendrá que lidiar con las protestas que desatan los confinamientos y con tragedias como este accidente. Según informa el «Diario de Guizhou», las autoridades locales prometieron «aprender la lección, revisar el aislamiento y traslado de personas implicadas en la epidemia y los peligros del tráfico, llevando a cabo una rectificación». Para los 27 muertos y 20 heridos del autobús, llega demasiado tarde.

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