El congreso de los valientes
Se ha celebrado en Vilnia (Lituania) la primera Asamblea General del World Liberty Congress, una institución creada en 2022 para defender el Estado de Derecho y la libertad en el mundo. Sus delegados son gente excepcional
Oleksandra Matviichuk: «El pueblo ucraniano decidió luchar por su integridad democrática y humana»
Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro: «No vamos a descansar hasta ver una Nicaragua justa y libre»
Leopoldo López: « El arresto domiciliario fue muy duro porque el preso ya no era yo, sino toda mi familia»
![Leopoldo López junto a otros dos participantes en el congreso](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2023/11/15/worldliberty-RZZcdqVBeKrttVFnyMYj5lJ-1200x840@abc.jpeg)
«Hay 5.500 mujeres en Gaza a punto de dar a luz, -y no hay hospitales. ¿Qué va a pasar?» Esta pregunta la formuló Ahmed Benchensi, periodista, editor y activista de los derechos humanos marroquí, en uno de los numerosos talleres que han tenido ... lugar en el World Liberty Congress que ha celebrado su Asamblea General en Vilna. No hubo respuesta para esa pregunta, -el tiempo lo dirá- pero si la hubo para muchas otras: ¿Cómo facilitar transiciones democráticas en el mundo? ¿Qué pasos tienen que dar los familiares de un disidente recién encarcelado? ¿Cómo se construye una estrategia de liberación? ¿Cómo colaboran las autocracias entre ellas? ¿Cómo presionar a los regímenes autoritarios a través de las sanciones? Y la más importante de todas: ¿Cómo se restituye la democracia en lugares donde ha sido dañada? ¿Cuándo y cómo hay que actuar?
Nunca habían votado
Más de doscientos activistas, expresos políticos, familiares de presos de conciencia, abogados, periodistas, representantes de organizaciones civiles, de movimientos ciudadanos y de gobiernos de 56 países se han congregado en la capital de Lituania para sentar las bases de una institución cuyo fin es proteger la democracia ante el avance imparable de los totalitarismos. «En los últimos treinta años los países libres hemos retrocedido -señaló el político venezolanoLeopoldo López, uno de sus impulsores- Hoy los ciudadanos que vivimos en libertad somos minoría en el mundo, nos están ganando las autocracias.» El World Liberty Congress nace para contrarrestar esa tendencia.
Al llegar a la sala del hotel donde estaban congregados, me sorprendió que no hubiera seguridad alguna teniendo en cuenta la saña con la que varios gobiernos persiguen a los allí presentes. Irrumpí en medio de la votación en la que elegían a los representantes de sus distintos organismos. Una activista africana lanzó la papeleta por detrás de la mesa; un hombre joven, este de Azerbaiyán, no sabía qué hacer con la suya y tuvieron que guiarle hasta la urna: ninguno de los dos había votado en su vida, ni en la escuela, ni la universidad, ni por supuesto en un colegio electoral. En un ambiente alegre y festivo, los más de doscientos delegados eligieron de presidente a la iraní Masih Alinejad, de vice-presidente al rusoGarry Kasparov y de Secretario General al político venezolano Leopoldo López.
![El congreso de los valientes](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2023/11/15/congreso3-U44585574322qrB-624x350@abc.jpeg)
El discurso que clausuró la jornada fue muy emocionante. Lo pronunció una mujer joven, rubia y espigada, de mirada transparente, que hablaba en el tono en el que habla la gente amenazada. Se trataba de la ucranianaOleksandra Matviichuk, Premio Nobel de la Paz 2022: «Mi país sufrió un ataque brutal y salvaje, y hemos resistido. -dijo- Tomamos una decisión difícil, pero una buena decisión. Porque la gente ordinaria consigue cosas extraordinarias: hemos sido más poderosos que el segundo ejército del mundo.» Al final, enfatizó la necesidad de luchar por la libertad de manera global: «Hoy es Ucrania, mañana puede ser cualquier otro país. Nuestro futuro no está claro y carece de garantías.»
Recibió una larga y nutrida ovación.
«La humanidad está de nuestro lado»
Me fijé en el mapa del mundo con los países dictatoriales marcados en rojo y en efecto, son mayoría. Pero una cosa es saber que los totalitarismos avanzan, y otra vivirlo desde dentro como en esta insólita reunión de combatientes por la libertad. Me dirigiese a quien me dirigiese, siempre la historia que descubría me conmovía. El delegado de Djibouti acababa de salir de la cárcel y lo contaba como si de una película de aventuras se tratase, el de Camerún es un profesor de universidad que me enseñó las cicatrices en sus piernas provocadas por la tortura y me dijo que no ha conocido otro régimen que no sea el del dictador Paul Biya que ahora cumple 91 años; el de Camboya, Sam Rainsy, tiene a su hermana abogada detenida por otro dictador, Hun Sen. ¿Su crimen? Haber reposteado un artículo de prensa en Facebook.
El delegado de Congo Brazzaville, convencido de que lo van a arrestar en cuanto regrese a su país, me contó en voz baja, como si lo estuvieran escuchando, los detalles más escabrosos de su vida clandestina; Carolina Añez lamentaba la injusta condena a diez años de su madre, Jeanine Áñez, expresidenta de Bolivia, y yo prometí enviarle mi último libro para que lo lea en la cárcel; el delegado de Tíbet denunció que las autoridades obligan a los niños a estudiar en internados chinos, alejándoles de sus familias y de su cultura… en el techo del mundo nada ha cambiado desde hace 30 años cuando publiqué la historia de dos religiosas budistas obligadas a exiliarse después de haber sido torturadas en Lhasa por la policía china.
![El congreso de los valientes](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2023/11/15/congerso2-U41847013364Xea-624x350@abc.jpeg)
«Dieciséis años por salir a la calle... ¿Os dais cuenta?»
Volví de la cena de gala en el soberbio edificio del ayuntamiento de Vilna acompañando al matrimonio de Azerbaiyán formado por los científicos Arif y Leila Yunus, cuyas siluetas frágiles esconden una determinación de acero. Él se negó a firmar una confesión forzada, y lo torturaron durante meses dándole golpes en la cabeza. En una de las sesiones de apoyo a los presos organizada por el Congreso, entró en una crisis que nos asustó a todos: se llevó las manos a la cabeza y empezó a agitarse. «No es la primera vez que le ocurre -nos dijo su mujer después de darle un par de calmantes- siempre le pasa cuando escucha testimonios de otros presos.»
En estos días, me he enterado de conflictos de los que nunca había oído hablar, como el de la etnia Karakalpak en Uzbekistán. En julio de 2022 la región se incendió; las revueltas, brutalmente reprimidas, dejaron un rastro de varias decenas de muertos. Su líder, un abogado de Derechos Humanos de 40 años, fue condenado a 16 años de cárcel por denunciar las esterilizaciones forzadas en los hospitales públicos. «Dieciséis años por salir a la calle a manifestarse… ¿os dais cuenta?» -nos decía su familiar.
El país cambia, la tortura es la misma
Detrás de cada delegado o asistente a este original congreso hay historias de persecuciones, de capturas, de allanamientos, de fugas inverosímiles y de reencuentros. Historias que ocurren en países o en culturas diversas, pero parecidas entre ellas: el sufrimiento es el mismo, la forma de castigar la disidencia también. La manera en la que están intentando quebrar a Navalni en Rusia lo intentaron los chavistas con Leopoldo López en Venezuela, y lo está intentando la siniestra pareja Ortega-Murillo en Nicaragua con Monseñor Rolando Álvarez. En estos casos los tiranos se han topado con disidentes cuya capacidad de resistencia roza la heroicidad: su sacrificio sirve para que se conozca la verdad. Ellos representan la decencia frente a la arbitrariedad, la verdad frente a la manipulación. El millón de prisioneros políticos que hay en el mundo son la conciencia de sus países.
«¡Mi padre está libre!»
Y luego está la esperanza. El nombre de Paul Rusesabagina probablemente nos les diga nada, pero quizás recuerden la película Hotel Rwanda: él era el director del hotel de las Mil Colinas donde escondió a 1.268 refugiados Tustsis y Hutus para salvarles de la masacre de las milicias. Años después, este héroe nacional se opuso al presidente Kagame que, bajo una falsa acusación de terrorismo, lo arrestó, lo llevó a juicio y lo condenó a 25 años. El último día del Congreso su hija subió a la estrada y lanzó un mensaje de esperanza: «¡Mi padre está libre!» En efecto, la presión internacional consiguió que Kagame ordenara su liberación hace unos meses. El venezolano Leopoldo López es otro ejemplo: debería estar cumpliendo condena en la cárcel de Ramo Verde y sin embargo consiguió escapar del infierno y aquí está, luchando desde este nuevo foro junto a su mujer Lilian Tintori.
Otro caso es el del académico nicaragüense Félix Maradiaga que pasó 600 días en la cárcel hasta que le ordenaron subir a un avión sin saber dónde se dirigía. Fue trasladado directamente a Washington junto a otros disidentes, por orden de Daniel Ortega, que además les revocó la nacionalidad. Detrás de su liberación estaba el abogado norteamericano Jared Genser, que me encontré desayunando en el buffet del hotel. Nos conocíamos, le entrevisté largamente para mi último libro, así que le felicité por el éxito reciente de su negociación que culminó en la puesta en libertad de sus compatriotas encarcelados en Irán desde hace siete años. A Jared le apodan 'el extractor' porque en su vida profesional (no llega a los cincuenta años) ha conseguido liberar a más de 341 presos de conciencia en 20 países. Sus clientes van desde activistas birmanos, cubanos o burundeses hasta Aung San Suu Kyi o Imran Khan, ex primer ministro de Pakistán, encarcelado por los militares en el poder. Cobra a los que puede, con los otros trabaja pro bono. Es un idealista cuyos abuelos judíos fueron perseguidos por el nazismo y encontraron la libertad en EE.UU. De alguna manera siente que su deber es extender los límites de esa libertad a todos los que no pueden disfrutarla. Para Berta Valle, la mujer de Félix Maradiaga, Jared «es una bendición». «Los dictadores solo entienden dos cosas -dice el 'abogado gringo' como le gusta llamarse-: la fuerza y el poder. Y una sola emoción: el miedo… a perder el poder, a tener que responder ante la justicia, a que impongan sanciones financieras a su familia. Un dictador maneja a sus presos como los grupos terroristas a sus secuestrados, como un bien transaccional. Solo los sueltan cuando, bajo presión, se enfrentan a una serie de malas decisiones y la menos mala es liberarlos.» Se unió a nuestra conversación, con su bandeja de desayuno, Masih Alinejad, feroz opositora al régimen iraní, candidata al Nobel 2022, persona del año 2023 de la revista 'Time'. Delgada y fibrosa, es un manojo de nervios, siempre alegre y entusiasta. Vive con su marido, exiliada en Nueva York. Le comenté el atentado contra Alejo Vidal Quadras y su sospecha de que Irán está detrás del tiroteo. No se mostró sorprendida. Los servicios secretos iraníes son muy activos y están en todas partes. Me contó que en 2021 unos sicarios fueron descubiertos in extremis por el FBI mientras preparaban un atentado contra ella… Y que esta semana en Canadá, la policía ha desbaratado un complot contra la disidente iraní Maryam Shafipour. La conversación giró hacia la estrategia a seguir, basada en la idea de que si Rusia, China, Irán y demás autocracias y organizaciones terroristas se apoyan ente si y luchan contra los países libres en múltiples frentes, a través de campañas de influencia o comprando voluntades, los países libres también tienen la obligación de unirse para responder, también ellos, en esos múltiples frentes.
Reconocí al fondo del comedor, solo, a Garry Kasparov, excampeón del mundo de ajedrez y duro opositor a Putin. Cabizbajo, estaba posteando en X: «Cuando vine la primera vez a Vilna tenía 10 años. Gané un premio especial de ajedrez. Cincuenta años más tarde, he regresado a recoger otro premio, el de vicepresidente por el que me han elegido, ahora como el más viejo de todos. Es un gran honor encontrarme junto a estos luchadores por la libertad.» Luego permaneció pensativo, como si estuviera meditando un gambito de dama. Ahora su tablero es el de la geoestrategia mundial, y quizás estaba pensando cómo ganar esta partida en la que se juega, nada y nada menos, que el futuro de la humanidad.
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