Los colonos vuelven a construir en Cisjordania
El fin a la moratoria en la construcción de asentamientos judíos amenaza el proceso de paz apadrinado por Washington
Por lo que a los colonos respecta, la congelación parcial y limitada impuesta en 2009 a la expansión de sus asentamientos en Cisjordania ha terminado. La tierra recién removida bajo la pala de una excavadora recibía ayer como un desafío y como símbolo de fuerza al millar y medio de judíos que se concentró en Revava, -en el corazón de la Samaria que creen su hogar legado por Dios-, para celebrar “el fin de diez meses de injusticia”.
Esas eran las palabras del diputado del Likud Danny Dannon, una de las voces que más se han opuesto a una extensión de la moratoria, y que ayer se unía a la fiesta, a pesar del llamamiento a la “moderación y la responsabilidad” que su jefe de partido, Benjamin Netanyahu le hizo personalmente el domingo, y también a todos sus ministros, a los colonos y a las organizaciones de derechas. No hay más congelación de momento,-la moratoria expiró a medianoche sin anuncio de prórroga-, y el mensaje oficial es que no merecen la pena provocaciones que inflamen la fricción, que al fin y al cabo sólo incrementarían la presión norteamericana.
En Revava no hicieron demasiado caso. Dos mil globos blancos y azules, los colores de la bandera de Israel, fueron lanzados al aire pensando en las dos mil viviendas que tienen todos los permisos en regla para empezar a ser erigidas de inmediato. Invitados a la ceremonia, en un autobús apareció un grupo de cristianos evangelistas de China, Singapur, Canadá y Noruega, que entre cánticos de “Shalom” (paz), aseguraron estar allí para “divertir a la gente” y reforzar la reivindicación de un “Israel dentro de las fronteras Bíblicas”.
Fiesta por todas partes
Tampoco ahorraron celebraciones en otro asentamiento situado pocos kilómetros al oeste, Kyriat Netafim, donde la alegría de los colonos estalló en aplausos cuando ayer se puso la primera piedra de una nueva guardería. “La congelación nació en pecado, -declaraba, Gershon Mesika, el jefe del Consejo de los colonos de Shomrom, que reúne 34 asentamientos-, es una decisión racista que solo prohíbe a los judíos construir sus casas en su país”. Y añadía recalcando el segundo nombre árabe del presidente de los EE.UU, “Desde este escenario digo a Hussein Obama: la tierra de Israel pertenece a la gente de Israel”
La realidad de los hechos consumados tomaba así la delantera, una vez más, a las palabras y los acuerdos que no llegan. La mediación norteamericana continuaba anoche contrarreloj sus esfuerzos por intentar arrancar a Netanyahu un compromiso digerible para los palestinos, aunque ya parece desterrada la posibilidad de que el presidente Mahmmud Abbás, cumpla su amenaza de abandonar la negociación vista la reanudación de las obras judías en Cisjordania. Barack Obama se lo dejó muy claro a ambos en privado antes de iniciar el proceso: “os lo pido: no os metáis conmigo hasta noviembre”, es una de las frases más citadas estos días en la prensa israelí para recordar que las partes no tienen margen de maniobra, al menos hasta Obama atraviese las cruciales legislativas norteamericanas.
Para Netanyahu, ampliar la congelación supondría faltar a su palabra de que sólo fue una medida “puntual” sin segundas partes, lo que acarrearía la consiguiente pérdida de liderazgo, el tambaleo de su coalición y las seguras acusaciones de capitulación ante EE.UU.. Para Abbás, -que hoy se entrevistará en París con Nicolás Sarkozy-, el avance otra vez de las colonias, que ya es un hecho, constituye una humillación de consecuencias difíciles de prever. El viernes, ante la Asamblea de la ONU en Nueva York, hacía un último intento proclamando que Israel debería elegir entre “asentamientos o paz”.
En busca de una solución
Ayer se conocía que ya ha pedido una reunión urgente de la Liga Árabe, que se reunirá el 9 de octubre y, previsiblemente, para otorgarle un respaldo y una legimitimidad con la que seguir adelante en unas conversaciones que para Abbás son cada vez más difíciles. Sin ir más lejos, el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) anunciaba ayer su abandono por ahora de la OLP en protesta por la “falta de claridad” de la institución negociadora palestina en el proceso.
Según el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, ayer había un “un 50 por ciento” de posibilidades de encontrar una solución, la fórmula mágica para que todos salven la cara y sigan dialogando. Se habla de que se pondrá en marcha una nueva modalidad de freno a la construcción, discreta y sin anuncios, denominada “congelación burocrática”, de acuerdo con la cual, los permisos de obras y proyectos se ralentizarán en las oficinas para restringir sobre el crecimiento efectivo de las colonias.
En Revava, el director del Consejo colono de Shomrom, David Haivri, se desentendía de arreglos de última hora y sentenciaba: “ahora ha llegado el momento de expandirnos”. Y nada de paz por territorios. A su entender, la fórmula está caduca desde el mismo momento en que Israel dejó Gaza y “la gente de allí y los israelíes estamos sufriendo el terrorismo de Hamás”. “Es la prueba que refuerza la idea de que solo podemos intercambiar paz por paz, los judíos somos gente de paz, -decía-, pero a cambio no pueden congelarnos, eso ha sido un terrible error que hoy hemos corregido”.
En la misma fiesta, Ariel Pulver, -desplazado a Revava “desde Jerusalén, Israel”, aclaraba-, sostenía una pancarta con la leyenda: “Obama, si el Islam puede construir en cualquier parte, por qué yo no?”. Lejos de lamentarse por la “tortura” que un representante colono decía desde el escenario que ha supuesto la moratoria ya concluida, Pulver disfrutaba del ambiente de victoria festejando “esta tierra es nuestro presente y nuestro futuro… ¿qué han sido diez meses en 3.500 años de historia?.
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