China ensayó en Taiwán su guerra de desinformación para las elecciones de EE.UU.
En lugar de favorecer a un partido, como hicieron en los comicios de la isla en enero, sus agentes intentan agrandar las diferencias sociales propias de una democracia
Taiwán aprende a defenderse de una invasión china
![Eve Chiu, directora de Taiwan FactCheck Center, lucha contra las noticias falsas difundidas por el régimen chino](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/11/01/taiwan1-Rsx0LWRAa02ky8AVUNnFEzM-1200x840@diario_abc.jpg)
En un tiempo de hostilidad e hiperconexión, la información representa el primer campo de batalla. Allí recluta China textos, fotografías y vídeos, disciplinadas tropas multimedia en incursiones propagandísticas para influenciar, confundir e intimidar a aquellas democracias camino de las urnas. Un escuadrón a pocos ... días de la más importante contienda: las disputadas elecciones de Estados Unidos y sus globales repercusiones. Pero, como resulta habitual, las acometidas chinas empiezan apuntando a Taiwán.
«Es como cuando en los 60 y 70 China bombardeaba las islas Kinmen. Los proyectiles caían siempre en los mismos sitios, de modo que la gente se limitaba a evitarlos«. Eve Chiu ofrece esta metáfora de la amenaza y sus ficciones para ilustrar la cotidianeidad de Taipéi al otro lado de la ventana. «Estamos acostumbrados». También su labor al frente de Taiwan FactCheck Center (TFC), una ONG elevada a égida del territorio «más afectado por la desinformación originada fuera de sus fronteras», según un estudio de la Universidad de Gotemburgo. «Verificamos cuestiones de interés público para promover la comunicación fiable, la alfabetización digital y la ecología informativa», resume. «Nuestros esfuerzos están dirigidos a hacer de Taiwán una sociedad democrática mejor y más fuerte».
Las letras contra las armas, en definitiva, también en distancias cortas. Durante las maniobras militares de China en el verano de 2022 tras la visita de Nancy Pelosi, que escenificaron el bloqueo previo a una invasión, el TFC demostró su relevancia al alertar de que una fotografía empleada por medios de todo el mundo, procedente de la agencia de noticias china Xinhua y difundida por la estadounidense AP, era en realidad un montaje.
Este mostraba a un soldado chino oteando a través de unos prismáticos la supuesta costa oriental del territorio. «Tratamos de advertir a la comunidad internacional de que sean cuidadosos al emplear imágenes e informaciones emitidas por el Gobierno chino», señala Chiu. Este caso constata la existencia de un sistema estatal para la manufactura de propaganda con el propósito de abrir camino hasta publicaciones legítimas, así como el atrincheramiento solitario del TFC en primera línea de defensa. Para su directora supone, asimismo, «un ejemplo de guerra cognitiva».
El término se ha vuelto atmosférico en Taiwán, en particular ante las agresivas campañas de desinformación motivadas por las elecciones presidenciales de enero. En ese sentido, no deja de resultar irónico que aquello que ambas sociedades comparten es, precisamente, lo que les hace vulnerables: el idioma. «Hablamos la misma lengua, aunque nosotros empleemos caracteres tradicionales y ellos simplificados, lo que significa que tienen acceso total a nuestros sistemas informativos».
![Informe de Taiwan FactCheck Center alertando del montaje de una foto distribuida por la agencia china Xinhua y publicada por medios de todo el mundo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/11/01/taiwan2-U18636440377eWu-760x427@diario_abc.jpeg)
Una puerta abierta que plasma un dilema irresoluto en las democracias liberales: cómo lidiar con los actores que, desde dentro del sistema, propugnan valores contrarios a este. «Las dictaduras no tienen que preocuparse de ello, el discurso público y los medios están controlados. Pero en el caso de las democracias pueden emplear sus libertades en su contra, eso es una vulnerabilidad», apunta Chiu. Ante este problema, el TFC esboza una solución que no consiste en levantar barreras sino, al contrario, en redoblar la verdad como divisa.
«Taiwán será un modelo, y luego China aplicará sus tácticas para influir en las campañas electorales de otros países», avisó Joseph Wu, entonces ministro de Exteriores y hoy secretario del Consejo de Seguridad Nacional.
«En las dictaduras, el discurso público y los medios están controlados. Pero en el caso de las democracias pueden emplear sus libertades en su contra, eso es una vulnerabilidad»
Eve Chiu
Directora de Taiwan FatcCheck Center
En efecto: a principios de septiembre, la firma de análisis Graphika reveló una operación en la que «falsos votantes denigraban a políticos estadounidenses y emitían mensajes divisivos en redes sociales». Esto responde a una estratagema recurrente de la propaganda china conocida como «spamuflaje» -acrónimo de «spam» y «camuflaje»-, en uso desde 2017 pero «más agresiva en sus intentos de manipular el diálogo alrededor de las elecciones a medida que estas se acercan», incidía el informe.
Media entre ambos casos una diferencia reveladora. En Taiwán, la desinformación pretendía aumentar las opciones electorales del Kuomintang (KMT), formación más favorable a la reunificación, frente al Partido Democrático Progresista (PDP) del actual presidente William Lai. En EE.UU., por contra, la oposición a China ha alcanzado tal grado de consenso bipartidista que «el spamuflaje no parece favorecer a ningún lado del espectro político, sino que procura amplificar críticas generales ya existentes».
Y para saber claro, hay que preguntar. Un estudio complementario publicado en abril por el Centro de Amenazas de Microsoft exponía cómo agentes chinos recurren a perfiles falsos para realizar encuestas y descubrir qué cuestiones generan más división en la sociedad. Así, «recogen inteligencia y precisan sectores demográficos clave de cara a las votaciones». Los ejemplos presentados lanzan tuits con novelescas acusaciones antes de rematar con anzuelos del tipo: «¿Qué piensas sobre esto?», «¿Cuál es tu reacción?».
Estas iniciativas emponzoñan el debate público para explotar el potencial desestabilizador de estas elecciones, de las más ajustadas de la historia. Si hasta un 40% de estadounidenses opinan que las precedentes fueron «robadas», el porcentaje en esta ocasión podría aumentar hasta niveles insostenibles. «El mayor daño que la desinformación puede causar en una sociedad es hacer que las personas dejen de confiar unas en otras», enfatiza Chiu. «Lo que pretenden es encontrar una división en la sociedad, cualquiera, y ensancharla todo lo posible».
El peligro de la Inteligencia Artificial (IA)
Sin embargo, ambos informes constataban que por ahora los esfuerzos del régimen chino por generar discordia en EE.UU. apenas han surtido efecto, en gran medida por sus burdos métodos. A diferencia de Taiwán, el contexto cultural no acompaña. Ahora bien: esto podría cambiar cuando al fenómeno, inherente a las redes sociales, se añada el impacto de otras tecnologías generativas como la inteligencia artificial, capaces de hacer añicos el principio de verosimilitud.
En el TFC ya trabajan en ello. «Las campañas de desinformación china se han vuelto más sofisticadas e intensas. Los contenidos de IA todavía tienen fallos, pero van mejorando. Por eso estamos tratando de desarrollar nuevos instrumentos con la comunidad científica», sentencia su directora. «No podemos dejar de permanecer alerta», concluye, preparada para la guerra de mañana, adopte esta la forma que adopte, incluso la auténtica.
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