China congrega a 50 países africanos para reforzar su liderazgo del 'Sur Global'

Fundado en el año 2000 con encuentros de carácter ministerial, Focac celebró en 2006 su primera cumbre en Pekín y, desde entonces, tiene lugar cada tres años, alternándose entre la capital china y alguna africana. Tras el encuentro virtual de Senegal en 2021, en el que Xi Jinping participó por vídeoconferencia por el Covid, el presidente chino lleva desde este lunes recibiendo en persona a sus homólogos africanos para reforzar aún más sus estrechos lazos políticos y comerciales.

Desde 2005, cuando sus intercambios comerciales ascendían a 39.700 millones de dólares (36.000 millones de euros), se han multiplicado por siete al alcanzar el año pasado la cifra récord de 282.100 millones de dólares (255.127 millones de euros), disparada tras la pandemia. Desde hace ya 15 años, China es el mayor socio comercial de África, donde encuentra los recursos naturales y las materias primas que tanto necesita y un amplio mercado para sus productos baratos. Buena prueba de ello es que el año pasado se dispararon sus exportaciones a África de coches eléctricos (291%), baterías de litio (109%) y productos fotovoltaicos (57%).

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Como le suele ocurrir a China con el resto del planeta, también le vende a África más de lo que le compra. De hecho, el déficit comercial de África con China engordó en 2023 hasta los 64.000 millones de dólares (57.900 millones de euros). Pero se ha reducido este año por el aumento de las importaciones chinas de productos agrícolas, minerales y materias primas africanas para sus sectores de nuevas energías.

Por su parte, la inversión directa de China en África ha saltado de los 491 millones de dólares (444 millones de euros) de 2003 a los 40.000 millones de dólares (36.000 millones de euros) que acumulaba a finales del año pasado. Además, desde el año 2000 China ha concedido a 49 gobiernos y siete bancos regionales más de 1.300 préstamos por valor de 182.000 millones de dólares (164.000 millones de euros) para grandes proyectos en infraestructuras, como puertos, autopistas, ferrocarriles y presas hidroeléctricas, que son una de sus principales herramientas de influencia en el continente gracias a su iniciativa de las 'Nuevas Rutas de la Seda' ('Una Franja, Una Ruta').

Según la Base de Datos de Préstamos de China en África, que pertenece al Centro de Política de Desarrollo Global de la Universidad de Boston, los principales receptores de créditos son Angola, país rico en petróleo, Etiopía, Egipto, Nigeria, Kenia, Zambia, Sudáfrica, Sudán, Ghana y Camerún.

Además de construir los proyectos que financia con empresas chinas, Pekín se asegura el pago de los créditos e intereses con sus materias primas y recluta aliados entre los países en vías de desarrollo para liderar el llamado «Sur Global», ganando así peso en organismos internacionales. Al igual que en ediciones anteriores, de esta cumbre se espera una nueva lluvia de millones para los países africanos, pero posiblemente menos cuantiosa que otros años para reducir riesgos y evitar las «trampas de deuda» en que han caído algunos de sus gobiernos para pagar los proyectos faraónicos financiados por Pekín.

«China está liderando el Sur Global y uno de sus conceptos estrella es el multilateralismo, con el que le es fácil convencer a África y América Latina para hacer frente al liderazgo de Occidente. Pero su propósito no es cambiar un orden mundial injusto, sino tratar de construir uno más favorable para sus intereses dentro de su rivalidad con Estados Unidos y la Unión Europea», analiza Juan Pablo Cardenal, periodista especializado en la expansión internacional del régimen de Pekín. Autor de libros como 'La silenciosa conquista china', Cardenal destaca que «foros como Focac son informales y están al margen de la arquitectura internacional creada por Occidente después de la II Guerra Mundial, lo que significa que hay una falta de transparencia muy clara y no se produce ninguna mención a asuntos como los derechos humanos».

Junto al impacto medioambiental, las condiciones laborales, la corrupción y los intereses leoninos, esa es una de las críticas más frecuentes a los proyectos y préstamos de China en África, muchos de los cuales no pasarían los estándares occidentales. Pero Pekín se defiende de esas acusaciones de «neocolonialismo» y esgrime sus contribuciones en transportes, educación y sanidad para justificar las bondades de sus créditos. «Mejores redes de transportes, mejor acceso a la atención médica, mejores oportunidades de empleo… Los beneficios de las inversiones chinas son tangibles para muchos africanos en su vida diaria», asegura a la agencia estatal de noticias Xinhua Humprey Moshi, director del Centro de Estudios Chinos en la Universidad de Dar es Salaam, en Tanzania. En su opinión, «las potencias occidentales priorizan con frecuencia la promoción de sus valores y sistemas, mientras que la ayuda de China se adapta a los países receptores», entre los que figuran algunos en guerra y otros gobernados por dictaduras militares.

Para hacer frente a esa expansión de China por África, el presidente de EE.UU., Joe Biden, anunció en 2022 un plan de infraestructuras de las potencias occidentales del G-7 cifrado en 600.000 millones de dólares (543.000 millones de euros). Denominado Alianza para las Infraestructuras y la Inversión Global, pretende competir con las 'Nuevas Rutas de la Seda' de China, pero Xi Jinping sigue congregando en Pekín a los dirigentes africanos para erigirse también en el emperador del 'Sur Global'.