Centroeuropa se prepara ante la amenaza de una III Guerra Mundial
El miedo a que la guerra de Ucrania se extienda más allá de su territorio ha provocado que sus vecinos se rearmen
Amenazas como el despliegue del grupo Wagner, ha llevado a algunos países a reforzar o cerrar fronteras
Polonia celebra su mayor desfile militar desde la caída del Muro de Berlín
El historiador ruso afincado en Estados Unidos Yuri Felshtinsky está convencido de que la guerra de Ucrania se extenderá a otros países europeos. La de Ucrania, en su opinión, es sólo «la primera batalla de la III Guerra Mundial», que es ... precisamente el título de su último libro. «Cuanto más se alarga la guerra, más piensa Putin en la idea de usar armas nucleares, no solo contra Ucrania, sino también contra Lituania, incluso Polonia», augura, al tiempo que insta a los aliados a entregar a Ucrania «todo tipo de armas» y a permitir a Kiev «atacar con ellas en territorio enemigo».
Esta retórica puede resultar más tremendista a medida que avanza la longitud en dirección oeste, pero muchos gobiernos centroeuropeos la suscriben y no sólo temen una posible III Guerra Mundial, sino que se consideran ya inmersos en ella. La presencia en Bielorrusia de mercenarios Wagner no hace sino agitar esa percepción y, aunque todos los analistas coinciden en que la próxima guerra mundial no será como las anteriores, sino de modelo híbrido, los países europeos se preparan para ello de forma convencional: con contundentes procesos de rearme y despliegues de tropas en las fronteras.
Polonia: la amenaza histórica de Rusia
El desfile militar celebrado esta semana en Varsovia, el mayor desde la Guerra Fría, pone de manifiesto que «el principal asunto para Polonia en este momento es la seguridad», según el discurso del presidente Andrzej Duda, que apuntó como enemigo a Rusia, «porque este es el país que, aunque cambien los años, cambie la alianza, pasen generaciones, sigue siendo el agresor que amenaza a esta parte del mundo». El ministro polaco de Asuntos Especiales, Stanislaw Zaryn, que coordina los servicios de inteligencia y la vigilancia fronteriza, ha advertido públicamente que «hay que estar preparados para el caso de que los soldados Wagner en Bielorrusia sean utilizados contra Polonia» y que «pueden escapar rápidamente del control de Lukashenko y convertirse en un problema para la propia Bielorrusia».
De acuerdo a esta percepción, el gobierno polaco no sólo está construyendo a toda prisa nuevas barreras fronterizas, sino también desplegando 10.000 soldados en su frontera oriental y acelerando su programa de compra de armamento a gran escala, con el que pretende fortalecer el «mayor ejército de tierra de toda Europa», en palabras del viceprimer ministro de Defensa Marcin Ociepa, con un presupuesto de 120.000 millones de euros. Este rearme, en opinión de Rusia, retroalimenta el conflicto. El ministro de Defensa ruso ha declarado que «conlleva una serie de riesgos» y ha acusado públicamente a Polonia de planear la formación de un «batallón binacional» con Kiev para «ocupar la región occidental de Ucrania». Polonia ya ha estado durante unas horas en la III Guerra Mundial, el pasado mes de noviembre, cuando un misil de fabricación rusa S-300 impactó en su territorio y mató a dos personas. La OTAN contuvo la respiración, ante la posibilidad de activación del artículo 5 del tratado y el jefe de la CIA, William Burns, gestionó personalmente la crisis en Varsovia. El gobierno polaco estuvo de acuerdo en que se trataba de un misil de defensa antiaérea ucraniano, no uno de los S-300 que Rusia utiliza como misiles de ataque, y tomó una decisión que sólo unas horas antes habría resultado impensable: el despliegue de tropas alemanas en su territorio, por primera vez desde la II Guerra Mundial, junto con los sistemas antimisiles Patriot que desde ese momento protegen su cielo.
Países bálticos: miedo al grupo Wagner
Otro país que ha aceptado la presencia de tropas alemanas en su territorio, 4.000 efectivos, es Lituania, que acoge a una brigada permanente. El presidente lituano Gitanas Nauseda no sólo la acepta sino que la requiere e insta a la OTAN a desplegar más tropas: «si Prigozhin está e Bielorrusia, eso sólo significa que tenemos que reforzar la seguridad del flanco oriental», ha advertido. Ayer cerró sus fronteras en Sumskas y Tverecius, ante el temor de que los Wagner cruces disfrazados de inmigrantes. Además ha puesto en marcha la creación de una nueva división del Ejército, cuatro brigadas con unos 20.000 soldados equipados con tanques Leopard, para lo cual ha firmado una carta de intenciones con los fabricantes alemanes. La operación, de 2.000 millones de euros, supone todo un reto presupuestario para este pequeño país báltico, que se convierte en el primero de la región con tanques propios. Sólo las fuerzas de la Presencia Avanzada Reforzada en los países bálticos disponen de ellos: el Ejército español en Letonia y el canadiense, que añadirá 15 Leopard más antes de final de año. La ministra de Defensa letona, Inara Muriniece, ha anunciado por su parte esta semana la movilización de unidades de las fuerzas armadas en dirección a la frontera con Bielorrusia debido a una creciente amenaza de «guerra híbrida». Como en otros casos, el gobierno percibe los crecientes cruces ilegales de apariencia migratoria como un ataque organizado desde Bielorrusia, que atrae y conduce a inmigrantes procedentes en su mayoría de Oriente Medio hacia su frontera con el objetivo de desestabilizar el país. Estonia también ha aumentado su gasto militar hasta superar el 3% del PIB nacional. La decisión «no ha sido fácil», ha admitido el presidente Alar Karis, «pero la historia demuestra que un periodo de confrontación militar implica una mayor carga fiscal».
Austria y Suiza: adiós a la neutralidad
La invasión de Ucrania ha resquebrajado el principio de neutralidad de Austria y Suiza. Viena ha destinado 1.600 millones a la compra de 18 nuevos equipos de entrenamiento y la modernización de sus 15 Eurofighter con misiles aire-aire Amraam o de largo alcance Meteor. Prevé comprar hasta 18 aviones subsónicos y ha firmado un acuerdo marco con la alemana Rheinmetall para dotarse de casi 1.400 nuevos vehículos logísticos HX, TGS y TGM por 525 millones de euros. La ministra de Defensa Klaudia Tanner ha anunciado también la adquisición de 36 helicópteros AW169 Lion por 2.000 millones de euros y la modernización de sus 58 Leopard 2A4 y 112 Ulan cofabricados por la española Santa Bárbara. «No somos inmunes al hecho de que esto puede convertirse en una guerra mundial», ha reconocido el canciller Karl Nehammer, cuyo ministro de Exteriores no oculta que «la espada nuclear de Damocles sigue colgando sobre las cabezas de toda la humanidad». Suiza, por su parte, ha elevado a 48 su pedido de morteros autopropulsados Mörser 16 y se ha sumado al grupo de ya siete países europeos con misiles Patriot. La Fuerza Aérea suiza, además, ha recibido ya los primeros drones Hermes 900 HFE.
Alemania: presupuesto extraordinario
Alemania no sólo ha destinado un presupuesto extraordinario de 100.000 millones de euros al rearme, sino que por primera vez desde la II Guerra Mundial asume un papel de liderazgo con la iniciativa de escudo antimisiles europeo. El ministro de Defensa Boris Pistorius tiene problemas para cumplir con los objetivos de 20.000 nuevos reclutas, pero acaba de firmar el mayor pedido de armas de la historia de Israel, el sistema antimisiles Arrow 3, que estará operativo en 2025 y que se suman a la compra de 35 cazas F-35.
Países nórdicos: adhesión a la OTAN
El movimiento geopolítico de mayor alcance se ha producido en Finlandia y Suecia, con su adhesión a la OTAN aún por completar. Ambos países compran armas ya conjuntamente y se han abierto al a presencia de armas nucleares de la Alianza en sus territorios bajo la amenaza rusa de «consecuencias». Suecia gasta en Defensa cerca de 9.000 millones de euros anuales y ¡ posee ya un poderoso ejército, al que añade ahora dos aviones de vigilancia Global Eye por 680 millones de euros. Está aumentando sus efectivos militare de 60.000 a 90.000 y la primera ministra Magdalena Andersson ha firmado un acuerdo de mutua Defensa con Reino Unido. En cuanto a Finlandia, con 1.300 kilómetros de frontera con Rusia, el gobierno ha llamado a todos los menores de 40 años a proveerse de pastillas de yodo, ante la posibilidad de un ataque nuclear y ha ampliado en un 50% las actividades de formación de reservistas, con cerca de 30.000 al año. Helsinki ha inyectado 2.000 millones en la compra de misiles Hellfire y helicópteros MH-60R que se suman a la reciente adquisición de los F-35. Noruega, por su parte, ha encargado 54 tanques Leopard 2A7 «en la situación de seguridad más difícil desde la II Guerra Mundial», según el primer ministro Jonas Gahr Store. Al otro lado de la frontera finlandesa y noruega, Putin ha desplegado 11 bombarderos nucleares Blackjack Tu-160 y cuatro Tu-95 equipados con misiles de crucero Kh-101, en la base de Olenya.
Despliegue de tropas españolas en Eslovaquia y Rumanía
España participa en estas preparaciones con el despliegue de tropas en Eslovaquia y en Rumanía, donde se dispone a desplegar efectivos y medios en dos de los ocho grupos terrestres de combate de la OTAN. España liderará en 2024 la presencia de la Alianza en Eslovaquia, el Grupo de combate multinacional, con 750 militares que se suman a los 1.100 que aportan Eslovenia, Alemania, Estados Unidos y la República Checa, estacionados en la localidad de Lest, a 225 kilómetros de Ucrania. También reforzará su presencia en Rumanía con el envío de 250 efectivos adicionales al destacamento «Tigru», formado por unos 40 efectivos y un radar de alerta temprana, como parte del batallón que lidera Francia e incluye a 2.000 uniformados de diez países. En Letonia, las Fuerzas Armadas españolas están desplegadas con 650 efectivos desde 2017.
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