Carla Bruni, heroína y mártir de un Nicolas Sarkozy hundido
Humillado por la miseria judicial y proscrito de la vida pública, el expresidente de la República francesa no se rinde. Y cuenta con el apoyo más íntimo y feliz: el amor justiciero de su esposa, en campaña permanente por defender su figura
Carla Bruni, amor a prueba de derrota electoral y condena

Carla dijo adiós a Jean-Paul y Raphaël Enthoven, el abuelo y el padre de su primer hijo. Se despidió de su carrera de cantante y modelo, alejándose de la vida de gran mundo que fue la suya, con excepcionales experiencias sentimentales. ... De aquella etapa entre pasarelas de moda, festivales de música y cine, datan sus legendarias declaraciones: «El amor puede durar mucho. Pero el amor ardiente apenas dura dos o tres semanas. Soy monógama de tiempo en tiempo. Pero prefiero la poligamia y la poliandría».
Sarkozy, diez centímetros más bajito que ella, era padre de tres hijos de dos matrimonios. Y, algo muy importante: su dormitorio, en el Elíseo, había sido ocupado por Eugenia de Montijo, la última emperatriz de Francia, la esposa de Napoleón III, que no dudaba en abandonarla algunas noches para escapar en busca de aventuras por el pasadizo secreto que hoy ocupa el despacho donde el presidente de turno controla el arsenal nuclear.
Tras su encuentro en casa de un publicista amigo de François Mitterrand, presidente socialista, la pareja contrajo matrimonio con rapidez. Carla Bruni se convirtió en la primera dama más llamativa de la historia política nacional. En Londres, 'sedujo' a los Reyes de Inglaterra. En las cumbres europeas fue una 'reina' indiscutible. En Washington, Michelle Obama se atrevió a confesarle que, en verdad, la vida política es «un infierno». Cuando los escándalos y desventuras de su esposo comenzaron a confirmar al carácter infernal de la política, Carla Bruni volvió discretamente a grabar discos, esperando que la salida del Elíseo le permitiese pasar página.
En verdad, la salida del palacio presidencial se transformó en un 'vía crucis' endemoniado. Sarkozy fue perseguido por un rosario de escándalos que culminaron, días pasados, con una primicia trágica: el expresidente fue condenado en primera instancia a tres años de cárcel, dos en firme, y un tercero sustituido por un brazalete electrónico. Humillado, proscrito de la vida pública, Sarkozy no se rinde. Y cuenta con el apoyo más íntimo y feliz: el amor justiciero de su esposa, en campaña permanente para defender la figura, la persona y la virilidad nocturna de Sarkozy.
Sutil a su manera
Antigua militante de izquierdas, la exmodelo y cantante se ha convertido en la mejor amiga de Brigitte Macron, muy conservadora
Antigua militante de izquierdas, defensora de causas radicales, Carla Bruni se ha convertido en la mejor amiga de Brigitte Macron, esposa del presidente, muy conservadora, antigua profesora en un colegio de jesuitas. La amistad Bruni-Macron ofrece al expresidente de la República francesa el paraguas nada desdeñable de la simpatía del jefe del Estado. La pareja Macron-Bruni ha organizado una velada entre política y «rosa bombón», donde muchas personalidades confirmarán su simpatía por Sarkozy.
Carla Bruni no sólo cuenta con el apoyo de Brigitte Macron. Ultrabien introducida en el mundo de la moda y la música ligera, heroína y mártir entregada a la causa de su esposo, sale a cenar o de paseo con personajes de la prensa no solo política, como los actores Elie Sémoun y Jean Réno, la presentadora Marie Drucker, algunos políticos macronianos o conservadores, como Gabriel Attal o Rachida Dati, exministra de Sarkozy. Siempre sutil, a su manera, Carla Bruni insiste en la «hombría de bien» de su esposo, con declaraciones de este tipo: «Nicolas nunca duerme con pijama…».
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