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La «cárcel» de desintoxicación de Kabul

Las redadas masivas de toxicómanos por parte de los talibanes acaban con los enfermos en centros en los que no hay ni medicinas para el tratamiento, ni comida

Granjeros sacan el opio de los capullos de las adormideras efe
Mikel Ayestaran

Mikel Ayestaran

Enviado especial en Kabul

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Un ejército de muertos vivientes hace cola a las puertas de un comedor. La mayoría llevan la cabeza recién rapada y algunos están con el torso desnudo. Famélicos. Te miran, pero no te ven. Unos ojos vidriosos que muestran directamente el fuego del infierno. ... Miradas que te traspasan porque para ellos no existes, no estás. Avanzan por inercia y se mantienen en pie y en línea por los gritos y constantes golpes de los cuidadores del centro, que llevan correas de cuero. Muchos de estos cuidadores estaban hace unos meses en el lugar opuesto, recién llegados al centro de desintoxicación, con las miradas y los cerebros calcinados por la droga. Apenas toca a medio plato de arroz blanco por persona. No hay más. Estos son los nuevos quinientos enfermos que acaba de traer la policía de las calles. Esto es Camp Phoenix, un antiguo campo de entrenamiento estadounidense en la carretera a Jalalabad, a las afueras de Kabul, reconvertido en 2016 en centro de desintoxicación, «el infierno en la tierra», según balbucea uno de los pacientes.

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