Candidatos a vicepresidente de EEUU
J.D. Vance brilla en un debate cordial con Tim Walz que beneficia a Trump
El candidato demócrata superó al republicano en el cierre del debate, con las amenazas de Trump a la democracia
Los aspirantes han tomado posiciones en temas como la inmigración, el cambio climático y el aborto, en el que podría ser el último cara a cara de las presidenciales del próximo noviembre
Los candidatos a vicepresidente, Vance y Walz, se enfrentan en el último gran duelo de la campaña

El demócrata Tim Walz y el republicano J.D. Vance mostraron desde Nueva York este martes por la noche -madrugada del miércoles en España- que otra política es posible. El esperado debate entre los candidatos a la vicepresidencia de Kamala Harris y Donald Trump ... fue una balsa de aceite en un país comido por la polarización, el frentismo, los ataques personales y la retórica inflamada.
El duelo entre Vance, senador por Ohio, y Walz, gobernador de Minnesota, fue cordial, civilizado y centrado en posiciones políticas, no en asestar golpes dialécticos al contrario. Los candidatos se regalaron apretones de manos, se dieron la razón en varias ocasiones, fueron empáticos el uno con el otro y se quedaron charlando en el escenario tras el debate. Imposible saber cuánto hay de auténtico en ello. Pero la realidad es que fue todo un contraste con el tono que ha marcado la política de la primera potencia mundial desde 2016, desde el ascenso a la presidencia de Trump, que tuvo entre las claves de su éxito la ruptura de las convenciones sobre el decoro político.
La paradoja es que el mayor beneficiado de cómo discurrió el debate ayer fue el propio Trump. Porque quien más brilló en el duelo fue su segundo, Vance. El senador por Ohio, la figura ascendente de la derecha populista, tuvo una actuación impecable. Defendió las políticas de Trump, escapó a sus contradicciones, escondió sus posiciones más radicales y se posicionó como el complemento perfecto al multimillonario neoyorquino.
Vance tiene una gran presencia en pantalla, se mostró educado y amigable y se mantuvo firme en los mensajes centrales, como la defensa de los trabajadores estadounidenses. Es el tipo de desempeño que necesitan ver los votantes desencantados con el Gobierno de Joe Biden y Harris de los últimos tres años y medio, pero que desconfían del caos que rodea a Trump. Es un electorado -moderados, independientes- clave en estas elecciones. Vance enseñó la disciplina en el mensaje de la que carece el expresidente, mostró control frente a la volatilidad de su jefe. Los estudios aseguran que estos debates mueven muy pocos votos. Pero en una elección tan ajustada como esta, cualquier avance puede ser decisivo.
Vance tuvo un desempeño, como dicen en EE.UU., ‘presidencial’, algo fundamental para inclinarse por el ‘ticket’ republicano. A sus 78 años, Trump aspira a convertirse en batir el récord de edad en ganar una elección, ahora en posesión de Biden. Busca dejar la Casa Blanca con 82 años. Con estas circunstancias, el recambio del presidente importa.
Acorralado
Enfrente estuvo Walz, que también tuvo una gran actuación. Pero fue de menos a más. Arrancó nervioso y sufrió un par de deslices verbales. El candidato demócrata encontró su mejor momento en los segmentos finales, cuando se impuso en asuntos como la regulación del aborto, la cobertura sanitaria y, sobre todo, la amenaza a la democracia que supone Trump.
Walz acorraló a Vance cuando le hizo la pregunta sencilla de si Trump había ganado o no la elección de 2020. El credo ‘trumpista’ impone que el expresidente sufrió un robo electoral, a pesar de que ni los tribunales, ni su propio Departamento de Justicia, ni las autoridades estatales -también los republicanos- lo corroboraron. Vance quedó retratado al no negar a su líder. «¿Quién va a cumplir con la democracia y quién va a cumplir con Trump?», dijo Walz a Vance, que trató de escabullirse de la pregunta diciendo que «hay que mirar al futuro» y con acusaciones de que la verdadera amenaza a la democracia es la «censura» que imponen los líderes demócratas.
El candidato demócrata condenó a su rival por no ser capaz de contestar y cuestionó si Vance sería capaz de hacer lo mismo que Mike Pence, el que fue vicepresidente de Trump. El 6 de enero de 2021, el día del asalto trágico y bochornoso al Capitolio por una turba ‘trumpista’, Pence eligió cumplir con la Constitución y desobedecer las órdenes de Trump, que le exigía que no certificara la victoria de Biden.
«Lo que me preocupa es: ¿quién va a ser el cortafuegos ahora con Trump?», inquirió Walz. «¿Quién va a ser el cortafuegos si él sabe que puede hacer cualquier cosa, incluido tratar de cambiar el resultado de una elección, y su vicepresidente no se lo impedirá?».
Ese brillo del final no lo tuvo Walz al comienzo de la velada. Compareció atenazado, tenso. Cambió un «Irán» por «Israel» nada más arrancar. En un segmento sobre violencia con armas, dijo que trabó amistad «con atacantes de escuelas», cuando quería decir «con víctimas de atacantes de escuelas». Y la pifió en una respuesta de por qué había dicho, sin que fuera cierto, que estuvo en las protestas de la plaza de Tiananmen de Pekín en 1989. Le costó una barbaridad decir que se «expresó mal» y no fue nada convincente.
«Lo que me preocupa es: ¿quién va a ser el cortafuegos ahora con Trump?», inquirió Walz
Vance también tuvo que enfrentarse a sus propias discrepancias, pero lo hizo con más soltura. Le preguntaron por qué cambió su posición sobre aborto, después de haber defendido una prohibición a nivel nacional. El senador por Ohio falseó la realidad y dijo que no había dicho eso, sino que había defendido «estándares nacionales mínimos».
La discusión sobre el aborto fue uno de los asuntos en los que más brilló Walz, dentro de un debate intenso, en el que ambos candidatos se fajaron al defender sus posiciones, pero sin perder la civilidad.
Desempeño sólido
Vance, excepto en el final sobre el resultado de 2020, tuvo un desempeño más sólido que Walz. En política internacional, pocas horas después de que Israel, el gran socio de EE.UU. en Oriente Próximo, fuera bombardeado por Irán, repitió la idea de que Trump ofrece «paz desde la posición de fuerza», «diplomacia inteligente» y «estabilidad» y que en su presidencia «Trump hizo al mundo más seguro». En casi todas las discusiones -ya fuera política internacional, economía, inmigración, la reacción al reciente huracán Helene- colocaba el mensaje de que Trump y él siempre ponen por delante a los «trabajadores estadounidenses». Lo hizo en especial con la inmigración masiva: con la economía como principal preocupación de los votantes, acusó a los millones de «inmigrantes ilegales» de «competir con los estadounidenses» por «viviendas escasas» o puestos de trabajo.
Las encuestas urgentes realizadas por algunas cadenas de televisión dieron una victoria por la mínima a Vance respecto a Walz. En la de CBS, el 42% opinaba que el republicano ganó el debate, por el 41% que se inclinaba por Walz. En la de CNN, el 51% se quedaba con Vance, el 49% con el demócrata. El sondeo de esta última tenía un 5% más de espectadores demócratas, lo que es una buena señal para Vance. Ese sondeo preliminar mostró también que ambos candidatos mejoraron con fuerza su índice de aprobación por parte de los electores. Pero Vance venía de una posición mucho más negativa que Walz y con bajas expectativas.
Las campañas de Trump y Harris se han hartado de calificar de «radicales» a Walz y Vance, respectivamente. Aunque solo sea en las formas, que cada vez parecen más importantes en esta campaña electoral volcánica, los candidatos a la vicepresidencia se empeñaron en llevarles la contraria.
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