Los «bunga bunga», las fiestas con orgías que marcaron el declive de Berlusconi
Berlusconi pagó a jóvenes para que no hablaran sobre lo que habían visto durante los festines
Silvio Berlusconi, magnate y primer populista de Italia salpicado por los escándalos
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Silvio Berlusconi fue el inventor del populismo en Italia, lo que le llevó a obtener notable éxito en las urnas. Pero sus últimos años como primer ministro estuvieron dominados por diversos escándalos de corrupción y procesos judiciales, destacando sobre todo el largo juicio, que ha durado hasta hace poco, relacionado con el «bunga bunga», denominación que se dio a sus festines con jóvenes en sus residencias, sobre todo en la de Arcore (Milán).
Con sentido del humor, que nunca le faltó, a veces contaba a sus invitados: «En la noche me miro al espejo y parece que veo a Al Capone». La anécdota refleja cómo «Il Cavaliere» logró metabolizar lo que constituyó una costumbre en su aventura política: su permanente batalla con la justicia. «Convivo con procesos —una treintena de causas en total—, en los que me he gastado cientos de millones», confesaba. La vida de Silvio Berlusconi pareció la del protagonista de una telenovela: hubo poder, dinero, amores y sexo. Cuando sólo era magnate de la televisión, sus escapadas sexuales con las jóvenes 'soubrette' de sus televisiones constituían un hecho privado.
Pero sus correrías de los últimos años como primer ministro fueron de dominio público, sobre todo porque algunas de estas jóvenes llegaron a ser diputadas, europarlamentarias y consejeras regionales o provinciales. Sin medias tintas, el ex presidente de la República, Francesco Cossiga, hizo esta reflexión: «También en nuestros tiempos de democristianos, socialistas y comunistas había quienes tenían amantes y las compensaba con regalos, pero a ninguno se le habría pasado por la mente sentar a una amante en los escaños del Parlamento, quizás haciéndola ministra». A Berlusconi, sí se le ocurrió.
En respuesta a este comportamiento machista y sexista, Verónica Lario, la segunda esposa de Berlusconi, mandó una carta al periódico más anti berlusconiano de Italia, 'La Repubblica', para que el bofetón fuera mayor: «A mi marido y al hombre público le exijo públicamente disculpas, no habiéndolas recibido en privado». La ruptura matrimonial llegó en 2008, cuando Verónica Lario supo que «Il Cavaliere» había asistido a la fiesta del decimoctavo cumpleaños de la joven Noemi Letizia. En un e-mail a la agencia ANSA, Verónica escribió: «No puedo permanecer con un hombre que frecuenta menores». Le llamó «enfermo» y «cerdo», e incluso lo representó como el emperador o el dragón al que le vienen sacrificadas legiones de vírgenes. Todo ello lo remató calificando de «basura sin pudor» el que Berlusconi presentara a misses y bellas jóvenes en listas electorales. Entre sus casos más sonados estuvo el de la despampanante Bárbara Matera, una bailarina a quien mandó como eurodiputada a Estrasburgo. O Nicole Minetti, ex higienista dental, a quien promovió como consejera en la región de Lombardía (12.000 euros al mes) y a la que convirtió en su amante.
Proceso Ruby
Por el Palacio Grazioli de Roma, en su lecho gigante regalado por su amigo el presidente ruso Putin, y por la mansión lujosa de Villa Certosa, en Cerdeña, así como la enorme residencia San Martino en Arcore (Milán) pasaron jóvenes y prostitutas reclutadas habitualmente por tres personajes procesados «por favorecer la prostitución»: el agente de espectáculos Lele Mora, su amigo el periodista Emilio Fede y la consejera Nicole Minetti. Así fue captada la joven marroquí Ruby «robacorazones» cuando tenía 17 años, presentada por Berlusconi como la «sobrina del ex presidente egipcio Mubarak», una historia increíble que hizo exclamar a Annamaria Fiorillo, la primera jueza que interviene en el caso Ruby: «¿La sobrina de Mubarak? Entonces yo soy Nefertiti, la reina del Nilo». Lo alucinante es que 315 diputados firmaran en el Parlamento esa versión del «sultán» de transformar una prostituta marroquí en una egipcia. El periodista y diputado Paolo Guzzanti califica este «sistema basado en la corrupción moral» como mignottocrazia (putocracia).
El caso Ruby se alargó durante años y fue conocido como el proceso del «bunga bunga», expresión conocida desde el 2010, para indicar las fiestas erótico-sexuales que tenían lugar en las villas de Silvio Berlusconi. El último capítulo se escribió en febrero pasado. Silvio Berlusconi fue absuelto de la acusación de corrupción en documentos judiciales sobre el caso conocido como «Ruby Ter», porque «el hecho no subsiste». Además del exprimer ministro, fueron absueltos por el Tribunal de Milán, siempre con la fórmula del «hecho no existe», otros 28 procesados, incluyendo a una veintena de jóvenes que eran invitadas, en la villa del magnate en Arcore (Milán), a las veladas que Il Cavaliere denominaba «cenas elegantes», conocidas popularmente como festines de «bunga bunga».
A pesar de la absolución, que el Tribunal justificó por una «cuestión técnica», la fiscalía reiteró su acusación, señalando que Berlusconi pagó a las jóvenes para que no dijeran durante el proceso la verdad de lo que vieron durante los festines de «bunga bunga«. Entre las procesadas, la más famosa era Karima el Mahroug, de origen marroquí, con el apodo de «Ruby Robacorazones», que en la época de los hechos tenía 17 años, lo que suscitó un gran escándalo, que Il Cavaliere intentó apagar diciendo que desconocía la edad de la joven.
Para Berlusconi, los fiscales Tiziana Siciliano y Luca Gaglio habían solicitado una pena de 6 años de prisión, y el secuestro de casi 10,8 millones de euros. Es decir, el precio de la supuesta corrupción del propietario del grupo Mediaset para comprar el silencio ante la justicia de sus jóvenes invitadas a las veladas, por hechos ocurridos desde noviembre de 2011 hasta 2015. En una nota, el presidente del Tribunal de Milán, Fabio Roia, explicó los motivos de la sentencia absolutoria, sobre el proceso «Ruby Ter», que se basaron solo en una cuestión técnica. Berlusconi exultó tras la sentencia: «Finalmente he sido absuelto, después de más de once años de sufrimiento, de fango e incalculable daño político. Ahora tuve la suerte de ser juzgado por magistrados que supieron mantenerse independientes, imparciales y justos frente a las acusaciones infundadas que se habían hecho contra mí». Karima el Mahroug, que según su exabogado recibió cinco millones de euros de Berlusconi, anunció al término del juicio: «Es el fin de una pesadilla. Estoy muy agradecida a Berlusconi».
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