Berlín, el «refugio seguro» de los oligarcas rusos

El concejal de Charlottenburg-Wilmersdorf, Oliver Schruoffeneger, exige ahora requisitos de transparencia más estrictos para las constructoras, que eviten que los amigos de Putin se vengan a vivir tranquilamente a la capital alemana. «Necesitaríamos regulaciones mucho más estrictas para la venta de terrenos y para el control del origen de los fondos», dice, «Alemania está pasando por momentos muy difíciles con esto» y Berlín se ha convertido en un «refugio seguro» para inversores cuestionables.

Un ejemplo de esta colonización es la villa en el Waldtierviertel de Grunewald, en la que vivió el ex embajador ruso Vladimir Kotenev, que más tarde albergó a la filial alemana de Gazprom y que ha pertenecido a un empresario de San Petersburgo con conexiones con la élite política y financiera rusa: el multimillonario Arkady Rotenberg, hombre de confianza de Vladímir Putin y cuya fortuna personal según Forbes ascendía en julio de 2018 a unos 2.500 millones de dólares.

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Miriam González

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Entre los inversores rusos en la zona se encuentran también el diputado de la Duma, Boris Paikin, afectado por las sanciones de la UE y que trabajó para una filial de Gazprom, propietario de una villa y bloques de apartamentos en la zona. Un representante autorizado Paikin, junto con su madre, dirigió una cadena de salas de juego en Alemania. Y en la misma lista de inversores figura también Jurij Bukin, antiguo directivo del imperio empresarial de los Rotenberg, que posee una propiedad en Waldtierviertel, también muy cerca del Wildentensteig.

Irina Wirganskaya, hija de Mikhail Gorbachev, el último presidente de la Unión Soviética, adquirió en 2020 una propiedad en Wildentensteig por 4,8 millones de euros. Así es como, en el Waldtierviertel, en el distrito Grunewald de Schmargendorf, ha surgido una colonia de oligarcas, la mayoría de los cuales ha ocultado su identidad mediante los acuerdos accionariales con los propietarios del terreno.

Waldtierviertel fue urbanizado después de la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de construir rápidamente viviendas para los oficiales estadounidenses. Tras la retirada de las tropas de Estados Unidos de Berlín, hace ya 30 años, el Estado alemán vendió allí numerosas propiedades a inversores que gestionaron las viviendas unifamiliares o pequeños bloques de pisos hasta que han llegado ahora las irrenunciables ofertas rusas. Dado que las oficinas del registro de la propiedad en Berlín todavía funcionan de forma analógica y no digitalmente, al parecer sólo se controlan las personas físicas identificadas directamente, pero no las que están detrás de las empresas propietarias.

Esto ha permitido, por ejemplo, que Rotenberg posea con su hija y su hermano Boris una propiedad que incluye una villa de lujo junto a la exclusiva calle Pücklerstrasse. Su hija incluso registró su residencia allí durante un tiempo, a pesar de estar sujeta a sanciones, aunque ahora declara que vive en Moscú. Un gerente del imperio Rotenberg compró también en 2012 una villa en la zona y todavía está registrado como residente en Berlín.

Los notarios de la capital alemana están sujetos a una «prohibición de notarización» para casas y terrenos que se haya demostrado que pertenecen a una persona que figure en la lista de sanciones de la UE, según el Colegio de Notarios, que ha puesto en línea una lista de nombres de sus miembros. Las villas de lujo, sin embargo, se inscriben en el registro de la propiedad a nombre de sus esposas, hijas o madres, sin que al parecer se realicen mayores comprobaciones. En otros casos, aparecen misteriosas empresas fantasma en Chipre y otros países que dejan las sanciones en papel mojado.

La administración del distrito no permite una búsqueda selectiva de nombres en archivos oficiales por razones de protección de datos, alega el concejal de construcción distrital, Fabian Schmitz-Grethlein, sólo sería posible si, por ejemplo, las aduanas alemanas pidieran ayuda debido a una «sospecha razonable».

Otra cuestión para la administración tributaria de Berlín es si los amigos de Putin están realmente obligados a pagar impuestos, lo que depende de que las villas no sean sólo una inversión, sino que también estén disponibles como lugar de residencia. Y otro interesante punto es que, a quien sea objeto de sanciones, se le deben congelar estos activos, que no se pueden vender. Rotenberg, sin embargo, se deshizo de una villa de lujo por un buen precio. En la empresa propietaria, sus hijos recibieron sus acciones y después la empresa vendió la propiedad.