El atentado relanza a Trump y agita todavía más una campaña electoral convulsa
La imagen del candidato levantando el puño con la oreja ensangrentada en vísperas de la convención republicana que comienza este lunes alterará, con toda probabilidad, la intención de voto
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![El candidato republicano Donald Trump en un mitin](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/07/14/drompft-Rgh0i16Li5rsWrHxGOcrrpN-1200x840@diario_abc.jpg)
La muerte le rozó la cara, de manera literal, a Donald Trump en un mitin en Pensilvania este sábado. La bala solo perforó de forma superficial y milagrosa la oreja derecha del expresidente de EE.UU., líder indiscutible del Partido Republicano en la última década ... y candidato a regresar a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre. Otros tiros no tocaron al expresidente, pero sí acabaron con la vida de un seguidor que acudió al mitin y con dos heridos de gravedad.
Es espeluznante imaginar las consecuencias si la trayectoria del proyectil hubiera sido diferente por pocos milímetros, en un EE.UU. agitado por la violencia política en los últimos años, convertido en algunos sectores en un tanque de gasolina esperando que alguien lance una cerilla encendida.
Pero, pese a la finta que el expresidente le hizo a la muerte, el impacto en la campaña electoral y en la vida política convulsa de la primera potencia mundial será -ya es- formidable.
La conmoción, las oraciones por la salud de Trump y la oleada de condenas al intento de asesinato coincidieron con el análisis político, apresurado, pero con probabilidad bien encaminado. «Las consecuencias políticas de este intento de asesinato serán inmensas y beneficiarán a Donald Trump», escribió en sus redes sociales Steve Schmidt, un antiguo estratega del Partido Republicano y crítico acérrimo del líder conservador. Era solo un reflejo de la reacción mayoritaria en EE.UU. en cuanto se produjo el tiroteo, con la sangre que emanaba de la oreja de Trump todavía caliente: «Ya ha ganado la elección», «ahí está el próximo presidente de EE.UU.».
La realidad es que no hay discurso, anuncio electoral, propuesta o ataque al adversario que supere la imagen de Trump en una explanada del oeste de Pensilvania, en pleno 'cinturón del óxido', en la América olvidada que le aupó al poder en 2016: en pie tras sufrir el ataque, descamisado, con el rostro ensangrentado, los ojos desafiantes, agitando el puño en el aire, gritando 'fight, fight, fight' ('luchad, luchad, luchad') a sus seguidores.
La imagen se convirtió en un icono inmediato, un jalón en la historia mundial. Era la representación destilada de la fuerza, el vigor, la determinación. Trump ya era una figura de culto para una parte importante del electorado republicano, la imagen del tiroteo le consagrará todavía más. Y reforzará la idea básica que ha marcado su intento de regresar a la Casa Blanca: la persecución, el victimismo. Trump ganó con suficiencia las primarias republicanas después de que una cascada de imputaciones penales le disparara en las encuestas, después de estar a finales de 2022 en uno de sus momentos políticos más bajos. Sobrevivir a un tiroteo puede convertirle ahora en un santón, un héroe, una leyenda viva.
Esa imagen de fuerza, además, alcanza una dimensión multiplicada por su comparación con el rival que enfrenta en las elecciones. Joe Biden personificaba la debilidad, la fragilidad, antes de que se midiera con Trump en el primer debate entre candidatos de finales de junio. Tras el desempeño desastroso del actual presidente de EE.UU., su capacidad cognitiva y su posibilidad de tener opciones de victoria son cuestionadas con fuerza hasta dentro de su partido, donde se han desatado las deserciones.
El intento de asesinato de Trump puede afectar al debate sobre la candidatura de Biden. Quizá silencie los llamamientos para que se aparte o quizá abra una puerta a que el propio presidente abandone su candidatura ante las perspectivas cada vez más negativas de mantenerse en la Casa Blanca.
Está por ver qué uso hace Trump de su supervivencia al atentado. Él ha agitado y polarizado como nadie el clima político de EE.UU., en especial con un intento de dar la vuelta a su derrota electoral en 2020 frente a Biden. El colofón de aquellas semanas convulsas de finales de 2020 y comienzos de 2021 fue el asalto trágico y bochornoso del Capitolio, la sede de la soberanía popular en la democracia más vieja y estable del mundo.
La violencia política también ha venido desde la izquierda, como el tiroteo al diputado republicano Steve Scalise en 2017 o el arresto en 2022 de un hombre armado a las afueras de la residencia de Brett Kavanaugh, juez conservador del Tribunal Supremo. Y el episodio de Trump ocurre entre las advertencias de las autoridades de crecientes amenazas de ataques a cargos electos.
Los altos cargos demócratas salieron al paso del atentado con condenas al tiroteo y con muestras de alivio cuando se conoció que Trump estaba bien. El propio Biden insistió en que «este tipo de violencia política no tiene cabida en EE.UU.», «debemos unirnos en la condena», «no podemos dejar que esto ocurra, no podemos permitirlo».
La primera posición de Trump también ha sido no inflamar más los ánimos. En un mensaje compartido ayer en su red social, Truth Social, aseguró que «es más importante que nunca que estemos unidos y mostremos nuestro verdadero carácter como estadounidenses, permaneciendo fuertes y determinados y no permitiendo que el mal venza».
No ocurrió lo mismo en su partido, donde voces importantes se apresuraron a responsabilizar a Biden y a los demócratas del intento de asesinato. «Joe Biden es responsable del tiroteo», dijo la diputada republicana Lauren Boebert. Otra voz extremista de su bancada, Mike Collins, escribió en X que «Joe Biden envió la orden». La excusa para estas declaraciones es que Biden aseguró en un encuentro con donantes de comienzos de esta semana que había que dejar atrás la debacle del debate y centrarse en atacar a Trump, «ponerle en la diana».
La reacción más significativa fue la del senador J.D. Vance, que defendió que «la premisa central de la campaña de Biden es que el presidente Trump es un fascista autoritario al que hay que parar a toda costa. Esa retórica ha llevado de forma directa al intento de asesinato». Vance es uno de los grandes favoritos para ser elegido por Trump como su candidato a la vicepresidencia, una decisión que puede anunciarse hoy en Milwaukee, en el arranque de la Convención del Partido Republicano.
Es una de las citas señaladas en el calendario electoral, el gran cónclave republicano donde el partido ungirá de forma oficial a Trump como nominado a la presidencia. El tiroteo copará la atención de la cita, que el expresidente ya ha anunciado que no se perderá: estará este jueves en la principal ciudad de Wisconsin -uno de los estados decisivos en la elección- para ser aclamado como un héroe.
Schmidt el estratega republicano que, como tantos, ha pronosticado que el intento de asesinato favorecerá a Trump, apuntó que el expresidente reaccionó con la misma fiereza de otro presidente, Teddy Roosevelt, que sobrevivió a un atentado en 1912, cuando trataba también de recuperar la Casa Blanca. Roosevelt perdió aquella elección con Woodrow Wilson. Nada apunta por ahora a que la historia se repita.
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