Un atentado en Turquía contra militares acaba con la vida de cuatro personas

Un grupo radical kurdo reivindica la acción, después de que la tensión con el PKK se haya incrementado las últimas semanas

EFE

DANIEL IRIARTE

Tres soldados y una joven de 17 años han muerto esta mañana en Estambul al explotar una bomba contra un autobús que transportaba a personal militar y sus familias. La explosión, que ha tenido lugar a las 7,15 de hoy en el barrio periférico de Halkali, ha dejado asimismo una decena de heridos.

La autoría del atentado ha sido reivindicada por los Halcones por la Libertad del Kurdistán (TAK, por sus siglas en kurdo), un grupo radical que en 2005 y 2006 atacó diversos objetivos turísticos en Estambul, Marmaris e Izmir. Se desconoce con exactitud la relación entre el TAK y la guerrilla kurda del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La mayoría de analistas sospechan que, o bien es una fracción radicalizada del PKK que opera fuera del control de éste, o bien una organización “fantasma” que se ocuparía de cometer atentados abiertamente terroristas sin manchar el nombre del grupo guerrillero, de un modo similar a las operaciones del grupo palestino “Septiembre Negro” en relación con la OLP en los años 70 y 80.

El atentado se produce en un contexto de recrudecimiento de la violencia en el conflicto kurdo. A principios de junio, el PKK anunció el final de la tregua unilateral que mantenía desde hacía algo más de un año. Durante este tiempo, la mayoría de las bajas en el ejército turco se venían produciendo por la explosión de minas o artefactos activados a distancia (como se sospecha que es el caso del atentado de hoy), y no en enfrentamientos armados. A pesar de que el año pasado se produjeron varios ataques del PKK contra cuarteles en el este de Turquía, la guerrilla kurda sostenía oficialmente que sólo mantenía combates “defensivos”, esto es, en caso de encuentros con patrullas militares o de ofensivas por parte del ejército turco.

En todo caso, tras la ilegalización del partido de base kurda DTP el pasado diciembre y el fracaso de la ‘iniciativa kurda’ (un plan del gobierno destinado a resolver el conflicto kurdo en el sureste de Turquía), se esperaba, tal y como está ocurriendo, que con el deshielo primaveral se produjese un incremento de la actividad armada, tanto por parte del PKK como del ejército turco. El balance de bajas se incrementa a velocidad de vértigo: 53 soldados turcos o miembros de sus familias muertos y 57 heridos desde enero, la mitad de ellos sólo en este mes de junio. En el mismo tiempo, el ejército asegura haber acabado con la vida de unos 140 miembros del PKK, principalmente en ataques contra las bases guerrilleras en las montañas del norte de Irak.

El pasado 31 de mayo, una operación del PKK contra una base naval en Iskenderun dejaba 7 soldados muertos, aunque el hecho quedó eclipsado por el asalto israelí a la flotilla de Gaza, ocurrido la misma madrugada. Este fin de semana, otros doce soldados murieron en dos ataques separados contra bases militares en la provincia de Hakkari, en la frontera con Irak.

Las acusaciones de negligencia contra los mandos militares no se han hecho esperar: “¿Cómo el ejército puede proteger el país si no puede proteger sus propias bases?”, se lee en varias páginas web afines al estamento militar. El jefe del estado mayor, Ilker Basbug, ha salido al paso de las críticas asegurando que “la guerra contra el terror es dura y dolorosa. Es un esfuerzo a largo plazo y requiere paciencia”. Ha negado asimismo que el ejército vaya a declarar el estado de emergencia, como pedían algunas figuras ultranacionalistas.

El Consejo de Seguridad Nacional turco se reunió ayer para decidir qué estrategia seguir. De momento se ha anunciado una reestructuración en las organizaciones de inteligencia, y se han enviado tropas de elite a la frontera con Irak, listas para intervenir. El embajador norteamericano en Turquía, James Jeffrey, ha anunciado que su país continuará apoyando a Ankara en su lucha contra el PKK. Esta organización es considerada un grupo terrorista no sólo por Turquía sino también por EE.UU. y, desde 2002, por la Unión Europea.

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