Los Assad se hundieron entre intrigas palaciegas
Tuvieron medio siglo para expoliar Siria, se van con miles de millones y dejan atrás un país en ruinas tras haber inundado la región de droga
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![Fotografía que muestra al presidente sirio Hafez al-Assad y a su esposa Anisseh posando para una foto familiar con sus hijos](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/12/09/foto-familair-RyzCjmmLE2yJfr4UfWyvX8L-1200x840@diario_abc.jpg)
La larga dictadura de los Assad resistió unida durante medio siglo, pero se ha desmoronado fracturada, con cada jerarca buscando salvarse por su cuenta. Su familia y allegados no solo controlaban un país arrasado, cuyo patrimonio histórico y económico ha quedado en ruinas, sino que ... amasaron una fortuna estimada entre 1.000 y 2.000 millones de dólares, una cifra similar en euros. Sus activos, ocultos en cuentas opacas, bienes inmobiliarios y una extensa red de empresas pantalla, son el reflejo de un régimen que saqueó Siria mientras la sumía en la miseria más profunda, mientras millones de sirios huían y otros tantos quedaban atrapados en un país hecho jirones.
Uno de los factores clave en el debilitamiento de la dictadura es Maher al Assad, el brutal hermano menor de Bashar y comandante de la 4.ª División Blindada del Ejército, una unidad de élite encargada de proteger al régimen de amenazas internas y externas. Durante años, Maher ha ejercido un poder casi absoluto en Siria, consolidándose como una figura tan temida como esencial para la supervivencia del régimen. Su control abarca no solo las operaciones militares más represivas, sino también la economía sumergida que ha mantenido en pie a la dictadura durante la última década de guerra.
Imperio de drogas
Según investigaciones estadounidenses y de organizaciones internacionales, Maher ha construido un imperio sustentado en actividades ilícitas, con el contrabando de drogas como eje central. La joya de esa maquinaria es el captagón, una anfetamina devastadora conocida como la cocaína de los pobres, que se produce a gran escala en fábricas clandestinas bajo la protección de la 4.ª División y se distribuye a través de redes que alcanzan Oriente Próximo y Europa. Las sobredosis vinculadas a esta droga se han disparado en países vecinos como Arabia Saudí, el principal mercado de destino, mientras los beneficios han servido para apuntalar al régimen y enriquecer a Maher y sus asociados.
Mientras el dictador y su familia hicieron en sus últimas horas un llamamiento desesperado a Estados Unidos, tratando de salvarse tras el abandono de Rusia, Maher miraba a otro lado, a Teherán, donde han estado y siguen sus verdaderos patronos. Desde los primeros años de la guerra, Maher ha mantenido vínculos estrechísimos con los ayatolás, quienes han utilizado al hermano menor de Bashar como su contacto privilegiado en Siria. Estos lazos han sido, a la vez, una ventaja estratégica y una fuente de tensiones dentro del régimen, especialmente con Moscú, aliado tradicional pero alejado ahora.
En 2017, la oposición y observadores internacionales alegaron que Maher, con el respaldo logístico y financiero de Irán, intentó desplazar a su hermano Bashar del poder en un intento por consolidar su control absoluto del aparato estatal. Rusia intervino rápidamente para sofocar cualquier movimiento, frustrando el golpe y evitando una mayor influencia iraní en áreas militares estratégicas de Siria. La jugada dejó expuestas las profundas grietas dentro del régimen y la pugna silenciosa entre sus principales padrinos externos.
Único amparo de Rusia
Maher, mantenido a raya por Rusia, optó por centrarse en el lucrativo tráfico de captagón, que, según estimaciones de expertos, genera miles de millones de dólares anuales, una cifra que supera incluso el PIB oficial de Siria, empobrecida y sin fuentes de ingreso legítimas.
Huidos, con el único amparo de Rusia, Bashar y su esposa Asma al Assad, exbanquera y arquitecta de muchas de las estrategias económicas del régimen, siguen teniendo acceso a una gran riqueza, amasada desde el poder, según ha alegado un informe presentado al Capitolio en 2022. (Asma fue diagnosticada de leucemia en mayo).
Ambos han ejercido un férreo control sobre sectores clave como telecomunicaciones, distribución de alimentos y subsidios, utilizando empresas fachada y una compleja red de inter- mediarios para eludir sanciones internacionales. El informe asegura que la familia Assad ha acumulado hasta 2.000 millones de dólares en su medio siglo en el poder, manejando los recursos de un país empobrecido como si fueran su tesoro personal.
Apellidos de poder
No son solo familiares. Un apellido con mucho peso en Damasco durante décadas ha sido Makhlouf. Primo materno de Bashar y en su día el hombre más rico de Siria, Rami Makhlouf amasó una fortuna personal que llegó a situarse entre 5.000 y 10.000 millones de dólares. Su control se extendía a sectores vitales de la economía siria, con Syriatel, la principal operadora de telecomunicaciones, y el holding Cham como pilares de su imperio. Fue una de las figuras más influyentes no solo en Siria, sino en toda la región de Oriente Próximo, donde consolidó su poder en las sombras. Pero en 2020, en plena crisis económica y bajo creciente presión internacional, su relación con Bashar comenzó a deteriorarse. El régimen lo acusó de evasión fiscal y corrupción, exigiéndole el pago de enormes sumas en impuestos atrasados.
Makhlouf respondió con una insólita maniobra: publicó vídeos en redes sociales dirigiéndose directamente a Bashar, apelando a su primo y denunciando la persecución de sus empresas y empleados por las fuerzas de seguridad. Era la primera vez que alguien tan cercano desafiaba públicamente al régimen. El enfrentamiento culminó con la intervención estatal en sus negocios. Las autoridades confiscaron sus activos, incluyendo Syriatel, y rescindieron sus contratos de tiendas libres de impuestos, una de sus principales fuentes de ingresos. Además, se le impuso una prohibición de viaje que lo dejó aislado.
La hermana mayor de Bashar, Bushra, vive en Emiratos Árabes desde 2012. Su marido, Assef Shawkat, entonces viceministro de Defensa y una figura clave del régimen, murió en un atentado con bomba en Damasco ese mismo año, un golpe durísimo para la familia Assad en los primeros compases de la guerra. El exilio de Bushra fue interpretado como un distanciamiento del núcleo familiar, y desde entonces ha mantenido un perfil discreto. Siempre se ha especulado sobre una rivalidad soterrada con Asma al Assad, que tardó en asumir el papel de primera dama.
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