Armengol Engonga, opositor a Obiang: «Hay una apuesta por la democratización de África»
El líder del Partido del Progreso (centro derecha) cree que la dictadura ha perdido el apoyo internacional
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El presidente del democristiano Partido del Progreso, Armengol Engonga Ondó (Evinayong, 1950), todavía recuerda la Enciclopedia Álvarez. No se trata de algo inusual entre los españoles nacidos en los años 50, pero tampoco entre los ecuatoguineanos de la misma década. Por entonces, en concreto a ... partir de julio de 1959, su país adquirió el estatus de provincia; los que allí nacían eran considerados ciudadanos de España, y estudiaban, por lo tanto, con los mismos libros de texto que en la lejana metrópoli. «Hay un vínculo histórico», explica Engonga con naturalidad, durante una entrevista con ABC celebrada en la casa de este periódico. «No solo se habla el idioma, sino que también hay un fondo cultural y de civilización».
Aunque Guinea Ecuatorial suele figurar en los últimos puestos de los índices que esbozan la salud de los países -el 171 en los 180 de Transparencia Internacional, que mide la corrupción; el 141 en los 180 de Reporteros sin Fronteras, que hace lo propio con la libertad de prensa; y, por no extendernos, el 145 de los 191 del Índice de Desarrollo Humano, que clasifica el bienestar social-, los opositores mantienen viva la chispa de la esperanza. Hacerlo exige de una gran dosis de perseverancia y fuerza de voluntad, pues, desde la independencia ganada a lo largo de 1968, su país ha encadenado una dictadura tras otra. La primera, con Francisco Macías como líder, fue un delirio; Macías coqueteaba con los países del bloque rojo de la Guerra Fría, pero vestía a los chicos de sus juventudes patrióticas del azul mahón de la Falange; no le gustaba la Iglesia y obligaba a desfilar a los ciudadanos con palos al hombro. El golpe de Estado que le derrocó en agosto de 1979 no se tradujo en el advenimiento de la democracia; por el contrario, supuso la llegada al poder de Teodoro Obiang Nguema, que desde entonces ostenta el poder absoluto en el país.
Amenazas china y rusa
«La comunidad internacional ha desahuciado al régimen», sostiene Engonga, al que la dictadura le obligó a exiliarse en España, donde estudió ingeniería agrónoma y reside desde hace varias décadas. «Hay una apuesta por la democratización en el continente, sobre todo por parte de Estados Unidos, debido al avance de la presencia de China y Rusia», señala, recordando que las réplicas de la guerra de Ucrania no solo se sienten en Europa.
Como contaba hace días el corresponsal de ABC en París, Juan Pedro Quiñonero, la extensión del Kremlin en África inquieta a Washington y a varias cancillerías europeas, pues supone que el grupo Wagner, propiedad de un amigo del presidente de Rusia, Vladímir Putin, e integrado por mercenarios, sustituya militarmente a países como Francia, cuyas tropas se han retirado ya de Mali, Burkina Faso o la República Centroafricana. Con una estrategia más bien de corte económico, Pekín también consolida sus intereses; en su caso, construyendo infraestructuras a cambio de explotar los recursos naturales de los países a los que presuntamente ayuda.
En ese contexto, no es de extrañar que el reciente anuncio del régimen de Guinea Ecuatorial sobre la posible construcción de una base china en Bata, una de las ciudades más pobladas del país, haya despertado malestar. «Ha sido un punto de inflexión», cuenta Engonga, recordando el contexto de tensión creciente entre Estados Unidos y China, extremado por la guerra en Ucrania, la frágil situación de Taiwán o el escándalo del globo espía. «Pekín no exige a nadie que respete los derechos humanos», añade, resumiendo en una sencilla frase por qué el gigante asiático es un buen socio para los países autoritarios, sobre todo después de la conferencia con líderes africanos que se celebró en Estados Unidos en diciembre.
«En Washington, se apostó por la democracia, se ofrecieron 55.000 millones de dólares con el objetivo de consolidar las libertades y los derechos humanos», cuenta Engonga, que cree que el contexto es propicio para que Guinea Ecuatorial emprenda ese camino de cambio. «El régimen es una dictadura familiar basada en una red clientelar», denuncia. «Nosotros apostamos por una transición pacífica». El líder del Partido del Progreso también cree que el exilio puede ser una ventaja; sus integrantes han vivido en un país libre y con garantías, y ese modelo es el que quieren exportar; su discurso contiene el deseo de reforzar las instituciones, asegurar el acceso a la educación, lograr el desarrollo económico o promover el turismo.
Investigaciones judiciales
A nivel internacional, lo cierto es que el régimen no ha parado de sufrir reveses en los últimos años. Engonga hace hincapié en la incapacidad del primer vicepresidente, hijo y posible sucesor de Obiang, Teodorín Nguema, para hacerse cargo del país; por ejemplo, recuerda sus escándalos judiciales en Francia, cuyo Tribunal Supremo confirmó en julio de 2021 su condena por varios delitos, entre ellos el blanqueo de capitales. A esa mancha, hay que añadir las informaciones sobre sus despilfarros y estilo de vida, con una notable colección de coches de lujo o la polémica por el palacete de la Avenida Foch de París, cerca del Arco del Triunfo, en la que la Policía francesa le requisó objetos valorados en unos 40 millones de euros.
España tampoco es indiferente a los excesos del régimen y no parece dispuesta a mirar hacia otro lado. Sin ir más lejos, la Audiencia Nacional ordenó en enero investigar a los implicados en el presunto secuestro de los ciudadanos españoles Feliciano Efa y Julio Obama, dos opositores al régimen que fueron detenidos en noviembre de 2019 en el aeropuerto de Yuba, en Sudán del Sur, y luego enviados a Guinea Ecuatorial en un avión presidencial, donde los metieron en la cárcel; poco después del anuncio sobre las pesquisas, Obama murió en circunstancias todavía no aclaradas.
El discurso de Engonga contiene un tono esperanzado y pragmático, dos rasgos que no siempre son incompatibles; su sueño para el presente es que Guinea Ecuatorial abandone la senda oscura de la ausencia de libertad.
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