Alemania, en vías de ser la tercera potencia militar del mundo
UCRANIA: UN AÑO DE GUERRA
Del 'paciente alemán' al terror en el Báltico, la amenaza rusa ha transformado de manera radical la política, la economía y la sociedad de buena parte de Europa
Siversk, una ciudad sitiada por la artillería rusa
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El mismo día en que las tropas rusas entraron en Ucrania, muchos alemanes comenzaron a almacenar de forma espontánea alimentos y fuentes de energía. Los refugiados ucranianos habían comenzado a llegar y la cifra se ha estabilizado por encima del millón de personas, tensando al ... máximo la capacidad de acogida. El 27 de febrero de 2022, el canciller Olaf Scholz compareció ante el pleno del Bundestag y puso nombre a lo que estaba pasando. Lo llamó 'Zeitwende' (punto de inflexión) y anunció una serie de medidas entre las que destacaba un presupuesto extraordinario anual de 100.000 millones de euros para rearmar el ejército alemán, sin precedentes desde la II Guerra Mundial.
El hecho de que esta decisión la tomase una coalición formada por socialdemócratas (SPD), liberales (FDP) y Los Verdes, ecopacifistas, la hacía todavía más excepcional. Y fue solamente la primera de una larga serie de excepciones, como la prolongación de la vida del los últimos reactores nucleares activos, que debían ser desconectados a finales de 2022, o de las centrales de electricidad a base de carbón, la fuente de energía más contaminante. Todas ellas responden a la convicción de que el conflicto bélico puede extenderse.
Dependencia gas ruso
La conveniencia de eliminar la dependencia del gas ruso, debida a la amenaza de Putin de cortar el grifo como medida de presión, y la misteriosa voladura de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, obligó al gobierno a buscar a toda prisa suministro alternativo en países como Arabia Saudí y Qatar. En el mes de agosto, se agotaron las existencias de estufas eléctricas; hay listas de espera de años para la instalación de búnqueres privados; y Protección Civil aconseja a los ciudadanos acumular en los hogares agua potable, alimentos no perecederos, velas y radios de manivela... el apagón es considerado una posibilidad real.
Uno de cada diez alemanes no ha encendido la calefacción este invierno. En el mes de diciembre, para ayudar a sobrellevar la crisis energética, el Estado se ha hecho cargo de la factura del gas de todos los hogares del país. Los precios de la energía se han disparado, la inflación sigue hoy en el 8,7%, según el último dato de enero de la Oficina Federal de Estadística, y ha ejercido un efecto psicológico entre la población, que ha despertado de un sueño de paz y prosperidad para despertar mayoritariamente a una conciencia prebélica. Según la última encuesta de YouGov para la agencia DPA, uno de cada diez alemanes se declara dispuesto a empuñar las armas para defender su país; un 5% se ofrecería voluntario para el servicio militar; y un 6% cuenta con ser llamado a filas en caso de guerra. Uno de cada cuatro abandonaría el país lo más rápidamente posible.
Alemania ha regresado a la Guerra Fría y terminará convirtiéndose en la mayor potencia militar de Europa
La invasión de Ucrania ha cambiado la forma de pensar del país más poderoso de Europa. Hace sólo 34 años estaba todavía en pie el Muro de Berlín y los 'vopos' tenían orden de disparar a cualquier civil que intentase cruzar al otro lado, por lo que la capital alemana guarda una memoria reciente de la experiencia de estar en la línea de frente de dos grandes potencias enfrentadas. Alemania ha regresado a la Guerra Fría. En este contexto, los principales objetivos del canciller Scholz no son fáciles de conciliar. En primer lugar, proteger al pueblo alemán y evitar que Putin extienda su guerra a Occidente. Y en segundo lugar, hacer todo lo posible para garantizar que el ataque a Ucrania fracase. En ese orden. Es por eso que a menudo parece vacilante. Pero el principal resultado de sus decisiones es que Alemania se convertirá a medio plazo en la mayor potencia militar de Europa en el tercera mayor del mundo, detrás de China y Estados Unidos.
En 2020, los aproximadamente 55.500 empleados de la industria de defensa en Alemania fabricaron armas, aviones de combate, buques de guerra y vehículos militares por valor de unos 11.300 millones de euros, según un estudio publicado este verano por el Instituto Económico Alemán (IW). El Gobierno y la oposición trabajan en un pacto con la industria para los próximos siete a diez años que multiplicará por diez esas cifras. Esta estrategia despierta recelos en Francia, que preferiría un enfoque del rearme más europeo, pero el Gobierno alemán prefiere un rearme por cuenta propia y dar cada paso pisando las huellas de las decisiones de Estados Unidos. Y eso es lo que realmente significa 'Zeitwende': «Pérdida de lo anterior, un proceso asociado al duelo», descifra desde su disciplina el psicólogo Stephan Grünewald, cofundador del Insitituto Rheingold y autor del éxito de ventas 'Psicología de la nación'.
Desde su punto de vista, el concepto de punto de inflexión debería introducir también la visión de algo nuevo que, sin embargo, «está completamente ausente por ahora». «Esto es fatal, porque deja a la gente en un estado permanente de espera que paraliza el país», dice.
El invierno pasado, el ejército ruso llevó a cabo unas maniobras militares cuyo supuesto era un ataque nuclear ruso contra Alemania con tres objetivos definidos: Berlín, Ramstein y el arsenal estadounidense de Büchel. Y el Kremlin ha declarado que la luz verde para la entrega de tanques Leopard 2 a Ucrania es percibido por Rusia como «el inicio de la participación directa de Alemania en la guerra». Grünewald considera que el miedo a que estalle la Tercera Guerra Mundial es «difícilmente soportable para muchas personas». «El paciente Alemania no está muy bien», describe en una entrevista con Wirtschaftswoche, «desde otoño ha entrado en una fase de resistencia letárgica y ha comenzado el año con escasa confianza».
Finlandia y Suecia giran hacia la Alianza Atlántica

Cuatro explosiones destruyeron el 26 de septiembre los gasoductos Nord Stream 1 y 2 cerca de la isla danesa de Bornholm. Investigadores suecos a las órdenes del fiscal Mats Ljungquist constataron después «un acto de guerra ligado a la invasión de Ucrania», pero sin poder identificar a atacante. Con la guerra tan cerca, los países nórdicos, los más antiatlantistas de Europa durante décadas, han cambiado radicalmente de opinión.
Esto se refleja en las encuestas, como la que cifra en el 78% de los finlandeses está ahora a favor de la OTAN. Antes de la invasión no llegaban al 30%. También se refleja en las elecciones, como en Suecia, bastión del estado de bienestar socialdemócrata en el que en septiembre subió al poder el conservador Ulf Kristersson. Pero, sobre todo, en el abandono de la neutralidad y la solicitud de adhesión a la OTAN de Filandia y Suecia.
Suecia y Finlandia han cambiado: uno ha reestablecido el servicio civil obligatorio; otro, es destino de disidentes rusos
A la espera de culminar el proceso, ambos países han aceptado albergar armas nucleares, están negociando acuerdos bilaterales de Defensa con Estados Unidos y comprando armamento. Finlandia se ha hecho con misiles tácticos AIM 9X y proyectiles de precisión AGM-154. Dinamarca incluso ha anunciado la supresión de un festivo para financiar el aumento de gasto en Defensa. Suecia ha restablecido el servicio civil obligatorio, que conlleva formación militar, y ha desplegado sus Patriot alrededor del estratégico puerto sur de Gotemburgo. Noruega, miembro de la OTAN y convertida en el principal proveedor de gas de Europa, mantiene elevado su nivel de alerta militar.
En el día a día, tanto el estado de ánimo colectivo como numerosos detalles han cambiado. Especialmente la frontera rusa de Finlandia se ha convertido en vía de escape para disidentes y rusos con nacionalidad europea, que el año pasado compraron en el país un 64% más de casas que en 2021, según el National Land Surveyor. Suecia soporta una inflación del 12,3%, un 28% en la electricidad, y un significativo aumento de ciberataques y amenazas de seguridad, según su inteligencia.
Los países bálticos creen que serán los siguientes

El mismo 24 de febrero, Lituania decretó el estado de emergencia. La presidenta del Parlamento, Viktorija Cmilytė-Nielsen, justificó la medida para «garantizar la protección de las fronteras y crear las condiciones previas para la recepción humanitaria de los refugiados ucranianos». El presidente Gitanas Nauseda pidió a Alemania que doblase la presencia permanente de 1.600 soldados de la Bundeswehr estacionados desde 2017 en la base de Rulka. Confía su protección a Alemania mientras envía todo el armamento a su disposición a Ucrania.
Los lituanos están convencidos de que, si Putin triunfa en Ucrania, seguirá su expansión apoyándose en el enclave de Kaliningrado, con el que ha cerrado las fronteras. También los vecinos estonios temen que Rusia se lance sobre su territorio. Políticamente, el miedo se traduce en un aumento de apoyo en las encuestas al partido populista y antieuropeo EKRE, el más votado con el 24% de cara a las elecciones de marzo. Los tres estados bálticos han apoyado conjuntamente la candidatura de Ucrania para entrar en la OTAN, pero el largo año al borde de la guerra está desgastando esa unidad.
Polonia, punta de lanza de la OTAN

Polonia, país de 38 millones de habitantes, estima que 9 millones de ucranianos se han refugiado en su territorio. Especialmente en la mitad sur del país, ACNUR y Cruz Roja Internacional son omnipresentes. El estricto apoyo a Ucrania por parte de Varsovia ha roto con la unidad del Grupo de Visegrado, en el que hacía frente europeo junto con Hungría, República Checa y Eslovaquia. El gobierno polaco se ha reorientado, como socio prioritario, hacia Estados Unidos, a quien confía su defensa, y ha permitido por primera vez desde la II Guerra Mundial el despliegue de armamento pesado alemán en su territorio, que acude a apuntalar el flanco oriental de la OTAN.
En Polonia se ha vivido el momento más tenso de la guerra, cuando un misil impactó contra varias viviendas de la localidad de Prezewodów, el 15 de noviembre. Hasta que el gobierno polaco admitió que había sido un misil ucraniano, toda la OTAN contuvo la respiración ante la posibilidad de estar en guerra con Rusia. El director general de la CIA, William Burns, supervisó personalmente la investigación en suelo polaco.
Mientras tanto, el Ejército levanta un muro de alambrada de 210 kilómetros de extensión a lo largo de la frontera, con dos metros y medio de altura y tres de profundidad, y el gobierno rearma el país a su máxima capacidad, con un aumento del gasto en Defensa del 4% del PIB. Está comprando gran cantidad de armamento a Estados Unidos, como 18 sistemas de lanzamiento de cohetes Himars, por más de 10.000 millones de dólares. Ha reubicado sus misiles tierra-aire Patriot a un aeródromo militar en Varsovia y ha suspendido el tráfico de mercancías a través de la frontera con Bielorrusia.
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